No es que El Ciudadano se ande interesando en supermodelos así, porque sí. El género es un tema importante y es innegable el aporte de Twiggy, desde la trinchera de la moda.
Con ella comienzan a cambiar los estereotipos de belleza de los 50 y se vuelve icono del estilo andrógino que aparece por primera vez como tendencia.
Allá en los 60’s, mientras los hippies bailaban las canciones de los Beattles y las flores se expandían por todo el mundo, una “demasiado delgada” (too thin) y de ojos enormes, Twiggy formaba toda una revolución en el canon de la moda.
Tras ser descubierta en una peluquería, esta «pequeña cosa», como a ella le ha gustado siempre definirse, se levantó como la imagen femenina del mod de los años sesenta, un movimiento en pos de la independencia juvenil inglesa.
Pertenece a una época que se rebela contra el estatuto de la moda. Los jóvenes crecen en medio de una sociedad convulsionada por la guerra y la violencia y se empieza a ver a la moda como un símbolo de derroche innecesario, lo que los lleva a buscar el pret a porter para cubrir sus necesidades de vestimenta y expresión. Los cincuenta fueron la última gran década de la Alta Costura, la juventud pretendía independizarse y vivir bajo sus propias reglas, la moda era un símbolo de imposición hasta ese entonces. Como respuesta, nace la tendencia del flower power producto de la fijación en oriente, específicamente en la India, cuna del budismo y hinduismo y la ideología del espiritualismo.
Twiggy llega a los 60 como un complemento perfecto. El ideal de la década era dejar de lado las curvas y la acentuación de la figura femenina que dominaron los 50´s como estereotipo de feminidad. Se comenzó a relacionar la belleza con la delgadez para lo cual se usaban prendas que no sumaran mayor importancia a la cintura ni al busto, es la época del minivestido suelto, con poco escote y por supuesto – creada por la diseñadora Mary Quant – la minifalda. Es así que Twiggy se convierte en el nuevo centro de atención e inspiración para muchos diseñadores, desplazando a las esbeltas Marilyn Monroe y Brigitte Bardot.
Sin recurrir a los accesorios, y rechazando todo exceso en el maquillaje, la importancia se centraba en los ojos y su expresión, y la tendencia en el cabello era a lo garçon, repeinado y con raya. Un estilo que pronto pasó a denominarse, simplemente, estilo Twiggy.