“Coqui” Pereyra se sumó a las Abuelas poco después del secuestro de su hija Liliana –embarazada de cinco meses– y de su yerno Eduardo Cagnola, ocurrido el 5 de octubre de 1977 en Mar del Plata. La pareja estuvo detenida en la Base Naval de Buzos Tácticos local hasta que a ella la trasladaron a la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) para dar a luz.
Según testimonios de sobrevivientes de dicho centro de detención y tortura ilegal, Liliana permaneció cautiva en la “pieza de las embarazadas” (sitio que albergaba a las detenidas en esa situación) y en febrero de 1978 tuvo un niño al que llamó Federico.
Fue a través de esa dramática situación que Coqui y otras Abuelas de La Plata empezaron a buscar por los juzgados, comisarías, ministerios y casas cuna de toda la provincia, quienes no otorgaban mayores datos. Así, en la búsqueda de justicia, se iban encontrando con otras mujeres en su misma situación pero con ninguna respuesta.
Años después, ya restaurada la democracia, “Coqui” fue pieza fundamental Abuelas de Plaza de MAyo, poniendo su esfuerzo en la búsqueda de todos los nietos, no sólo en la aparición de Federico, característica que nuclear a todas las Abuelas. Sin embargo, una buena noticia la esperaba.
Tras denuncias sobre un matrimonio que tendría en su poder un posible hijo de desaparecidos, equipo de investigación de Abuelas, junto a la Comisión Hermanos de HIJOS, logró ubicar a Federico y más tarde la Justicia ordenó la medida para obtener muestras de ADN del joven, quien el 9 de septiembre de 2008 pudo recuperar su verdadera identidad.
Cinco años después, el Tribunal Oral Federal Nº 4 de la Ciudad de Buenos Aires condenó a los apropiadores de Federico, Cristina Mariñelarena y José Ernesto Bacca, y a su entregadora Inés Graciela Lugones –viuda de Guillermo Minicucci, jefe del centro clandestino El Vesubio–, a seis años de prisión. “No podían negar lo que estaba pasando, que a las mamás las mataban y a los chiquitos los robaban”, declaró Coqui durante el juicio, refiriéndose a los apropiadores.
“Encontrar a mi nieto fue lo más importante que me ha ocurrido, no solo por el amor que le tengo, sino porque desde que desapareció mi hija me juré que no iba a parar hasta encontrarlo”, afirmó en su momento Coqui Pereyra
“Gran compañera y siempre dispuesta a dar una mano, así vamos a recordar a la Abuela de Plaza de Mayo Jorgelina Azzaro de Pereyra. Queremos hacer llegar nuestro abrazo a la familia de Coqui. La recordaremos con su amplia sonrisa, con su elegancia y con ese amor inmenso que sentía por su nieto”, sostiene el comunicado oficial que lanzó el emblemático organismo de Derechos Humanos.
Foto: Matías Adhemar