Un equipo de científicos españoles y mexicanos desarrolló un método para limpiar aguas de metales pesados y compuestos orgánicos contaminantes, utilizando un nuevo material adsorbente a base de cáscaras de frutas cítricas (como la naranja y el pomelo).
Procesar o eliminar los residuos de estas frutas, es un problema para la industria de los alimentos, porque las 38,2 millones de toneladas de estas cáscaras que se generan al año, ocupan un gran volumen y no tienen una utilidad importante.
El estudio servirá para diseñar un innovador tratamiento de descompresión instantánea controlada, que modifica la estructura de estos residuos y les otorga propiedades adsorbentes, como mayor porosidad y área superficial, informa Sinc.
Los autores explican que mediante un tratamiento químico, el equipo logró agregar grupos funcionales al material original, lo que le otorgó la propiedad de seleccionar y remover contaminantes orgánicos y metales que están en el agua.
El estudio a escala de laboratorio ofreció los parámetros de diseño para proyectar el uso de estos materiales a mayor escala, y un estudio posterior demostró que estos nuevos materiales se pueden compactar en columnas de lecho fijo, como un filtro por el que pase el agua contaminada en un flujo continuo, de la misma forma en que se hacen los tratamientos de aguas residuales.
«Los resultados obtenidos muestran gran potencial de uso de estos materiales como adsorbentes capaces de competir contra el carbón activado comercial para la adsorción y recuperación de metales presentes en las aguas residuales, de tal forma que se podrían realizar procesos sostenibles en donde se obtengan productos con alto valor comercial a partir de residuos de la industria alimentaria”, señala a Sinc Luis Alberto Romero, científico de la Universidad de Granada.
El equipo binacional está compuesto por investigadores de la Universidad de Granada, España, del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Electroquímica, México, y del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial, también de México. Los informes fueron publicados en Chemical Technology and Biotechnology y en Revista Mexicana de Ingeniería Química.
El Ciudadano