Elegir pareja es un asunto serio y puede llegar a ser «terrorífico» por varias razones. Una de ellas, y de las más importantes, es el hecho de que elegir a una persona cuando se es muy joven, conlleva el riesgo de cometer una gran equivocación, mientras esperar mucho tiempo para tener una relación seria, implica el riesgo de envejecer buscando, mientras se han perdido las buenas oportunidades del pasado.
Esto puede ser un gran dilema, especialmente para las personas con tendencias perfeccionistas. Pero parece que ya hay una regla matemática bastante simple, que nos dice cuánto tiempo deberíamos buscar a la pareja ideal y cuándo ya es tiempo de parar con la búsqueda y establecerse.
El problema matemático se conoce con una serie de nombres: «El problema de la secretaria», «El problema del pretendiente quisquilloso», «El problema de la dote del sultán» y «El problema del momento justo». Su solución se atribuye a un puñado de matemáticos, pero se popularizó en 1960, cuando el entusiasta de las matemáticas Martin Gardner escribió acerca de él en la revista Scientific American.
En un escenario hipotético, eliges entre un número dado de opciones. Por ejemplo, digamos que a lo largo de tu vida hay un total de 11 parejas potenciales con las que podrías salir en serio y formar una relación. Si pudieras ver a todas esas personas al mismo tiempo, no tendrías problema para elegir a la mejor. Pero así no es como funciona el mundo de las citas.
Un problema es que los o las pretendientes aparecen en un orden aleatorio y no sabes cómo comparar a unos con los que aparecerán en el futuro. No se sabe si tu actual posible pareja es lo mejorcito que hay hasta que aparezca alguien mejor, o si es lo mejor hayas conocido en tu vida. El otro problema es que cuando rechazas a un pretendiente, normalmente no puedes echar pie atrás con tu decisión.
Entonces, ¿cómo lo haces? Básicamente, apuestas. Como en todas las apuestas, hay una probabilidad de ganar, y para ganar, hay una solución que ayuda a incrementar esas probabilidades.
El número mágico resulta ser 37 por ciento. Para tener las más altas probabilidades de elegir al mejor candidato, deberías salir y rechazar al primer 37% de tu vida (Si ya estás en pareja, ese número cambia a 1/e, lo que significa 0,368 ó 36,8 por ciento). Luego, sigues una simple regla: entre las siguientes personas que conoces, elijes a la mejor de todas las que conociste antes.
Para aplicar esto a la vida real hay que saber cuántos pretendientes podrías tener o querrías tener -lo que es imposible de saber a ciencia cierta. también tendrías que decidir quién califica como potencial pretendiente y quién es sólo una aveturilla. Las respuestas a estas preguntas no están claras, así es que sólo debes hacer un cálculo estimado. Asumamos que tendrías 11 pretendientes serios en el curso de tu vida.
Si sólo eliges al azar, tu pronóstico de elegir al mejor entre 11, es de un 9% más o menos. Pero si usas el método mencionado, las chances aumentan a un 37% -no es una apuesta segura, pero es mejor que al azar y que nueve por ciento.
Con este método existe el riesgo de que, por ejemplo, la primera persona con la que saliste, en realidad era tu pareja perfecta. Si sigues la regla, vas a haber rechazado a esa persona de todas maneras, y mientras continúas saliendo con otras personas más adelante, nadie va a estar a la altura de tu primer amor y terminarás rechazando a todo el mundo para terminar sol@ con tus gatos.
Otra opción, probablemente más realista, es que empieces tu vida amorosa con una cadena de pésimos novios o novias, que te han dejado las expectativas bien bajas. En ese caso, hay un margen de posibilidad de que la siguiente persona con la que salgas, sea mejor que las del pasado y termines casándote con él o ella. Pero esta pareja sigue siendo una duda, porque podría ser que no esté a la altura de las posibles personas que podrías haber llegado a conocer en el futuro.
Así es que, obviamente, hay formas de que este método falle. Pero aun así produce mejores resultados que cualquier otra fórmula, ya sea que estés considerando 10 pretendientes o 100.
¿Por qué funciona? Debería ser bastante obvio que quieras empezar a buscar pareja seriamente para elegir a un candidato más o menos a medio camino de todas las posibles parejas de tu vida. Quieres salir son suficiente gente como para tener una idea de tus opciones, pero no quieres dejar pasar mucho tiempo para elegir y arriesgar a tu pareja ideal. Necesitas algún tipo de fórmula que equilibre el riesgo de detenerte demasiado pronto, versus el de detenerte demasiado tarde.
La lógica de este juego es fácil de ver si examinas ejemplos más pequeños. Digamos que tienes sólo una posible pareja en toda tu vida. Si la eliges, ganas al 100% (él o ella es la mejor opción que podrías tener).
Si aumentas ese número a dos pretendientes, hay una chance de 50:50 de elegir al mejor candidato. En este caso da lo mismo si usas la fórmula propuesta o si examinas a un candidato antes de elegir al otro. Siempre tendrás un 50% de chance de elegir al mejor.
Pero cuando el número de pretendientes crece, verás cómo al usar esta regla matemática, tus chances aumentan en comparación con no usarla.
Cuando los matemáticos repitieron el proceso en grupos más y más grandes de pretendientes, notaron algo interesante. El número óptimo de pretendientes que deberías probar y rechazar antes de empezar a buscar por el ideal, se acerca cada vez más a la cifra de 37%.
La explicación exhaustiva para esto pertenece a las profundidades de los océanos matemáticos, pero para hacer el cuento corto, la fórmula ha sido mostrada una y otra vez para aumentar tus probabilidades de apuntarle a la mejor opción entre una serie de opciones desconocidas (que incluyen las del futuro), ya sea que tu búsqueda sea la pareja perfecta, un departamento o una oferta de trabajo.
En 1984, un matemático japonés llamado Minoru Sakaguchi desarrolló un modelo ligeramente diferente, más ideal para hombres y mujeres independientes. En el modelo Sakaguchi, la persona quiere encontrar a su mejor pareja, pero prefieren también estar solteros antes que quedarse con cualquiera. En este caso, no tendrías que pensar en establecerte antes de haber probado ya con un 60,7% de candidatos o candidatas. Como esta situación no te importa mucho si terminas sol@, estás bien con el hecho de seguir revisando candidatos, reunir mayor información y tener más posibilidades de elegir a la mejor persona.
Estos modelos son teóricos, pero apoyan algunos conocimientos convencionales acerca de la búsqueda de pareja.
Primero, ofrecen una forma racional de salir con gente antes de «sentar cabeza». Sin un historial de citas no se tiene suficiente conocimiento para tomar una buena decisión.
Segundo, cuando eliges ponerte serio, todo depende realmente de tus preferencias. Si quieres alguien que sea suficientemente bueno y minimizar la chance de terminar solo, tratarás de formar una pareja seria y duradera relativamente temprano (esto es, después de probar y rechazar al primer 30% de pretendientes de tu vida).
Si tu objetivo es encontrar al mejor de los mejores de todo el lote, esperarás un poco más, probando y rechazando a un 37% del total. Pero si quieres encontrar a tu par perfecto y no te importa arriesgarte a terminar en la soltería, esperarás mucho más, probando y rechazando al 60,7% del total, antes de decidir «echarte el lazo al cuello».
Estas ecuaciones también reafirman a quienes tienen miedo de perder, a los que temen comprometerse con una pareja porque no saben qué se perderán más adelante. La fórmula también muestra que no es necesario buscar a todos los peces del mar para maximizar tus chances de encontrar lo mejor; basta con los peces del estanque.
Traducción, El Ciudadano.
Fuente, The Independent.