Esta semana la organización internacional Amnistía Internacional criticó duramente a Rusia por presuntamente matar cientos de civiles y emplear municiones de racimo. «Algunos bombardeos aéreos de Rusia parecen haber ido dirigidos directamente contra la población civil o bienes de carácter civil, al haber atacado zonas residenciales sin ningún objetivo militar evidente, e incluso instalaciones médicas, hiriendo y matando a civiles. Tales ataques pueden constituir crímenes de guerra», afirmó Philip Luther, director del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África.
Rusia, por su parte, niega la información difundida por la ONG. La portavoz del departamento de prensa de la Cancillería de Rusia, María Zajárova, puso en entredicho la veracidad de la documentación utilizada por Amnistía Internacional: «Los materiales utilizados no se pueden calificar como datos reales. Vemos un enfoque politizado, una elaboración constante de información con supuestas imágenes y documentos que, incluso sin realizar un análisis profesional en profundidad, son evidentemente falsos», espetó Zajárova.
Moscú considera que se está llevando una «guerra informativa» en su contra desde que el pasado mes de septiembre puso en marcha sus operaciones militares contra posiciones de Estado Islámico y del Frente Al-Nusra en Siria.