La empresa española Babypod inventó un parlante diseñado para insertarlo en la vagina durante el embarazo y así lograr que el bebé se estimule a través de la música.
«Los bebés aprenden a hablar en respuesta los estímulos sonoros, especialmente los melódicos. Babypod es un dispositivo que estimula a los bebés a través de la música, para que aprendan a vocalizar desde que están en el útero», expone el sitio web de la empresa.
Ha habido una serie de estudios en la materia y se ha comprobado que el feto responde a la música que escucha desde el útero. Existen ya una variedad de parlantes prenatales en el mercado, pero estos están diseñados para ponerlos al rededor del vientre materno, exteriormente, informa The Guardian.
El nuevo invento responde a investigaciones hechas por la clínica ginecológica the Institut Marquès, las cuales comprobaron que el sonido es realmente audible por el feto, y con claridad, «sólo cuando es por vía vaginal», porque las paredes abdominales ahogan el sonido.
El Babypod cuesta 150 euros (unos CL$119.000) y se controla a través de una aplicación de teléfono, pero no usa bluetooth. Tiene un top de sonido de 54 decibelios y se recomienda usar desde la semana 16 del embarazo y por un máximo de 10 a 20 minutos cada vez.
De este invento se desprende una excentricidad: el rosado dispositivo fue presentado por primera vez durante el «primer concierto del mundo para fetos», un evento en el que la cantante española Soraya Arnelas, que había participado en un concurso de canto de Eurovisión, cantó villancicos de navidad para 10 mujeres embarazadas, instaladas con sus parlantes vaginales.
La empresa asegura que las vibraciones del aparato no dañan al feto y «es por eso que los juguetes sexuales están permitidos durante el embarazo».
Es de esperar que los padres piensen muy bien en la música con la que van a educar auditivamente a sus fetitos. Estaremos rogando porque los niños no aprendan a vocalizar con Ricardo Arjona y que el mundo no se llene de más amantes del reguetón. Aunque sí, ya lo sabemos; en gustos no hay nada escrito.
Traducción y redacción, El Ciudadano.