Los internautas están expresando con ironía su desprecio por las condolencias que los dirigentes occidentales han transmitido con motivo de la muerte del monarca saudita. Uno de ellos es el periodista Glenn Greenwald, que cree que la única razón por la cual Occidente no baila sobre la tumba del rey Abdalá es porque Arabia Saudita es un sólido aliado occidental en una región rica en petróleo.
Asimismo, sigue creciendo el número de personas que ha empezado a usar el ‘hashtag’ #JeSuis Abdullah para denunciar las numerosas violaciones de derechos humanos por parte del régimen saudita. Los usuarios recuerdan el reciente escándalo relacionado con el bloguero Badawi y las frecuentes ejecuciones públicas en Arabia Saudita, el único país del mundo donde las mujeres tienen prohibido conducir.
El rey Abdalá incluso ordenó el arresto domiciliario de sus cuatro hijas. Las jóvenes han estado encerradas en sus casas durante 13 años por hablar contra la opresión de las mujeres en este reino ultraconservador. El pasado mayo RT entrevistó a las mujeres, que entonces ya habían pasado dos meses «sin comida y con poca agua« y afirmaron que «el 99% de las mujeres en este país básicamente sufren bajo la tutela masculina».
A pesar de todo esto, la directora ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, alabó a Abdalá como un «firme defensor de las mujeres». Mientras tanto, organizaciones de derechos humanos como Aminstía Internacional expresan su desacuerdo con esta definición y llaman a desarrollar reformas en el ámbito de la libertad de prensa y los derechos de las mujeres.
Otro motivo de controversia ha sido la recomendación de las autoridades del Reino Unido de izar las banderas a media asta en edificios gubernamentales en señal de duelo por la muerte del rey Abdalá, según el protocolo tradicional. Varias figuras públicas, activistas de derechos humanos y medios han declarado su fuerte rechazo a tal medida. No obstante, el príncipe Carlos ha viajado a Arabia Saudita para prestar sus últimos respetos al difunto monarca. El príncipe de Gales era un huésped frecuente en este reino rico en petróleo, e incluso participó en una danza de la espada ritual junto a los miembros de la familia real el año pasado.
A su vez, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, describió al difunto rey como «un socio valiente en la lucha contra el extremismo violento que desempeñó un papel muy importante como defensor de la paz«. Sin embargo, antes de que en 2013 fuera adoptada una ley que prohibía la financiación del terrorismo, Arabia Saudita había sido descrita como «la fuente más importante de financiación de grupos terroristas sunitas en todo el mundo», según un cable diplomático estadounidense filtrado por WikiLeaks.
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