Mientras desde los Estados Unidos ponían en marcha el plan de derrocar a Salvador Allende, este pronunciaba su memorable discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, “la tribuna más representativa del mundo, y el foro más importante y de mayor trascendencia en todo lo que atañe a la humanidad”, según sus propias palabras.
Ese histórico día, 4 de septiembre de 1972, el mandatario chileno compartía con todos los representantes de los países del mundo el contenido de su intervención, los grandes monopolios estadounidenses urdían sigilosamente un plan desestabilizador en Chile que incluía el golpe de Estado, perpetrado un año y una semana después, el 11 de septiembre de 1973.
En su discurso pronunciado hace 50 años, el Presidente Allende planteó temas de trascendencia universal que siguen estando vigentes tanto para Chile como para cada uno de los actuales 193 países miembros del organismo multilateral, como son la lucha por la liberación social, el esfuerzo por el bienestar y el progreso intelectual, la defensa de la personalidad y dignidad nacionales.
“Vengo de Chile, un país pequeño, pero donde hoy cualquier ciudadano es libre de expresarse como mejor prefiera, de irrestricta tolerancia cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación racial no tiene cabida. Un país con una clase obrera unida en una sola organización sindical, donde el sufragio universal y secreto es el vehículo de definición de un régimen multipartidista, con un Parlamento de actividad ininterrumpida desde su creación hace 160 años, donde los tribunales de justicia son independientes del Ejecutivo, en que desde 1833 sólo una vez se ha cambiado la carta constitucional, sin que ésta prácticamente jamás haya dejado de ser aplicada. Un país donde la vida pública está organizada en instituciones civiles, que cuenta con Fuerzas Armadas de probada formación profesional y de hondo espíritu democrático. Un país de cerca de diez millones de habitantes que en una generación ha dado dos premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos hijos de modestos trabajadores. En mi Patria, historia, tierra y hombre se funden en un gran sentimiento nacional, afirmó.
Un valiente Allende se atrevió a denunciar en aquel foro mundial, los esfuerzos de los defensores del capitalismo por intentar detener a toda costa el avance del modelo socialista en Chile, ya la par hizo pública la asimetría de poderes que existe entre las empresas transnacionales y algunos Estados,
«Los trabajadores están desplazando a los sectores privilegiados del poder político y económico, tanto en los centros de labor, como en las comunas y en el Estado. Éste es el contenido revolucionario del proceso que está viviendo mi país, de superación del sistema capitalista y de apertura hacia el socialismo”. La denuncia de Salvador Allende continuó clara ante el mundo: “… no se trata de una agresión abierta que haya sido declarada sin embozo ante la faz del mundo. Por el contrario, es un ataque siempre oblicuo, subterráneo, pero no por eso menos lesivo para Chile (…) Nos encontramos frente a fuerzas que operan en la penumbra, sin bandera, con armas poderosas, apostadas en los más variados lugares de influencia (…) Somos víctimas de acciones casi imperceptibles, disfrazadas generalmente con frases y declaraciones que ensalzan el respeto a la soberanía y a la dignidad de nuestro país. Pero nosotros conocemos en carne propia la enorme distancia que hay entre dichas declaraciones y las acciones específicas que debemos enfrentar”, aseveró.
En su alocución reveló la “intriga política y cerco económico”, “la banca imperialista”, “el chantaje made in USA”, “la vieja agresión del imperialismo”, y “el complot de las compañías multinacionales” en contra su gobierno
En concreto, al plan trazado por la International Telegraph and Telephone Company (ITT) y la Kennecott Copper Corporation para derrocarlo.
‘‘No sólo sufrimos el bloqueo financiero, también somos víctimas de una clara agresión. Dos empresas que integran el núcleo central de las grandes compañías transnacionales, que clavaron sus garras en mi país, la International Telegraph and Telephone Company y la Kennecott Copper Corporation, se propusieron manejar nuestra vida política», señaló.
«La ITT, gigantesca corporación cuyo capital es superior al presupuesto nacional de varios países latinoamericanos juntos, y superior inclusive al de algunos países industrializados, inició, desde el momento mismo en que se conoció el triunfo popular en la elección de septiembre de 1970, una siniestra acción para impedir que yo ocupara la primera magistratura», afirmó Allende.
“Señores delegados: Yo acuso ante la conciencia del mundo a la ITT de pretender provocar en mi Patria una guerra civil. Esto es lo que nosotros calificamos de acción imperialista”, afirmó. Para continuar señalando el fenómeno de las corporaciones trasnacionales, cuyo peligro consiste -advirtió- en que se convierten en Estados dentro del Estado.
Tras ofrecer un análisis y crítica y detallada de los problemas que aquejaban al mundo (y que persisten en la actualidad), el Presidente Salvador Allende concluyó diciendo ante los representantes de la naciones integrantes de la ONU: “Cientos de miles y miles de chilenos me despidieron con fervor al salir de mi Patria y me entregaron el mensaje que he traído a esta Asamblea mundial. Estoy seguro que ustedes, representantes de las naciones de la tierra, sabrán comprender mis palabras. Es nuestra confianza en nosotros lo que incrementa nuestra fe en los grandes valores de la Humanidad, en la certeza de que esos valores tendrán que prevalecer, no podrán ser destruidos».
Revive el histórico discurso de Salvador Allende a continuación:
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