Hablando sobre revictimización en el Sename

"Pareciera que la consigna 'No + Sename' que se ha instaurado en el imaginario de la sociedad chilena, se encuentra vacía de contenido y lo que resulta todavía más problemático, vacía de propuesta..."

Por Absalón Opazo

12/05/2021

Publicado en

Chile / Columnas / Derechos Humanos

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Por Grupo de Estudios 11 de Abril

Durante la última semana de abril del presente año, comenzaron a circular diversos videos en medios de comunicación, en donde se mostraban a niñ(a)s y/o adolescentes escapando de un centro Sename en Rancagua, en la región de O’ Higgins.

Más allá de las dolorosas historias y de la ya conocida violencia estructural que se vive en centros de esta misma índole, hay ciertos puntos de reflexión que es importante visibilizar para avanzar hacia un debate social que pueda movilizar cambios prácticos y tangibles tanto en la infancia institucionalizada como en la relación entre adult(a)s y niñ(a)s.

Dentro de estos, un primer tema que surge de los videos es la constante revictimización y sobre exposición que se ejerce sobre est(a)s niñ(a)s. Mostrar sus cuerpos semi-desnudos, exhibir sus heridas e instarl(a)s a contar sus relatos con tal de darle saciedad al morbo colectivo es utilizarl(a)s como objetos de caridad, como banderas de lucha, sin tomar en consideración los efectos que estas prácticas pueden tener en ell(a)s y si favorece el bienestar de l(a)s mism(a)s.

Se construyen sus identidades desde afuera, desde el ojo público, el cual las define solo a través de su paso por Sename, forzando que la posición de víctima tome un lugar central en las narrativas que l(a)s propi(a)s niñ(a)s hacen sobre su experiencia de vida.

Esto limita la posibilidad de que ell(a)s se entiendan y definan desde otros lugares, como sujetos complejos con historias que no han sido marcadas sólo por la vulneración. Limitar sus subjetividades solo a estas experiencias resulta violento y constituye una forma de maltrato, más aún cuando mediante el ejercicio de la sobreexposición de estos relatos, estas narrativas pasan a ser las únicas aceptables socialmente, dejándoles únicamente la opción entre ser una “buena” o una “mala” víctima.

Esto no es menor, ya que no hay que olvidar que toda la compasión que se le entrega a esa niñez víctima/pura, se transforma en odio y desprecio cuando esta transgrede las normas sociales, cuando delinque, cuando se rebela, cuando es hostil.

No validar a la niñez institucionalizada como un sujeto social y político autónomo con una historia que no está limitada a las vulneraciones en su contra, lleva a esta hipocresía, donde al parecer todo el mundo está dispuesto a movilizarse por un(a) niñ(a) agredido en una residencia de Sename, pero que cuando esta misma niñez institucionalizada es la que protesta de alguna forma contra las agresiones – por ejemplo, subiéndose a los techos de los centros a gritar o a arrojar piedras al exterior – su resistencia no es validada socialmente. A diferencia, quizás de lo que ocurriría en una escuela tomada por sus estudiantes, se asume que est(a)s niñ(a)s y jóvenes no son capaces de rebelarse contra las violencias vividas y que deben ser salvad(a)s por extern(a)s.

Por otro lado, un segundo punto aparece respecto a que en los últimos años han surgido varias noticias en torno a las negligencias y violencias presentes en los centros e instituciones ligadas a Sename, lo que ha llevado a crear una visión negativa del sistema de cuidados y protección a la niñez por parte del Estado.

Esto parece haber formado una dicotomía entre Sename y familia, romantizando a la segunda y obviando que es principalmente en los espacios familiares en donde l(a)s niñ(a)s tienen su primer contacto con la violencia y abuso. No podemos abogar por más familia, cuando la familia, así como la conocemos, es la fiel reproductora de la violencia adultista y machista.

Todas estas son preguntas que debemos reflexionar y debatir para repensar los cuidados y la estructuración de la sociedad que todavía tiene como unidad principal la familia. Durante la protesta que ingresó a la residencia en Rancagua, manifestantes aplaudían cuando l(a)s niñ(a)s internad(a)s, bajo un actuar completamente irresponsable por parte del Estado, volvían con sus familias, desconociendo las razones por las cuales est(a)s llegaron a ser internad(a)s.

Finalmente, pareciera que la consigna “No + Sename” que se ha instaurado en el imaginario de la sociedad chilena, se encuentra vacía de contenido y lo que resulta todavía más problemático, vacía de propuesta. Estos actos, como el de grabar y preguntar directamente sobre las vulneraciones recibidas en un centro, están sesgados por un discurso de justicia despolitizado y carente de una crítica que pueda movilizar y transformar las realidades de las niñeces hoy en día. Este “acto heroico” idealizado que l(a)s adult(a)s se ven tentad(a)s a realizar termina reproduciendo la vulneración, niega la posibilidad de resistencia del(a)s niñ(a)s y l(a)s encasilla como víctimas.

Es necesario repensar la niñez institucionalizada, y este es un ejercicio que nunca dará frutos si es que ell(a)s mism(a)s no son parte de la discusión política.

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