En entrevista a diario capitalino Miguel Crispi, el ex funcionario del ministerio de Educación de Nicolas Eyzaguirre y actual jefe de bancada de Revolución Democrática del Frente Amplio en la cámara, reconoce haberse equivocado por segunda vez “al no haber leído bien el plan perfecto con el que llegó Piñera”.
Recordemos que Crispi y otros funcionarios de RD renunciaron a sus pegas en el Mineduc — dónde el patrón era Nicolás Eyzaguirre — después de reconocer que era imposible aspirar a cambios fundamentales en educación superior desde el Gobierno de Bachelet. La justificación de RD para entrar al gobierno pasado fue un supuesto ímpetu reformista que “abría puertas” (Dixit el diputado Jackson).
Si bien Crispi reconoce ahora que el plan piñerista es solo en “apariencia perfecto”, el dirigente RD declara con una ingenuidad que sorprende, que durante las primeras semanas su bancada y a “nivel general” dice, sin dejar en claro si se refiere a toda la representación parlamentaria del FA, se instaló la “opinión que el Gobierno de Piñera era un bloque sin grietas”.
En ningún momento en su entrevista en El Mercurio, se le ocurre siquiera a Crispi caracterizar la composición social y política del Gobierno de Piñera. Lo hubiera podido ayudar un poco a ubicarse y a evitar que la instalación del FA en el Congreso fuera “accidentada”, como dice. El jefe de la bancada de RD ignora inexplicablemente que éste sea hasta los tuétanos un gobierno de empresarios y que gobernará para la oligarquía con un plan de conjunto de corte neoliberal y conservador en lo político, económico y cultural.
A la jefe de bancada RD, los árboles le impiden ver el bosque.
Crispi soslaya que la clase empresarial, que ha sido sistemáticamente favorecida por los gobiernos de la Concertación-Nueva Mayoría, bajo la presión de sus partidos (Chile Vamos) y financiada por las grandes empresas Penta, SQM, Luksic, Paulmann, Angelini; grandes bancos, Isapres, AFPs, oligopolios farmacéuticos, forestales, pesqueras, mineras, decidió ella misma administrar el país al igual que las oligarquías occidentales y latinoamericanas lo están haciendo al aprovechar los errores y la corrupción desatada por los “progresismos” y las “centroizquierdas” neoliberalizadas y en descomposición. Y es que las oligarquías nacionales perciben que hay una crisis civilizatoria profunda y que globalmente planea el espectro de otra crisis financiera parecida a la del 2008.
Nada extraño que el presidente chileno en cuestión sea un millonario de Forbes.
Sin embargo, nada de esto ayudó a Crispi para leer el conjunto del diseño neoliberal…
El jefe de bancada daría cuenta así que algunos diputados frenteamplistas fueron demasiado lejos. Que éstos incluso creyeron en la táctica de los “acuerdos nacionales” de Piñera y, que pese a disponer de “liderazgo” y experiencia (Crispi no explica qué entiende por esto de ser “líder”, ¿serán los tipos más ‘inteligentes”, aquellos plebiscitados por los medios y las encuestadoras como “cancheros”?) eran analfabetos políticos (“no supimos leer” dice Crispi) y por eso cayeron redonditos en la trampa de las Comisiones “sobre la infancia” y otras, debiendo comprobar más tarde lo que el sentido común decía: que se trataba en la práctica de una maniobra discursiva del piñerismo para apaciguar les tensiones, seducir a la ciudadanía, neutralizar y dividir a la oposición en crisis.
Y el fin (que justifica los medios) no es otro que reactualizar en diversos frentes el plan neoliberal, el mismo de la dictadura, pero en las condiciones de una democracia representativa liberal con irrupción de movimientos sociales.
Después de escuchar el plan de represión de Piñera en la Araucanía, el plan de Hacienda y Economía de Larraín-Valente destinado a bajarle los impuestos a los súper ricos y atraer inversiones del capital extranjero; el de Varela para salvar el mercado de la educación superior, de Santelices para continuar con el negocio de las clínicas privadas de salud “objetoras” del aborto por tres causales, de ver para dónde va el plan devastador de Dominga (de Délano-Lavín Penta), la ingenuidad de Crispi se debe más bien a una incapacidad para entender el diseño y las dinámicas de las fuerzas políticas y sociales, y los desafíos del Chile actual.
¿Habrá que reconocer la honestidad política de Crispi cuando confiesa ignorar que el único plan de un gobierno neoliberal es beneficiar a la oligarquía y que para eso busca fragmentar las demandas y los frentes de conflictos (las “causas”) para administrarlas en su provecho y que, por lo tanto, la tarea de un movimiento político antineoliberal y democrático es trabajar por hacer converger las luchas de los movimientos sociales, para potenciarlos?
Tal situación obliga a preguntarse, más que por los “liderazgos” en el Frente Amplio, por el control que las bases del conglomerado ejercen sobre los parlamentarios y parlamentarias, y con especial atención por aquellos que no tienen empacho en irle a confesar a El Mercurio que son extraterrestres con alma de buenos muchachos.
Por Leopoldo Lavín Mujica