La escena pudo haber sido así: Jimmy Page despidió a los últimos asistentes, cerró la puerta, apagó las luces y cuando encaró por primera vez hacia su nuevo dormitorio, oyó algo que golpeaba, rebotando contra el piso, pac-pac-pac. A la mañana habló con los caseros, que esquivaron las preguntas, cambiaron de tema. Se alejó y oyó que murmuraban: “Maldita sea. Otro que oye la cabeza rodar”.
Aparte de rockero, el guitarrista del Led Zeppelin amaba las ciencias ocultas, conocía la historia. En agosto de 1889, el filósofo y ocultista Aleister Crowley, “el hombre más perverso del mundo”, adquirió una vieja casona a orillas del lago Ness. Los inviernos eran gélidos y sin colores. En las interminables noches del hemisferio boreal, Crowley se dedicó a recuperar la casa, una vieja iglesia del siglo XVII consumida por un incendio en pocos minutos, con párroco y feligreses dentro, aullando de terror.
Crowley vivió allí pocos años y practicó diversos rituales, sacrificios incluidos. El hombre huyó y lo sucedieron tres dueños que no la pasaron mejor: el último se suicidó. En 1971, Page compró la casa obsesionado por Crowley. Eran tiempos de orgías y drogas en el mejor momento de la banda más pesada del rock. Imposible saber si por los alucinógenos o por haber sido poseído, el guitarrista vestía con ropas de Crowley y practicaba ritos sexuales, quizá con su novia Lorie Maddox.
En 1975 Page habló con RollingStone: “Las malas vibraciones estaban allí antes de Crowley, Un hombre fue decapitado en su interior y a veces puede oírse su cabeza rodando por el suelo”. Durante una breve estadía, un amigo de Jimmy oyó ruido y pensó que eran gatos. Preguntó al ama de llaves por qué dejaban pasear los meninos por los pasillos. Ella respondió: “Los gatos son encerrados cada noche”.
La obsesión de Page por Crowley le dio a Zeppelin una fama de satanismo que la banda nunca pudo quitarse. Para su cuarto y legendario álbum, Jimmy escogió un símbolo al que se acusó de ser referencia a quien sería uno de los demonios del Infierno, Zoso. Aquello supuso un pacto infernal que hizo de aquel disco un superéxito. Pero todos saben, los pactos tienen costo: en breve tiempo morirían el hijo del cantante Robert Plant y el propio baterista de la banda. Cuando los 80s llegaron con su cambio de aire, aquella fama satánica contribuyó al final de Zep. ¿Por qué aún se dice que aquella casa es un portal al infierno? A pocos metros, siempre fiel a la orilla incolora del Ness, se encuentra el antiguo cementerio de la región. Un túnel, que habría sido construido en las épocas de la vieja Iglesia, comunicaría la casa con el camposanto. ¿Y Jimmy Page? Vendió la propiedad en 1990. Jamás volvió a hablar de ella. Ni siquiera cuando el fuego volvió a devorarla, en diciembre de 2015.