El presidente de Brasil, Michel Temer, se enfrenta hoy a la segunda huelga general convocada por los sindicatos contra las reformas económicas de su Gobierno, debilitado en medio de los escándalos de corrupción que han salpicado tanto a sus funcionarios como al propio presidente.
Las centrales sindicales protagonizarán este viernes el segundo paro en dos meses para expresar su rechazo a la reforma laboral y a la modificación del sistema de pensiones y jubilaciones que se debaten en el Congreso. En esa dirección algunos sindicatos también reclaman la renuncia del presidente brasileño, quien esta semana fue denunciado por la Fiscalía por el delito de corrupción pasiva tras la confesión realizada por uno de los dueños del grupo JBS, que le acusó de recibir sobornos desde 2010.
En esa misma dirección, las principales ciudades amanecieron con sus accesos cortados, llantas de coches incendiadas y presencia de manifestantes en las calles.
Temer, en sus horas más bajas, es investigado, además, por los delitos de obstrucción a la justicia y asociación ilícita, por lo que el fiscal general, Rodrigo Janot, podría presentar una acusación en los próximos días, después de que la policía concluyese en un informe que el mandatario “obstruyó la investigación” y omitió informar de corrupción, informa el portal Expansión.
Força Sindical y la Unión General de los Trabajadores (UGT), dos de las tres mayores centrales del país, creen que la movilización prevista para este viernes será menor que la del 28 de abril, debido, principalmente, a la menor adhesión que se espera por parte de los trabajadores del sector de transportes. A“Se ha creado una expectativa que quizás no pueda confirmarse. Lo que sí habrá serán manifestaciones y paralizaciones en diversas partes de Brasil”, afirmó a la agencia EFE João Carlos Gonçalves, secretario general de Força Sindical.
La modificación de las leyes laborales, que abre la puerta a una flexibilización del mercado de trabajo, podría ser aprobada por el Congreso en las próximas semanas, pero los analistas creen que, después del escándalo que salpica directamente a Temer, el Ejecutivo tendrá dificultades para lograr la aprobación de la reforma de las jubilaciones.