El Salvador: ¿De la esperanza a la locura?

La tarea de derrotar a la dictadura militar y abrir los espacios democráticos lo hizo el FMLN, como síntesis colosal de la lucha de un pueblo, que sufrió la persecución, represión, tortura y asesinato recurrentemente

El Salvador: ¿De la esperanza a la locura?

Autor: Alexis Rodriguez

Por Izquierda Joven

El pasado fin de semana, El Salvador retrocedió 40 años en la conquista de espacios de participación democrática, provocando repudio e indignación a nivel nacional e internacional.

El actual presidente de la república, Nayib Bukele, haciendo gala del más burdo autoritarismo de los años ’70 y ’80, se presentó con su turba enardecida de seguidores en las instalaciones de la Asamblea Legislativa, para obligar a que los diputados le aprobaran un préstamo para financiar su «cacaraqueado» Plan Control Territorial que, lejos de combatir la delincuencia y el crimen organizado, únicamente sirve para promover una ilusión de mejoría en la seguridad de la población.

Más allá de ser un exabrupto autoritario o una locura como pudiera creerse, es claro que este personaje, que actualmente ocupa la silla presidencial en El Salvador, es parte del plan continental de dominación y explotación neoliberal, cuyo estado mayor se encuentra en los grandes centro de poder económico, político y militar norteamericano.

Es el Bolsonaro salvadoreño, que exaltando el odio, el autoritarismo y el fundamentalismo religioso, pretende exterminar a la izquierda partidaria: el FMLN.

Este plan tiene preparado para cada fuerza de izquierda latinoamericana una táctica específica, según las particularidades de su respectivo país, sumado a otros ejes generales de ataque, como la supuesta corrupción de líderes de izquierda.

Por ejemplo, en Brasil, ha sido mediante la judicialización de la política contra Lula, Dilma y todo el Partido de los Trabajadores; en Venezuela, mediante el más criminal sabotaje económico y la desestabilización política y social; en Ecuador a través de la cooptación del sucesor de Correa en la presidencia; en Nicaragua, mediante el financiamiento de grupos de vandalismo que segó la vida de muchos nicaragüenses; y uno de los capítulos más abominables de este plan: el golpe de Estado contra Evo Morales y el gobierno del Movimiento al Socialismo, que desde octubre del pasado año ha sembrado el terror y la muerte de muchos bolivianos y bolivianas.

Todas estas tácticas, que sumadas a los errores, desviaciones e insuficiencias de los gobiernos populares, confluyen a un mismo objetivo: expulsar a los partidos de izquierda y progresistas de la participación en el sistema político representativo, y de preferencia, aniquilarlos de una vez por todas, mediante la judicialización de la política o por la vía del exterminio físico.

¿Expulsar a la izquierda del sistema? Ante esta pregunta habrá que recordar aquella tesis de Schafik: “[…] abandonamos las armas, entramos en el sistema para cambiar el sistema; no para que el sistema nos cambie a nosotros».

Sobrevienen otras preguntas: ¿Estaba el FMLN fuera del sistema? ¿Cuál sistema? ¿Se puede cambiar el sistema desde adentro? Con el derrumbe de la URSS y fin del mundo bipolar, la derrota de las dictaduras militares a manos de las luchas populares del siglo XX en América Latina abrió los espacios de participación democrática (representativa burguesa), desde los cuales intenta impulsar transformaciones sociales que por la vía de las armas no habían sido posible. La izquierda latinoamericana entro en el sistema democrático representativo burgués, espacios que históricamente le fueron vetados, con algunas excepciones.

En El Salvador, esa tarea de derrotar a la dictadura militar y abrir los espacios democráticos lo hizo el FMLN, como síntesis colosal de la lucha de un pueblo, que sufrió la persecución, represión, tortura y asesinato recurrentemente por los gobiernos dictatoriales con ayuda militar del gobierno de Estados Unidos, en defensa de los intereses económicos y políticos de los oligarcas, que concentraban la riqueza basada en la explotación de una masa de trabajadores mayormente agrícolas. Esta represión generó una respuesta, expresada en la lucha armada popular que puso fin a 60 años ininterrumpidos de dictadura militar, resultado de la cual el FMLN abrió la puerta a su participación en el sistema democrático burgués.

Pero el sistema se reestructura y blinda para que la izquierda no pueda hacer nada para transformarlo. Sumado a ello, la ausencia de una estrategia y programa efectivo de parte de las fuerzas de izquierda, así como los errores y desviaciones cometidos, retrasa o socaba la posibilidad de superar la democracia burguesa.

Derrotado en las recientes elecciones presidenciales, después de dos gobiernos nacionales marcados por el sabotaje de la derecha y una conducta conciliadora, el FMLN lucha contra su expulsión del sistema político, que tanto puede ser por la vía de la judicialización política, el cierre de los espacios democráticos, (auto) golpes de Estado, como fue intentado este domingo o por vía del aniquilamiento físico.

De ese capítulo amargo de nuestra historia, la Comisión de la Verdad presentó su informe sobre todas las atrocidades cometidas durante 12 años de guerra, el cual tituló De la locura a la esperanza. Cabe preguntarse si, a la luz de los acontecimientos recientes en el país, pasaremos ¿De la esperanza a la locura?

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