Aunque nunca hayas visto la película, lo más probable es que puedas reconocerla con tan sólo este cuadro.
Cuando Scarlett O`Hara echa su cabeza hacia atrás y cierra los ojos, esperando el apasionado beso de Rhett Butler durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos, el momento en que Baby Houseman, en su vestido blanco, salta a los brazos del profesor de baile más sexy de los 60 para hacer lo que hoy se conoce como la paloma, y un reportero de Metrópolis, sacándose los anteojos y reventando todos los botones de su camisa, para mostrar la gran S de rojo y amarillo que está sobre su pecho.
Todas, son escenas que sin la necesidad de verlas, están grabadas en nuestra memoria debido a la magia del cine. Son únicas, llenas de información, misterios y lo más importante, emociones. Una historia en tan sólo un cuadro, gracias a factores como la sorpresa, personajes, ropa, planos, colores, luces, sombras y música.
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