Terminado el desarme de las Farc, que tendrá su cierre público este martes 27 de junio en una de sus zonas de influencia histórica, el más grande desafío para esta organización que durante medio siglo enfrentó a punta de fusiles al Estado colombiano será darle vida a su partido político, precisamente, bajo las reglas de la institucionalidad que combatió.
Al mismo tiempo, la irrupción de las Farc en la política les plantea al Estado y a sus instituciones el reto de demostrar que en la Colombia del siglo XXI todos pueden defender sus ideas en la legalidad, y sin temor a ser asesinados.
«La superación de estos dos desafíos, en medio de la polarizada precampaña para las presidenciales del 2018, hará la diferencia entre el viejo y el nuevo país, entre el país de la guerra y el país de la paz, que tanto los excombatientes como la clase política dicen querer y defender», escribe Mariso Gómez Giraldo, editora de El Tiempo de Colombia.
En lo que les corresponde a las Farc, el hoy todavía jefe guerrillero Pablo Catatumbo dice que respaldarán “al candidato presidencial que apoye y ponga en marcha los acuerdos de paz, independientemente de quien sea”. Por primera vez, y ya convertidas en movimiento político –planean definir su plataforma y sus estatutos en agosto–, las Farc podrán llamar a sus bases a votar por el candidato que decidan respaldar, como lo hace hoy cualquier partido.
En las elecciones para el Congreso, en marzo, las Farc sí participarán con sus propios candidatos. En esos comicios obtendrán al menos cinco curules en el Senado y cinco más en la Cámara de Representantes, ya que esos cupos son los que les garantiza el Acuerdo Final de Paz. Ahora bien, si en esa contienda electoral obtienen más de las 10 curules, eso será ganancia extra para el nuevo partido de izquierda que tendrá Colombia.
Ahora bien, no todo parece ser tan simple en el futuro: el senador y precandidato presidencial del Centro Democrático, Iván Duque, cree que los jefes de las Farc involucrados en delitos graves no deben ir “de manera inmediata al Congreso”, sino después de acudir a la justicia para responder por sus crímenes.
Además, a las puertas de transformarse en un partido, los jefes de las Farc coinciden en que una de sus mayores preocupaciones es la seguridad de los excombatientes.