En julio de 2011, un equipo de psiquiatras de una clínica de La Haya recibió el caso de una paciente cuyos síntomas eran tan extraordinarios que despertaron el interés del propio Oliver Sacks. La mujer, de 52 años, aseguraba llevar muchos años viendo cómo las caras de las personas se transformaban en caras de dragones, algo que le ocurría varias veces al día.
Este transtorno, bautizado como Prosopometamorphopsia, es tan extraordinario que ha merecido un hueco en las páginas de la prestigiosa revista The Lancet, donde se exponía la investigación de este equipo supervisada por Sacks. ¿Qué es lo que veía la mujer? De acuerdo con su propia descripción, las caras de las personas se transforman en «negras, se alargan, les salen orejas puntiagudas y un hocico protuberante, desarrollan piel de reptil y enormes ojos de color amarillo brillante, verde, azul o rojo».
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Este tipo de alucinaciones, explican en Neuroskeptic, no ocurren solo cuando está mirando el rostro de alguien, a veces las caras de dragones aparecen de la nada ante sus ojos en las partes, los enchufes, la pantalla del ordenador y en la oscuridad de la noche.
A pesar de que le han realizado todo tipo de pruebas y escáneres cerebrales, los autores del trabajo se sienten incapaces de determinar cuál es la causa de este curioso trastorno que hacía la vida imposible a la mujer. «El examen neurológico, los análisis de sangre y el electroencefalograma (EEG) eran normales«, escriben, «y la resonancia magnética funcional solo mostraban lagunas anormalidades en la materia blanca».
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La buena noticia es que los médicos consiguieron librarla de esta pesadilla diaria de dragones mal encarados y con una medicación antidemencia la mujer puede llevar una vida más o menos normal. Gracias a este tratamiento, la mujer ha vuelto a trabajar y sus relaciones sociales, también con sus compañeros de trabajo, han dejado de estar interrumpidas por este extraño trastorno.