El invierno en el Circulo Ártico puede ser inquietante, con un Sol que esconde tras el horizonte para no volver por varios meses. Pero la oscuridad del gélido cielo norteño también ofrece un perfecto fondo para uno de los más espectaculares y sobrenaturales fenómenos conocidos para los humanos.
De todos estos, el mas famoso es por supuesto la aurora boreal (o luces norteñas), pero después de ella viene un evento climático casi tan llamativo y hermoso: las nubes estratosféricas polares (PSC, sigla en inglés), que en los días recientes se han desplegado sobre los cielos noruegos de Tromsø.
Como el nombre lo sugiere, estas nubes polares se forman en la estratósfera, una capa de la atmósfera que está por sobre la tropósfera (donde se forman las nubes normales). Como las PSC ocurren a grandes alturas, mucho más arriba que las nubes troposféricas, el aire que las rodea es especialmente frío, alcanzando temperaturas al rededor de los 85°C bajo cero.
Las PSC tienden a formarse de diminutas partículas congeladas y están justo a la altura necesaria para alcanzar a recibir algunos rayos del Sol. Cuando el Sol alcanza estas partículas, la luz se refracta en una serie de colores como los del arcoiris. Estas fotos fueron tomadas por el fotógrafo noruego Truls Melbye Tiller.
Pero esta es la parte bonita de las PSC; las parte fea es que son la superficie ideal para una serie de reacciones químicas dañinas que resultan en la conversión de compuestos de clorina benigna en gases peligrosos, como el monóxido de cloro, que daña la capa de ozono.
Traducción, CCV.
Fuente, IFLScience.