La inversión en sanidad destinada a los niños más pobres tiene un alto coste, pero salva casi el doble de vidas por dólar gastado en comparación con la misma intervención en grupos sociales menos desfavorecidos, según expone un estudio publicado hoy por Unicef.
«Las inversiones en poblaciones de niños y madres pobres, por cada millón invertido, salvan el doble de vidas de menores de 5 años que en una inversión equivalente en otras poblaciones que no son pobres», señaló uno de los autores del estudio, Carlos Herrera.
«Reducir las diferencias: el poder de invertir en los niños más pobres» es un informe que confirma una predicción «inusual» hecha por Unicef en 2010: el alto coste de las intervenciones sanitarias para este grupo se compensaría con resultados aún más grandes, explicó la agencia en un comunicado.
«Es más caro porque los grupos viven en zonas más remotas, hay barreras financieras… pero sus niveles de mortalidad son tan altos que la cobertura de servicios de salud salva muchas más vidas que una mejora equivalente en otro grupo», añadió Herrera.
El análisis se basa en 51 países en los que muere el 80% de los niños recién nacidos o menores de cinco años, entre ellos Afganistán, Bangladesh y Malawi, tres naciones que precisamente han notado la diferencia que supone invertir en los niños más desfavorecidos.
«En países con situaciones muy desfavorables, como Afganistán, donde hay una crisis humanitaria continuada, se ha conseguido llegar a las poblaciones pobres con algunos enfoques innovadores, llevando a trabajadores de salud hasta las propias poblaciones, haciendo acuerdos con ONG…», señaló el asesor sénior en Equidad y Salud de Unicef.
Según se desprende de las cifras obtenidas por la agencia humanitaria, las intervenciones destinadas a los niños más pobres son casi el doble de rentables en cuanto a vidas salvadas se refiere: en concreto, son 1,8 veces más efectivas en coste.
Además, mejorar la cobertura de las acciones destinadas a salvar la vida de este grupo contribuyó a reducir su mortalidad infantil 3 veces más rápido que en otros menos pobres.
Estas acciones, que previenen o curan sus enfermedades y dolencias más comunes, van desde colocar mosquiteros impregnados de insecticida en lugares azotados por la malaria o poner vacunas contra la diarrea y la neumonía hasta ofrecer asistencia a los partos en condiciones de higiene.
«Las causas de mortalidad de esta población son las más fáciles de prevenir y curar y, sin embargo, no lo hemos hecho hasta ahora: es urgente y factible», insistió Herrera.
El director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake, consideró los datos del estudio «cruciales» para los Gobiernos que buscan reducir el número de muertes evitables de niños y hacer que «cada dólar cuente».
Las conclusiones llegan en un momento en que los países deben decidir sus prioridades de inversión para los presupuestos públicos y se desarrollan iniciativas para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.
«Si seguimos haciendo lo mismo que hasta ahora, hasta 70 millones de niños menores de 5 años podrían morir innecesariamente», advirtió Herrera.