Durante la última década, la mayoría de los medios de comunicación se encuentran influenciados fuertemente por una tendencia a criticar a la política, manifestando y exacerbando los aspectos negativos o los errores cometidos. Paradójicamente algunas tendencias quieren manifestarse como no políticas, pero están empeñadas en conseguir el poder por definición política. Dentro de esta tendencia, como la política y los políticos son vistos como un mal necesario, algunos tratan de desmarcarse y se definen como nobles personas al servicio, manifestando que la gente vota por las personas y no por los partidos o quienes representan a los partidos.
Si hasta los independientes son una postura política. Todo aquel que busca el poder y dirigir los destinos de una ciudad o país es un político. La trampa en poner a las características de las personas por sobre las tendencias o los movimientos políticos que representan, han confundido a la gente y la denominada opinión pública no es más que las tendencias manifestadas por mucho tiempo por los medios de comunicación.
Desde mi perspectiva se deben debatir modelos y cada tendencia política está más cercana o lejana a determinados modelos, de esta forma algunas administraciones serán más o menos participativas, más o menos autoritarias.
Por qué no debatimos respecto a los modelos, por qué no elegimos en base a los equipos de trabajo que muestren los candidatos. El juicio de la ciudadanía debería estar centrado en la preferencia de determinado modelo y en la capacidad de equipos de trabajos.
Quienes tratan de mostrase como apolíticos persiguiendo fines políticos han sabido armar una estrategia, que da frutos tras el poder y la popularidad alcanzada, pero su tras fondo es el engaño sistemático a través de los medios de comunicación.
“No politice el asunto”, se escucha frecuentemente en diversos debates. Toda decisión implica una mirada social o individualista, participativa o autoritaria, comprometida o superficial.
Los candidatos deben mostrar con claridad a qué tendencia representan y cuáles serán sus equipos de trabajo y estilos de gestión.
Un ejemplo claro son las políticas de participación. Mientras los municipios más progresistas se encuentran incorporando mecanismos de participación, por ejemplo a través de presupuestos participativos, otros continúan tomando decisiones a espaldas de la gente. Mientras algunos apoyan a la micro y pequeña empresa, generando políticas de fomento productivo, otros apuntan a la atracción de inversiones, fuerte inversión pública, privilegiando la gran inversión. Estos puntos deben estar en el debate, qué modelo es más o menos participativo o más o menos social.
Hoy cuesta que la gente participe, prima la competencia y el individualismo, pero estos no son fenómenos espontáneos, responden a una herencia de años de menosprecio a la política. Mientras un sector saca dividendos de su estrategia después de casi 40 años de persistencia en un mensaje, los chilenos y chilenas ven la parte vacía del vaso, criticando todo o casi todo y manteniendo una actitud pesimista. Parecemos una nación aislada inconsciente de las realidades paralelas que se viven en otros rincones del planeta.
Elecciones, participación, modelos y equipos de trabajo
Durante la última década, la mayoría de los medios de comunicación se encuentran influenciados fuertemente por una tendencia a criticar a la política, manifestando y exacerbando los aspectos negativos o los errores cometidos