Agrupación Judía chilena pide urgencia para ley que penaliza el negacionismo en materia de DDHH

Mediante un comunicado, la organización Diana Arón (AJDA) hizo un llamado a parlamentarios y Gobierno para que se dé urgencia al proyecto de ley que sanciona a quienes nieguen las violaciones a los derechos humanos y que se apruebe como corresponde

Agrupación Judía chilena pide urgencia para ley que penaliza el negacionismo en materia de DDHH

Autor: Wari

Mediante un comunicado, la organización Diana Arón (AJDA) hizo un llamado a parlamentarios y Gobierno para que se dé urgencia al proyecto de ley que sanciona a quienes nieguen las violaciones a los derechos humanos y que se apruebe como corresponde. Además, solicitaron que se haga lo mismo con otra ley que también duerme hace años en la Cámara, acerca de la enseñanza obligatoria de historia, memoria y Derechos Humanos en las escuelas.

A continuación, reproducimos la declaración de AJDA:

Sobre el negacionismo en Chile

El proyecto de ley que penaliza el negacionismo en el caso de violaciones a los DD.HH., está actualmente en su trámite en el Senado. Hemos visto, desde hace varios días, cartas en los medios de comunicación que se oponen a este proyecto. Se argumenta que con este se intentaría impedir que haya más de una versión de la historia y que se estaría violando el derecho a la libertad de expresión. Creemos en el derecho de las personas a tener distintas opiniones respecto a la historia y en el derecho a difundir esas opiniones, sin embargo, aquí se trata de otra cosa. Lo que se niega en el negacionismo no son simples versiones de la historia, son en cambio violaciones a los DD.HH. en Chile, con nombres concretos, de víctimas y con victimarios identificados, quienes por esos hechos cumplen sus sentencias en la cárcel.

Tal vez, desde la ingenuidad se puede creer que el penalizar el negacionismo atenta contra la libertad de expresión. Los que niegan esos hechos, lo hacen a sabiendas de que esas violaciones a los DD.HH. sí ocurrieron, y por lo tanto, su acción solo se explica como el intento de propalar e incitar al odio y a la revancha. Eso ya lo ha vivido la humanidad cuando no han faltado las voces que afirman que las cámaras de gas nunca existieron en la Alemania nazi. ¿Realmente se podría argumentar que eso corresponde a una versión sostenible de la historia? En el negacionismo no se niegan opiniones, sino hechos concretos. Algunos periodistas que han rechazado este proyecto de ley, aduciendo la libertad de expresión, no estarían de acuerdo en publicar fake news difundidas por redes sociales a sabiendas de que son informaciones falsas. ¿Por qué podrían avalar una mentira aún mayor?

Además de la negación de hechos que ocurrieron, otros aspectos que este proyecto de ley penaliza, son la aprobación o la justificación de esos hechos, con resultado de perturbar el orden público o vulnerar el derecho a la honra de terceros. En estos aspectos, connotados periodistas y personajes públicos, se han sumado a esta especie de coro libertario acerca de la libertad de expresión. Queremos decirle a esos periodistas y connotados personajes públicos, en alguno de los cuales reconocemos su compromiso con un país más democrático, que en este caso no se trata de la libertad de expresión.

El justificar o aprobar la violación de los DD.HH., en tanto otra “versión de la historia” supuestamente válida, al igual que el negar un hecho probado, se debe a una táctica política; es una ficción dirigida justamente a obstaculizar o derechamente a impedir la libertad de expresión de quienes sí fueron víctimas reales de sus DD.HH. Pues la libertad de expresión, directamente ligada con la libertad de informarse, no solo se impide cuando se niega el derecho a emitir una opinión, sino también cuando se intenta, de manera intencionada, impedir que la cruda verdad se conozca sin filtros, sin mantos que la relativicen o la anulen.

Pero eso no es todo. El negar la violación a los DD.HH., o el aprobar o justificar esas violaciones, no son “versiones de la historia” que transcurren en un éter de ideas abstractas, ideas que se pueden tomar o desechar. Son “versiones de la historia” que hieren profundamente a las víctimas que han sobrevivido, a los parientes y cercanos de las víctimas que han muerto y se han hecho desaparecer, quienes no solo arrastran ese recuerdo doloroso de por vida, sino que se los vuelve a herir una y otra vez, cada vez que se niegan o se justifican esos hechos. Estos defensores de esa supuesta libertad de expresión, argumentan que se puede contrarrestar esas opiniones con otras opiniones, y así podemos seguir viviendo felices en un país donde reina la libertad para todos y cada uno.

Las cosas no son tan simples. En primer lugar, esa supuesta y estupenda oportunidad de desmentida que las víctimas supuestamente tendrían a la mano, no hace desaparecer el daño que se les ha causado nuevamente en su honra y su memoria. En segundo lugar, la mayoría de estas víctimas que han quedado con vida, sus parientes y cercanos, no tienen los medios económicos, ni la fuerza política para contrarrestar esa “verdad mentirosa” que se trata de imponer por medio de poderosos medios de comunicación, a contrapelo de los hechos. Es por ello que, en esa “versión de la historia” donde se aprueba o justifica la violación de los DD.HH., y por lo tanto, bajo el reconocimiento que esas violaciones existieron, son, aún más que su negación, una incitación al odio en un grado aún mayor, creando las condiciones de perturbar el orden público de manera inevitable.

Aún tenemos en la retina, quienes vimos la interpelación que la diputada y abogada Sra. Carmen Hertz hizo contra el ministro de Justicia y de Derechos Humanos Sr. Hernán Larraín, el día 6 de junio de 2018, cuando en la galería de la Cámara un coro de verdaderas hienas vociferantes gritaban a voz en cuello “…los desparecidos están bien muertos y nunca los van a encontrar…”. ¿Qué es eso, sino una incitación al odio y una vulneración a la honra de terceros que el Estado debe impedir?

Tampoco se nos borra de la retina la reciente marcha por el Rechazo el pasado 10 de octubre, adornada con saludos y símbolos nazis. ¿Qué es eso sino una incitación al odio que no corresponde aceptar, ni menos facilitar su desplazamiento acompañada por carabineros? O se olvida que el nazismo, con su sello de muerte y destrucción, no pretende mostrar otra “versión de la historia”, sino que amedrentar a la población en un momento crucial de la historia de nuestro país.

Pero eso tampoco es todo. El negacionismo o la justificación o aprobación de las violaciones a los DD.HH., no solo afecta al honor y a la dignidad de las víctimas, sino a la memoria colectiva de una nación. La sociedad no está formada solo por seres individuales consumidores, aislados del todo social, a-históricos, como nos quieren hacer creer. Hay una vida colectiva y hay una historia colectiva, que es un deber alimentar, desarrollar y proteger. El ser humano es por sobre todo un ser social. Por ello, muchos países o pueblos que han sufrido graves violaciones a los DD.HH. en su historia, tienen leyes que penalizan el negacionismo. Y hoy día en Argentina, también se está discutiendo una ley similar, incluso más estricta que el proyecto chileno.

Por todo ello, exigimos que se dé urgencia a esta ley que está durmiendo hace años en el parlamento y se apruebe como corresponde.

Recordamos también aquí, otra ley que duerme hace años en la cámara, acerca de la enseñanza obligatoria de historia, memoria y Derechos Humanos en las escuelas, como un factor de arraigo de una cultura de respeto a los derechos fundamentales. Por una mínima vocación de dignidad, exigimos al Estado el deber de proteger a las víctimas de DD.HH., a sus cercanos y a la memoria colectiva de nuestra nación.

Agrupación Judía Diana Arón (AJDA)

14 de octubre de 2020


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