Las ondas gravitacionales fueron detectadas en Estados Unidos el pasado 14 de septiembre por los instrumentos del observatorio Ligo (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory), que miden cada uno 4 kilómetros.
La investigación fue realizada entre equipos científicos europeos, especialmente los investigadores del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés, del equipo Virgo, que determinaron que esas ondas nacieron en la última fracción de segundo antes de la fusión de dos agujeros negros, objetos celestes aún misteriosos que resultan del colapso gravitacional de enormes estrellas.
La posibilidad de una colisión entre estos cuerpos había sido predicha por Einstein en su teoría general de la relatividad, de 1915, pero el fenómeno jamás había sido observado.
«Este paso adelante marca el nacimiento de un dominio enteramente nuevo de la astrofísica, comparable al momento en que Galileo apuntó por primera vez su telescopio hacia el cielo» en el siglo XVII, dijo France Cordova, directora de la Fundación Nacional Estadounidense de Ciencias (National Science Foundation), que financia el laboratorio Ligo.
El físico Benoît Mours, del CNRS, consideró que el descubrimiento era «histórico» porque permite «verificar de forma directa una de las predicciones de la teoría general de la relatividad».