Luego de cortar el teléfono aquel 29 de enero por la mañana, Jesús Méndez decidió abandonar la pretemporada que Independiente hacía en Pilar. Desde Mendoza, su madre le comunicó que su hermano Paulo había muerto. Se había quitado la vida esa madrugada.
El volante central le explicó al técnico Jorge Almirón y a sus compañeros lo ocurrido antes de abandonar la concentración y el club le otorgó una licencia indefinida para que pueda emprender el viaje hacia su San Rafael natal. Paulo era el mayor de siete hermanos. El que siempre aconsejaba a Jesús.
Méndez sabía que tenía que ser fuerte. En 2010 ya estuvo a punto de dejar el fútbol. Los problemas familiares y su discontinuidad en Boca lo iban a llevar a tomar tamaña decisión. Por aquel desgaste fue a visitar a su familia. Las cosas fueron mejorando y Méndez volvió a encontrarse con la pelota.
En febrero de 2015, luego de un mes de ausencia, Méndez regresó a los entrenamientos del primer plantel de Independiente. A pesar de la dura realidad que le tocó vivir desde principios de año, el mediocampista fue convirtiéndose en uno de los referentes del cuadro de Avellaneda. Es el eje por donde circula la pelota en el Rojo y su presencia en la mitad de la cancha hoy es clave en el esquema de Mauricio Pellegrino.
El sábado por la tarde, ante más de 40 mil espectadores, Méndez tomó la pelota cuando faltaban nueve minutos para el final. Era el clásico ante Racing –a quien el Rojo derrotaba parcialmente por 1 a 0- y el árbitro Patricio Losteau había cobrado un tiro libre. Méndez rompió en llanto luego de que su certero derechazo desde afuera del área se clavara en el ángulo izquierdo del arco de Sebastián Saja.
Se señaló el escudo, miró al cielo y lloró. Había soñado con Paulo en la semana previa al trascendental choque y le había pedido «ganar y hacer un gol como los que hacía él». Quedó rodeado por sus compañeros y por el aliento que bajaba desde las cuatro tribunas. “Esto es para él –expresó luego del encuentro-, para él, para mi familia, mis compañeros, cuerpo técnico, dirigentes y toda esa gente que todos los fines de semana llena la cancha”.
Cinco minutos más tarde, Pellegrino lo reemplazó y un Libertadores de América repleto y emocionado se puso de pie para ovacionarlo. «Olé, olé, olé, olé, Mendez, Mendez…». Su historia atravesó el mundo del fútbol y fue uno de los personajes del fin de semana. En la línea de cal, el entrenador lo arropó en un indispensable abrazo paternal. «Es un chico que lucha cada día para superar su situación familiar. Tiene mucha fortaleza y hoy lo ha demostrado», señaló el DT al culminar el encuentro.
Aunque le cuesta, Méndez disfruta otra vez del fútbol. Y se aferra a este deporte. En Independiente es uno de los más valorados y respetados. Lo favorece mucho el tener gente que lo apoye cada día. “Es duro perder a un ser querido, pero hay que ser fuerte. Extraño a mi hermano, pero junto a mi familia tratamos de superar esta prueba. Tengo bajones, pero en el club me entienden, hay un grupo humano muy unido y muy humilde que me ha tratado muy bien y eso me ayuda”, revela.
En diciembre vence su contrato con el Rojo y aunque Méndez aún no sabe si seguirá jugando al fútbol luego de que termine el campeonato, sus compañeros le hacen saber casi a diario sus ganas de que el volante continúe en la institución. “Se merece esto, ojalá se quede porque es muy importante para el grupo”, indicó Jorge Ortíz, su socio en el mediocampo, luego del clásico.
Méndez reconoce que “quiere disfrutar de este momento del equipo”, aunque la distancia con su familia y las ganas de estar con ellos lo hacen dudar sobre sus próximos pasos. “Yo estoy agradecido a este club: han confiado en mí y me han dado trabajo. Venir a Independiente es un privilegio muy grande, el Rojo tiene mucha historia y estoy contento por el cariño de la gente”.
Luego de esa mágica tarde de Avellaneda en la que Independiente alargó su invicto a 14 años sin perder un clásico en el Libertadores de América, Méndez medita sobre su futuro luego de las lágrimas. “A veces se hace difícil, veremos bien qué podemos hacer con la familia”. Aún piensa en su hermano, con quien hablaba mucho de la vida. Pero sobre todo, de fútbol.