Eduardo Martins era el perfil perfecto de Instagram para seguir. Era un héroe para muchos. Un fotógrafo de las Naciones Unidas que pasaba su vida en el frente de guerra y en los campos de refugiados. Tenía más de 127 mil seguidores.
Sus fotos lo mostraban en Irak y Siria retratando el sufrimiento humano y contando historias donde aparecía como un héroe.
Conmovía con sus historias (que además tenían lógica con las imágenes que compartía):
“Una vez, durante un tiroteo en Irak, dejé de fotografiar para ayudar a un niño que había sido golpeado por una bomba molotov y lo saqué de la zona de fuego. Dejé de ser un fotógrafo y fui un ser humano”, expuso en una entrevista para la revista Recount en 2016.
Sus fotografías y entrevistas aparecían en diarios famosos; además, había en su cuenta de Instagram comentarios de colegas inventados por él, como el reportero de The Wall Street Journal llamado Thomaz Griffin, quien en realidad no existe.
Incluso, ganó tanta fama en Instagram, que hubo periodistas que le creyeron y lo recomendaban a editores internacionales, como Marco Vitale.
Las sospechas
Martins contactó a BBC Brasil y le ofreció su historia y fotografías; sin embargo siempre se negó a hablar por teléfono, pues decía que estaba en el frente de batalla de Mosul, Irak.
¿Su error? Se puso en contacto con una colaboradora de dicha cadena que vive en el Medio Oriente. Comenzaron a platicar y ella empezó a desconfiar de él, y todo se fue derrumbando poco a poco cuando periodistas brasileños amigos de ella, que realmente estaban en Irak, dijeron que no era conocido allí.
Además, solo se ponía en contacto con mensajes de voz por WhatsApp, siempre en archivos de audio, nunca grabados al instante. Nadie lo conocía, ni reporteros ni gente en Siria o Irak.
Por si fuera poco, Vice le había dedicado incluso un reportaje completo sobre él y su trabajo; el texto describía la muerte de unos soldados kurdos y 16 del Estado Islámico.
Al igual que esta historia, otras como la de una foto suya con niños enfermos de VIH sembraban dudas. Nadie lo conocía en los lugares que decía haber visitado y los hechos no eran verídicos.
Finalmente, la BBC Brasil contactó a un fotógrafo estadounidense llamado Daniel C. Britt, pues sospechaban que algunas de sus fotos eran usadas por Martins, y las hacía pasar como suyas
Por ejemplo, Martins aseguraba que tal imagen era de él, cuando le pertenecía a Britt y tenía fecha del 28 de octubre de 2013 en la ciudad de Hama, también en Siria.
En una entrevista para la revista Recount, tres de las 13 fotografías publicadas por él, en realidad le pertenecían a Britt. El fotógrafo Daniel C. Britt, dijo:
Esto es lo que sé: Eduardo Martins ha robado imágenes de varios sitios, incluido el mío, y las ha revendido a la agencia Getty Images y a Zuma Press.
Netflix también involucrado
Y por si todo esto no fuera suficiente, Martins cometió otro error, le dijo a un fotógrafo “Estoy haciendo un documental con Netflix en Mosul y me preguntaba si tienes interés en participar. Abrazos, hermano”. BBC Brasil contactó a Netflix y la plataforma dijo en un comunicado que el trabajo nunca fue solicitado.
Luego de que la historia del fraude en BBC Brasil flotara más y más, el rostro de Martins se empezó a hacer famoso, tanto que un surfista británico que vive en España lo vio… y resultó ser el suyo.
¿De quién es el rostro?
Se llama Max Hepworth-Povey, es surfista y un amigo le dijo un día que alguien había robado su rostro:
Cuando mi amigo me mostró las fotos, primero pensé que era una broma, alguna clase de chiste. Pero en realidad mis fotografías fueron robadas. Es una locura que un tipo al azar haya decidido utilizar mi imagen entre muchas opciones en internet.
Max trabaja en una empresa de surf y ciclismo llamada Ticket to Ride. Se enteró del caso por un amigo que trabaja en los medios:
Yo estaba descansando, tomando un vino cuando un amigo (el editor de la revista Wavelength) me contactó diciendo que habían robado mi identidad en una especie de fraude en internet.
Max dijo que el falso fotógrafo lo había contactado por Facebook con un perfil falso, y que le ofreció un trabajo en relación al surf; incluso conversaron por Skype, pero que fue tan rara la videollamada que rechazó la propuesta.
“Una semana después, alguien hizo un perfil falso de mí en Facebook y pensé ‘¿qué diablos?’. Me pareció que era muy sombrío y decidí cerrar mi cuenta en Facebook. Tal vez tiene que ver con esto”.
La historia de Max concuerda con lo relatado por las cadenas que lograron “entrevistar” vía Skype a Martins: sin embargo, vieron la imagen de un hombre rubio durante unos minutos, y el video y el sonido siempre tenían fallas o la conexión se cortaba rápidamente.
Derechos de autor y plagio
Las fotos no podían ser rastreadas a través de los motores de búsqueda de imágenes porque Martins las editaba demasiado. Y para evitar el plagio, invertía el plano horizontal de las imágenes, tanto, que hasta el mismo fotógrafo Daniel C. Britt tardó en descubrir que le habían robado sus fotos.
La agencia Getty Images, quien también cayó en las mentiras, publicó en un comunicado que Martins:
Ha sido identificado como un colaborador y proveedor de contenido de uno de nuestros socios que ya estaba notificados de esta violación. A medida que trabajamos junto con todos nuestros departamentos internos para aclarar con urgencia este tema, vamos a eliminar todo el material involucrado.
Así mismo, Zuma Press dijo: “vamos a eliminar las imágenes en cuestión con el crédito de ‘Eduardo Martins’ y pediremos a nuestros organismos asociados hacer lo mismo”.
¿Dónde está?
A finales de agosto, Eduardo Martins supo que había sospecha de falsificación de las fotos vendidas a Getty e inmediatamente desapareció. Borró su cuenta de Instagram y ya no aparece en WhatsApp.
“Estoy en Australia. Tomé la decisión de pasar un año en una furgoneta rodando por el mundo. Voy a cortar todo, incluyendo internet, también eliminar el Instagram. Quiero estar solo. Hablaremos cuando vuelva. Abrazos”, fue lo último que se supo de él…