Pekín. Abróchense los cinturones, 2015 será un torbellino que colocará a China, Rusia e Irán contra lo que he descrito como «El Imperio del Caos».
Así que se concentrarán en más avances hacia la integración de Eurasia mientras EE.UU. es progresivamente excluido de Eurasia. Veremos una completa interacción geoestratégica que progresivamente debilitará la hegemonía del dólar estadounidense como moneda de reserva y, sobre todo, el petrodólar.
A pesar de todos los inmensos desafíos que enfrentan los chinos, es fácil detectar por todo Pekín señales inconfundibles de una superpotencia comercial totalmente emergida, segura y confiada en sí misma. El presidente Xi Jinping y la actual dirigencia seguirán invirtiendo fuertemente en el impulso hacia la urbanización y la lucha contra la corrupción, incluso a los más altos niveles del Partido Comunista China (PCC). Internacionalmente, los chinos acelerarán su arrollador impulso con nuevas “Rutas de la Seda” -tanto terrestres como marítimas– que sustentarán la estrategia maestra china de unificar Eurasia mediante el comercio y el intercambio.
Los precios globales del petróleo tenderán a permanecer bajos. No se puede saber si se llegará a un acuerdo nuclear antes de este verano entre Irán y los P5+1. Si se mantienen las sanciones (en realidad la guerra económica) contra Irán y siguen dañando seriamente su economía, la reacción de Teherán seguirá siendo firme e incluirá aún más integración con Asia, no con Occidente.
Sin que importe cómo se creó, prevalece el hecho de que el actual colapso financiero/estratégico del precio del petróleo es un ataque directo contra -¿Quiénes iba a ser?- Irán y Rusia.
Washington sabe perfectamente que un acuerdo exhaustivo con Irán no se puede lograr sin la ayuda de Rusia. Sería el único, y repito el único, éxito de la política exterior del gobierno de Obama. Un retorno a la histeria de “bombardead Irán” solo convendría a los proverbiales sospechosos (neoconservadores) habituales. A pesar de todo, sin que sea accidental, tanto Irán como Rusia están sometidos actualmente a sanciones occidentales.
LA GUERRA DE LOS DERIVADOS
Consideremos ahora los aspectos básicos rusos. La deuda gubernamental de Rusia totaliza solo un 13,4% de su PIB. Su déficit presupuestario respecto al PIB es de solo 0,5%. Si asumimos un PIB estadounidense de 16,8 billones [millones de millones] de dólares (la cifra para 2013), el déficit presupuestario total de EE.UU. asciende a un total de 4% del PIB, en comparación con 0,5% de Rusia. La Fed [Reserva Federal de EE.UU.] es esencialmente una corporación privada propiedad de bancos privados regionales estadounidenses, aunque se presenta como una institución estatal. La deuda de tenencia pública de EE.UU. representa un abrumador 74% del PIB en el año fiscal 2014. La de Rusia es de solo 13,4%.
La declaración de guerra económica de EE.UU. y la UE contra Rusia –a través de la “corrida” sobre el rublo y el ataque a los precios de los derivados del petróleo– fue esencialmente un fraude organizado con derivados. Los derivados –en teoría– pueden multiplicarse infinitamente. Los operadores con derivados atacaron tanto al rublo como a los precios del petróleo a fin de destruir la economía rusa. El problema es que la economía rusa tiene un financiamiento más sano que el de EE.UU.
Considerando que esta rápida acción se concibió como un jaque mate, la estrategia defensiva de Moscú no fue tan mala. En el frente clave de la energía, el problema sigue siendo de Occidente, no de Rusia. Si la UE no compra lo que ofrece Gazprom, colapsará.
El error clave de Moscú fue permitir que la industria nacional de Rusia fuera financiada por deuda externa denominada en dólares. Se trata de un cepo monstruoso de la deuda que puede ser fácilmente manipulado por Occidente. El primer paso de Moscú debería ser supervisar de cerca a sus bancos. Las compañías rusas deberían tomar prestado en el interior y actuar para vender sus activos en el exterior. Moscú también debería considerar la implementación de un sistema de controles de divisas para que la tasa básica de interés pueda reducirse rápidamente.
Y no hay que olvidar que Rusia siempre puede implementar una moratoria sobre deudas e intereses, afectando más de 600.000 millones de dólares. Eso estremecería íntegramente todo el sistema bancario mundial. Se trataría de un “mensaje” manifiesto que obligaría a EE.UU. y a la UE a disolver su guerra económica.
Rusia no necesita importar ninguna materia prima. Rusia puede fácilmente hacer ingeniería inversa de cualquier tecnología importada si necesita hacerlo. Sobre todo Rusia puede generar –mediante la venta de materias primas– suficiente crédito en dólares o euros. La venta por parte de Rusia de su riqueza energética –o sofisticado armamento– puede disminuir. Sin embargo, podrán obtener la misma cantidad de rublos, ya que el rublo también ha caído.
El reemplazo de importaciones con manufacturas rusas tiene mucho sentido. Habrá una inevitable fase de “ajuste”, pero eso no tardará demasiado. Los fabricantes alemanes de autos, por ejemplo, ya no pueden vender sus coches en Rusia debido a la caída del rublo. Esto significa que tendrán que reubicar sus fábricas en Rusia. Si no lo hacen, Asia –de Corea del Sur a China– los expulsará del mercado.
EL OSO Y EL DRAGÓN A LA ESPERA DE SUS VÍCTIMAS
La declaración de guerra económica de la UE contra Rusia no tiene ningún sentido. Rusia controla, directa o indirectamente, la mayor parte del petróleo y el gas natural entre Rusia y China, aproximadamente un 25% del suministro mundial. Medio Oriente va a seguir siendo un lío. África es inestable. La UE está haciendo todo lo posible por aislarse de su suministro más estable de hidrocarburos, llevando a Moscú a redirigir la energía hacia China y el resto de Asia. Qué regalo para Pekín, ya que minimiza la alarma por los juegos de “contención” en alta mar de la armada de EE.UU.
A pesar de todo, un axioma tácito en Pekín es que los chinos se mantienen extremadamente preocupados por un Imperio del Caos que pierde más y más control y dicta los tormentosos términos de la relación entre la UE y Rusia. El resultado final es que Pekín nunca permitiría colocarse en una posición en la cual EE.UU. pueda interferir con las importaciones de energía de China, como fue el caso con Japón en julio de 1941 cuando EE.UU. declaró la guerra al imponer un embargo al petróleo, suspendiendo un 92% de las importaciones japonesas de petróleo.
Todos saben que un puntal clave del espectacular crecimiento del poder industrial de China fue el requerimiento de que los fabricantes produzcan en China. Si Rusia hiciera lo mismo su economía crecería rápidamente a una tasa de más de 5% por año. Incluso crecería más si el crédito bancario estuviera vinculado sólo a la inversión productiva.
Ahora hay que imaginar que Rusia y China invirtieran en conjunto en una nueva unión monetaria respaldada por oro, petróleo y recursos naturales como una alternativa crucial al fracasado modelo de deuda fallida de la “democracia” impulsado por los Amos del Universo en Wall Street, el cártel de los bancos centrales occidentales,y los políticos neoliberales. Estarían mostrando al Sur global que desde el comienzo el financiamiento de la prosperidad financiera y la mejora de los niveles de vida mediante la sobrecarga de deuda a futuras generaciones no podía funcionar.
Hasta entonces, una tormenta amenazará nuestras vidas hoy y mañana. El conjunto de los Amos del Universo/Washington no renunciará a su estrategia de convertir a Rusia en un Estado paria,a islado del comercio, de la transferencia de fondos de la banca y de los mercados crediticios occidentales y por lo tanto propenso al cambio de régimen.
Más tarde, si todo se desarrolla según el plan, su objetivo será -¿Quién iba a ser?- China. Y Pekín lo sabe. Mientras tanto, esperad que algunas sorpresas devastadoras estremezcan la UE hasta sus fundamentos. El tiempo se puede estar acabando, pero para la UE, no para Rusia. A pesar de todo, la tendencia general no se alterará. El Imperio del Caos está siendo –de forma lenta pero segura– excluido de Eurasia.
Pepe Escobar(*)
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
* Autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007), Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge (Nimble Books, 2007), y Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). El nuevo libro de Pepe Escobar es Empire of Chaos . Seguidlo en Facebook