«La situación en Grecia ha alcanzado lo que parece ser un punto sin retorno. Los bancos están cerrados temporalmente y el Gobierno ha impuesto controles de capital (límites al movimiento de fondos al extranjero). Parece muy probable que el Ejecutivo pronto tenga que empezar a pagar las pensiones y los salarios en papel, lo que, en la práctica, crearía una moneda paralela», resalta Krugman en un artículo publicado en ‘The New York Times‘.
«Es evidente que la creación del euro fue un terrible error. Europa nunca tuvo las condiciones previas para una moneda única de éxito, y sobre todo, el tipo de unión fiscal y bancaria», señala el Nobel, pero agrega que abandonar una unión monetaria es una decisión «mucho más difícil y más aterradora» y resalta que hasta ahora las economías europeas con más problemas han dado un paso atrás cuando se encontraban «al borde del abismo».
«Grecia debe votar ‘no’, y su Gobierno debe estar listo para abandonar el euro si es necesario.»
«Debemos primero ser conscientes de que la mayoría de cosas que hemos oído sobre el despilfarro y la irresponsabilidad griega son falsas. Sí, el Gobierno griego estaba gastando más allá de sus posibilidades a finales de la década de los 2000. Pero, desde entonces ha recortado repetidamente el gasto público y ha aumentado la recaudación fiscal», resalta el economista. Además, el empleo público ha caído más de un 25% y las pensiones, que eran ciertamente demasiado generosas, se han reducido drásticamente. Todas las medidas han sido, en suma, «más que suficientes para eliminar el déficit original y convertirlo en un amplio superávit».
El Grexit, la salida de Grecia del euro, no es necesariamente conveniente. «El problema del Grexit ha sido siempre el riesgo de caos financiero, de un sistema bancario bloqueado por las retiradas, presa del pánico y de un sector privado obstaculizado tanto por los problemas bancarios como por la incertidumbre sobre el estatus legal de las deudas».
Pero la Troika ha rechazado la opción de mantener la austeridad en los niveles actuales. Ahora el punto clave es que los acreedores han ofrecido a Grecia un «tómalo o déjalo», una oferta indistinguible de las políticas de los últimos cinco años.
«Esta oferta está destinada a ser rechazada por el primer ministro griego, Alexis Tsipras: no puede aceptarla porque supondría la destrucción de su razón de ser política. Por tanto, su objetivo debe ser llevarle a abandonar su cargo».
«La adhesión al ultimátum de la Troika conllevaría el abandono definitivo de cualquier pretensión de independencia de Grecia. No nos dejemos engañar por aquellos que afirman que los funcionarios de la Troika son solo técnicos que explican a los griegos ignorantes lo que deben hacer. No es una cuestión de análisis; es una cuestión de poder: el poder de los acreedores para tirar del enchufe de la economía griega, que persistirá mientras la salida del euro se considere impensable».
Así, Krugman advierte que es hora de poner fin a este inimaginable. «De lo contrario Grecia se enfrentará a la austeridad infinita y a una depresión de cuyo final no se tiene ninguna pista».