García Márquez, periodismo mágico

  Gabriel García Márquez comenzó su obra literaria en la prensa

García Márquez, periodismo mágico

Autor: Jimena Colombo

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Gabriel García Márquez comenzó su obra literaria en la prensa. Cuando era muy joven trabajó de periodista en distintos periódicos colombianos como El Universal, El Heraldo y El Espectador. Allí, aprendió que reportear es retratar la realidad y el periodismo el oficio más lindo del mundo. A pesar de que es más conocido por sus novelas y cuentos, la obra periodística ha sido recopilada y editada, dejando en evidencia el retrato fantástico que Gabo hizo de la realidad. Tal es la calidad e imperceptible diferencia de la pluma en su obra periodística y su obra literaria, que pudo como pocos, hacer de ese periodismo un relato fantástico, sencillo y hasta de ensueño.

Fue gracias a su trabajo en la prensa como reportero, columnista, cronista y corresponsal internacional que soltó la mano y pudo fusionar su prodigiosa imaginación con la realidad que sus ojos veían desde ese prisma que reinventó la literatura latinoamericana y lo puso en este continente como el más grande y genial escritor retratista. Pues la magia que brota desde el Caribe y las orillas del río Magdalena o el Macondo escondido y replicado en los rincones secretos de nuestro continente sudaca existen y sólo Gabriel García Márquez pudo retratarlos con tanto detalle, respeto y sazón, que hizo de este tercer mundo el fetiche del resto del globo y lo elevó con color, verdad y tibieza hasta resaltar de lo humano, del cielo y del infierno, de la locura y la cotidianeidad, los matices que se replican en las distintas latitudes del cono sumdamericano.

Las historias que escuchó en la casa donde se crió, varían en paisajes y nombres perso son los cuentos de todo un continente, pero la realidad gitana, mestiza y criolla de seres que vuelan, de amores incestuosos, de castigos divinos e hijos con colas de lagarto se replica en los pueblitos secretos de Chile y el continente donde se resiste al olvido del mito y la leyenda y a la conquista del imperialismo que uniforma. García Márquez perpetuó las historias que escuchó de niño, las registró y las entrelazó con sus personajes. Lo que vio, lo escribió en forma de historia larga, rescató de la rutina la noticia innegable que en ella podemos encontrar a diario si tan solo aguardamos a que lo real se convierta en mágico.

Gabo retrató la noche colombiana con una crónica sencilla y que posiblemente no tenga el valor estético de sus obras literarias, pero con esas líneas que narraban la noche caribeña pudo convencer a un editor que se trataba de una noticia que merecía lugar en el periódico y los valores de la noticia los insertó en ese relato. Nuevo periodismo le llaman, pero lo de García Márquez va más allá de ocupar una buena redacción y un estilo escritural, es una aspiración humilde de protestar y decir que en lo diario está el valor -a mi juicio el más importante- más preponderante del periodismo que es retratar la realidad y a través de las palabras hacer que el lector se sienta reflejado. Generar reconocimiento, hablar con honestidad, escribir en primera persona. Sentir y luego escribir, ser parte del mundo y no un mero escribano.

¡Cuánto ha cambiado el periodismo! Seguro Gabo no sería periodista en estos tiempos. Obligado a la solemnidad de las relaciones públicas y probablemente sería tratado de loco si cruzara la frontera que los medios definen entre ellos y el pueblo. Gabo no sacaría la foto escoltado en la policía y la represión, sería uno más de los manifestantes  y sólo en el tumulto hallaría el contenido de su crónica para luego decir que para contarlo hay que vivirlo.

Sus títulos de cuento, sin embargo, serían invitaciones imposibles de rechazar en estos tiempos donde el enganche está a la cabeza del texto. La genialidad de resumir el artículo no pasa por decir toda la información en una línea, sino en poder atraer a la lectura con un título novedoso que retumbe en quien lea hasta que nunca más olvide cómo se llamaba esa notita, esa crónica o ese reportaje. Para que la obra no se consuma y deseche tiene que tener elementos inolvidables y en la lógica web, García Márquez sería insuperable. Nos romperíamos la cabeza para levantar un contenido después de ver el titular que él escogiera. Pero lo cierto, es que sus dedos no empuñaran un lápiz ni teclearán un qwerty. «Sólo» queda su obra profusa, sus títulos tremendos y la narrativa impecable e insolente que nos hace sentir el calor húmedo del Caribe y el aburrimiento del domingo, aún cuando sea lunes en pleno invierno santiaguino.

La gracia del periodismo mágico de Gabo radica tanto en la pluma como en su lucidez, tanto en la brutal honestidad con que asume quién es y la vida que tuvo como en la toma de posición. En el olvido de esa imparcialidad aburrida que cuando la utilizó fue tan solo para decirnos que sólo él podía hacer un texto informativo con forma de cuento… Para decirnos que el podía hacer lo que quisiera y siempre sería realmente mágico.

«El periodismo me ha ayudado a establecer un estrecho contacto con la vida y me ha enseñado a escribir. La obra cautiva de fantasía ha dado valor literario a mis trabajos como periodista».


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