En junio los mercados financieros en todo el mundo, incluido desde luego Chile, incrementaron notoriamente su inestabilidad luego que la Reserva Federal norteamericana anunciase que, de darse determinadas condiciones, procedería en el curso del año a reducir su política de estímulo monetario para ponerle fin en 2014. Ese comunicado se colocó en lo fundamental en línea con una desacertada memoria anual del Banco Internacional de Pagos, que sirve de coordinación e intercambio de opiniones para los principales bancos centrales, señalando que los institutos emisores no pueden hacer ya mucho más y deben entrar a considerar el “inevitable” repliegue futuro. Por las medidas que se propusieron Martin Wolf en Financial Times sostuvo que era un plan para empujar a las grandes economías a la depresión, que los grandes bancos centrales contribuyeron a evitar a fines de la década pasada con sus medidas de estímulo. ¿Cómo explicarse el viraje en sus conductas y particularmente el de la Fed? Para el premio Nobel Paul Krugman está respondiendo a presiones políticas cuando la economía norteamericana se encuentra enfrentada a una “depresión de baja intensidad”. El execonomista jefe del FMI, Kenneth Rogoff, por su parte, la entiende como una tregua en el largo conflicto por las políticas a seguir entre los “halcones” y las “palomas” de la Reserva Federal. En los países emergentes la inestabilidad se expresó ante todo en el retiro de recursos financieros, que ingresaron copiosamente con anterioridad buscando la rentabilidad que no obtuvieron en los países desarrollados.
En los últimos días de junio el Banco Internacional de Pagos (BIP), donde se coordinan los principales bancos centrales del mundo, dio a conocer su memoria anual sosteniendo que “está quedando cada vez más claro que los bancos centrales no pueden hacer ‘todo lo que haga falta’ para devolver a las aún débiles economías a un crecimiento fuerte y sostenido”. Es decir, dio a entender que prematuramente podía ponerse fin a las políticas de estimulo cuando aún en las grandes economías persisten tasas de desempleo extraordinariamente elevadas.
El resto del texto se refiere a cómo efectuar el repliegue. “(…) los bancos centrales –indicó el BIP- tienen muy presente que la dimensión y el alcance del inevitable repliegue futuro no tiene precedentes. Esto magnifica la incertidumbre que comportan la salida y el riesgo de que ésta no está exenta de contratiempos”. La responsabilidad de los pasos a dar se la deja a los respectivos bancos centrales. La Reserva Federal, el BCE, el Banco de Japón, el Banco de Inglaterra ”tienen algo muy delicado de sopesar: los riesgos de un repliegue prematuro y los riesgos de seguir demorándolo”, aconsejando que la determinación se efectúe en forma planificada y “asentado en una recuperación sólida”, que claramente aún no se produce. “La historia muestra –concluyó el BIP – que las decisiones de política monetaria resultan más acertadas cuando se ignoran aspectos de conveniencia política cortoplacistas (…)” Visto en la perspectiva de la situación actual las políticas de estímulo monetaria deberían mantenerse, aunque ellas resultarán siempre limitadas en una situación contractiva o de bajo crecimiento si no van unidas a medidas fiscales en la misma dirección.
“En pocas palabras –resumió la formulación del BIP Martín Wolf en Financial Times – sugiere que el sector privado debe incurrir en grandes excedentes financieros, mientras los agentes fuertemente endeudados pagan la deuda y mientras los gobiernos deben tener déficit más pequeños. (…) se trata –concluyó- de un plan para una depresión (27/06/13). En efecto, todas sus propuestas son contractivas cuando el gran problema de los países industrializados es que la demanda agregada sigue siendo baja y la tasa de desempleo continúa siendo muy elevada. En la eurozona, según las últimas cifras oficiales correspondientes a mayo, sigue creciendo.
En el caso de EE.UU., como recalcó Stephen S. Roach. “durante 21 trimestres desde principios de 2008, el consumo personal real (ajustado por la inflación) ha aumentado a una tasa anual promedio de tan solo 0,9%. Este es lejos –subrayó- el período más prolongado de debilidad en la demanda real de consumo estadounidense desde fines de la Segunda Guerra Mundial y una tremenda desaceleración respecto del ritmo de crecimiento del consumo anual real precrisis, del 3,6% entre 1996 y 2007. Como el consumo de los hogares estadounidenses –añadió Roach- representa aproximadamente el 70% de la economía, esa brecha de 2,7 puntos porcentuales entre las tendencias precrisis y poscrisis es de 1,9 puntos porcentuales. Si están buscando la causa del desempleo estadunidense inaceptablemente elevado –concluyó-, no busquen más” (31/05/13).
El análisis del BIP comete adicionalmente el error de no considerar el cuadro fiscal existente en la eurozona y EE.UU. En la primera sigue predominando la suicida política de austeridad que mantiene a su economía en una larga recesión, mientras que EE.UU. desde marzo está sometido al “secuestro” es decir a una constante reducción del gasto público que se suma al incremento en los gravámenes a las familias desde comienzos de año. En esas condiciones apresurar el retiro de los estímulos monetarios, por temor a una supuesta inflación futura, resulta absolutamente errado.
La repercusión en los mercados financieros no se produjo a partir de la memoria anual del BIP, ya venía de antes, pero se intensificó fuertemente al producirse la declaración de la Reserva Federal de que hacia fines de año podría reducir su política de relajamiento cuantitativo, de US$85.000 millones mensuales que a la fecha sigue sin modificarse, de cumplirse una serie de condiciones, que el desempleo baje y la inflación se acerque a la meta del 2% anual, alejándose el peligro de tasas de deflación o de incrementos en el IPC muy reducidos que lleve a reproducirse el largo período de estancamiento experimentado por la economía nipona. “La compra de activos –puntualizó- variará conforme a la marcha de la economía” (20/06/13). Las estimaciones revisadas de evolución económica en la reunión de la Reserva Federal de los días 18 y 19 de junio fueron que el crecimiento de 2013 se moverá en un rango de 2,3% a 2,8%, la tasa de desempleo bajará del 7,3% – 7,5% de la fuerza laboral cifrado en su reunión de marzo a 7,2% – 7,3%, para descender el año próximo a 6,5% – 6,8%, siendo la primera de estas dos cifras la tasa de desempleo que se propone como objetivo. Destacó, además, que la economía muestra resilencia a los recortes del gasto público en la medida que los consumidores impulsan el suyo.
Estimaciones que fueron cuestionadas rápidamente cuando el tercer y último cálculo del producto en el primer trimestre efectuada por el Departamento de Comercio cifró su crecimiento en solo 1,8%, cuando antes lo había calculado en 0,6 puntos porcentuales más. Esta reducción la fundamentó en un fuerte menor crecimiento del consumo, la diminución de las exportaciones y un bajo aumento de la inversión empresarial, en circunstancias que las sociedades no financieras disponen de US$1,8 billones en efectivo y activos líquidos.
Martín Wolf calificó este anuncio como un ajuste monetario “prematuro”. “Si la Fed hubiera sido más cuidadosa –escribió- esta restricción monetaria prematura no habría provocado la caída de los precios de los instrumentos financieros más importantes del mundo” perjudicando “gravemente” el proceso de recuperación. “La manera correcta de proceder –subrayó el economista de Financial Times- (…) es destacar las condiciones no los cronogramas”, así como la necesidad de efectuar una “gestión adecuada de las expectativas” (27/06/13).
Paul Krugman, luego de valorar los esfuerzos de la Fed en el período precedente por impulsar la economía y no olvidarse del crucial tema del desempleo, criticó el cambio en su discurso cuando el “estado de la economía” estadounidense “equivale a una depresión de baja intensidad, y los desacertados mensajes de la Reserva reducen la posibilidad de que esa depresión sea breve” (03/07/13). ¿Por qué este cambio? “(…) yo supongo –se contestó- que lo que realmente está pasando (…) conscientemente o no están respondiendo a las presiones políticas (…). Es triste y deprimente. La razón fundamental por qué la economía sigue deprimida (…) es que muchos responsables políticos (…) han olvidado que la creación de empleo era su misión más importante. Hasta el momento, la Reserva era una excepción, pero ahora parece que se une al grupo”. En la Unión Europea, para citar un ejemplo extremo, en mayo en doce meses los desempleados aumentaron en cifras interanuales en 1.324.000 y en la eurozona en 1.344.000. Los mayores incrementos se produjeron en Chipre de 11,4% a 16,3% y Grecia, en este caso a marzo, de 22,2% a 26,8%. En EE.UU., en junio había 11,8 millones de personas sin trabajo y la tasa de participación laboral fue de 63,5%, una décima superior a mayo, continuando en niveles mínimos en tres décadas. La tasa de desempleo se mantuvo en 7,6%.
“Los principales bancos centrales del mundo –comentó, por su parte, Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI- siguen expresando su preocupación por las repercusiones que puede generar su lucha contra la recesión. Es un error. Comparado con los riesgos políticos, sociales y económicos que conlleva la persistencia del lento crecimiento económico tras una crisis financiera de las que ocurren una vez cada cien años –argumentó- un arranque sostenido de inflación moderada no es algo por lo que preocuparse” (30/06/13).
“En Estados Unidos –añadió-, la Reserva Federal ha puesto nervioso a los mercados de bonos al indicar que la relajación cuantitativa ha llegado a su fin. La salida propuesta –reflexionó- parece reflejar una tregua entre los halcones y las palomas de la Fed. Los halcones obtuvieron liquidez masiva –detalla-, pero ahora que la economía está fortaleciéndose, los halcones insisten en abandonar los estímulos. Esta es una variante moderna de la receta clásica que consiste en comenzar a ajustar antes de que la inflación cale profundamente, aun cuando el empleo no se haya recuperado completamente”.
El temor a una inflación que en la actual coyuntura no está presente conduce, demuestra la experiencia histórica, a revertir o detener los procesos de recuperación. “Y seria una catástrofe –concluyó Rogoff- si la recuperación descarrilara por una excesiva devoción a los dogma antinflacionarios, igual que cuando algunos bancos centrales eran excesivamente devotos del patrón oro, durante las décadas de 1920 y 1930”. Ni en EE.UU. ni la eurozona existe inflación mientras que Japón hace esfuerzos desesperados por revertir el cuadro deflacionario que durante largos años ha golpeado a su economía.
El Banco Central Europeo (BCE), a través de su presidente, Mario Draghi, efectuó una declaración en que comunicó el acuerdo aprobado por unanimidad, es decir con el voto también del Bundesbank, de mantener su actual mínimo histórico de tasa de interés, de 0,5% nominal anual, “por un período de tiempo prolongado”. Agregando que hacen “lo posible para reaccionar ante la volatilidad en los mercados a su vez consecuencias de sucesos que tuvieron lugar fuera” de Europa (05/07/13). En su texto el BCE constató la improbabilidad de que las actuales circunstancias la inflación supere su meta de 2% en el mediano plazo a causa “de las debilidades generales de la economía”.
Casi simultáneamente el Banco de Inglaterra se pronunció en la misma dirección cuando Mark Carney, su nuevo gobernador –el primero extranjero en sus 319 años de existencia- llevaba solo cuatro días en el cargo. En su comunicado estableció que sus tasas de interés permanecerán más tiempo en sus mínimos históricos y confirmando su programa de emisión monetaria por la vía de compra de activos.
La inestabilidad financiera creada por la posición adoptada por la Fed acentuó la salida de inversiones efectuadas a los mercados emergentes. Durante junio a ello se sumó las noticias provenientes desde China poniendo en duda su nivel de crecimiento, que el director del Centro de Estudios Económica de la Universidad de Fudau (Shangai), estima que en 2013 crecerá “en torno al 7% por los próximos años, que sigue siendo una buena tasa de expansión” (03/07/13). En las últimas cinco semanas completadas al cierre de junio, “los inversionistas han retirado –informó The Wall Street Journal- US$1.200 millones de los US$100.000 millones en activos de fondos mutuos dedicados a los bonos de los mercados emergentes (…) la mayor salida ininterrumpida de capitales desde 2009. Los ingresos de capitales privados a los mercados emergentes –añadió- ascendieron a US$4,2 billones entre 2009 y 2012 (…)” (02/07/13). Es un flujo de recursos que, sin duda, tiene un impacto no menor, aunque todavía es muy inferior a los producidos en la crisis mexicana de 1994 o la asiática iniciada a mediados de 2007.
Por Hugo Fazio
El Ciudadano