Durante esta jornada, dos personajes públicos han hecho noticia por sus insólitas declaraciones en torno a casos que involucran una violación de derechos humanos básicos de distintos ciudadanos, en diferentes épocas de nuestra historia. Uno es un secretario de Estado; el otro un cardenal.
Hernán Larraín, ministro de Justicia del gobierno de Sebastián Piñera, decidió pronunciarse a través de su cuenta de Twitter respecto de las declaraciones emitidas en la Sala de la Cámara de Diputados por el UDI Ignacio Urrutia. En medio de la discusión por el retiro por parte del Ejecutivo del proyecto que busca otorgar una reparación a las víctimas de la dictadura, el parlamentario trató de “terroristas” a quienes sufrieron la violencia del Estado durante ese período, calificando el bono que se les quiere dar como un «aguinaldo».
¿Qué dijo Larraín?: lo acusó de «despreciar» los derechos humanos y a las víctimas de violaciones de éstos, agregando que su declaración refleja además un «profundo descriterio, odioso y contumaz».
Lejos de convencer, la efusiva condena de parte de Larraín a Urrutia no generó sino sorpresa y dudas respecto a lo genuino de éstas, considerando que el ministro de Justicia ha sido un histórico defensor del golpe de Estado de 1973 y de la dictadura de Augusto Pinochet, poniendo en duda -al igual como hizo por años su partido, la UDI- las violaciones sistemáticas a los derechos humanos ocurridas durante ese período.
Por otra parte, el fundador de la Unión Demócrata Independiente es reconocido como uno de los políticos que realizó una férrea defensa de Colonia Dignidad y de Paul Schäfer, cuando la Justicia chilena persiguió al jerarca de la organización criminal por abuso sexual de niños.
Ezzati, de «cómplice» a acusador
Por otra parte, pero en la misma sintonía, el cardenal Ricardo Ezzati intentó convencer a la ciudadanía que hoy está del lado de las víctimas de otro tipo de violación a los derechos humanos: el abuso sexual.
Al ser consultado el religioso por su opinión respecto al obispo Juan Barros, Ezzati aseguró que el Papa Francisco fue «engañado» respecto a la información que le fue entregada sobre el religioso de Osorno, añadiendo que dicho caso debió haberse resuelto «hace años».
Pero fue más allá y dijo que Barros debe «dar un paso al costado» por lo que llamó «el bien del pueblo de Dios». «Si me lo pide a mí, también debiera estar dispuesto a eso», añadió.
La frase es a lo menos insólita, considerando que es a él y al cardenal Francisco Javier Errázuriz a quienes las víctimas de Karadima -a quien habría encubierto el obispo Barros- apuntan como «cómplices» de lo obrado por el sacerdote abusador.
«Son dos viles delincuentes que son capaces de mentirle al Papa», afirmó James Hamilton, uno de los jóvenes abusados por Karadima, en el marco de la visita de Francisco a Chile en enero pasado.