La extrema pobreza bajo la tiranía militar: El dictador pseudo-estadista Pinochet y la gran mentira de su milagro económico

Los resultados netos de la dictadura fueron mediocres en lo económico y muy regresivos en lo social. En efecto, el ingreso por habitante de Chile, en 1973 era un 28% del de los estadounidenses, y en 1989 había disminuido al 25%. Por lo tanto, en esos 17 años, Chile no se acercó al mundo desarrollado, sino que se alejó.

La extrema pobreza bajo la tiranía militar: El dictador pseudo-estadista Pinochet y la gran mentira de su milagro económico

Autor: Absalón Opazo

Por Jorge Molina Araneda

Cuarenta mil víctimas directas; 3.227 asesinatos; 1.158 personas desaparecidas; 1.168 centros de detención y tortura; privatización de la salud, educación y seguridad social; desmantelamiento y venta de empresas  estatales; US$18 millones de enriquecimiento ilícito en cuentas del Banco Riggs; 45% de pobreza en 1987.

Esos son los hechos y cifras del pseudo estadista Pinochet y su violenta dictadura cívico-militar.

Para desmantelar el falso milagro económico dictatorial emplearemos, en primer lugar, los argumentos del profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, Michael Ahn Paarlberg (2018):

Como resultado inmediato de las reformas de libre mercado que se aplicaron a mediados de la década de 1970, Chile tuvo la segunda tasa de crecimiento más baja de toda Latinoamérica: las quiebras estaban a la orden del día, el ingreso nacional cayó un 15%, el desempleo sobrepasó el 20% y los salarios se desplomaron un 35% más abajo que los niveles de 1970.

Eso sin mencionar la corrupción, desde las ventas relámpago de propiedades estatales a inversionistas vinculados políticamente, hasta los millones de dólares que Pinochet reservó para sí, y que luego fueron hallados en cuentas secretas de Washington y Miami, entre otros.

El crecimiento promedio del producto interno bruto per cápita fue de menos de 2% durante toda la dictadura de Pinochet, significativamente menos que los siguientes gobiernos democratacristianos y socialistas que le sucedieron.

El índice de pobreza, que se alzaba en un 40% cuando Pinochet dejó el cargo, fue reducido a la mitad dentro de una década gracias a la inversión en políticas sociales, y se sitúa en un 14% actualmente. Los números no mienten: el verdadero milagro económico chileno ocurrió después de Pinochet, bajo gobiernos democráticos de izquierda.

Como segunda herramienta de demolición de la farsa cívico-militar, el doctor en Economía Ricardo Ffrench-Davis (2019) señala:

Los resultados netos [de la dictadura] fueron mediocres en lo económico y muy regresivos en lo social. En efecto, el ingreso por habitante de Chile, en 1973 (al inicio de la dictadura) era 28% del de los estadounidenses; en 1989 (al final de la dictadura) había disminuido a 25%. Por lo tanto, Chile no se acercó al mundo desarrollado (EEUU, UE, G-7) sino que se alejó en esos 16 años.

En agudo contraste, en democracia, hacia 1997 (en 8 años), Chile había progresado a 34%. Posteriormente, siguió avanzando pero más lento; ahora (20 años después), está en  41%.

En dictadura, a veces el PIB aumentó 6% anual y hasta 9%, pero en otros cayó 14% o 17%. El mito de éxito se basa, mucho, en considerar solo las recuperaciones ignorando las caídas. La realidad es que el promedio anual, contando recuperaciones y recesiones, fue de solo 2,9%, y una vez ajustado por el alza de la población (de 1,6% anual) entrega la mencionada caída frente al PIB por habitante de los EE.UU. desde 28% a 25%; y un 45% de pobreza en 1987.

En lo social, el salario mínimo real era menor en 1989 que en 1981 y en 1974, y la brecha entre ricos y pobres se había agrandado, agravada en la primera mitad de la dictadura y peor aún en la segunda mitad (quintil rico con ingreso 20 veces el ingreso del quintil más pobre versus 12 a 13 veces en la década de 1960). El desempleo más que duplicó la tasa de desocupación de la década del 60 del siglo XX.

El empleo y el crecimiento económico están asociados a la inversión productiva (maquinarias y equipos y construcciones).

Estas inversiones fueron menores en las décadas de 1970 y 1980 que en la de 1960 (20% del PIB versus 16%). Los empresarios no «votaban» en el mercado por el gobierno pues preferían comprar empresas privatizadas en vez de crear nuevas. El balance neto de las reformas neoliberales al final no es prodesarrollo, sino más bien proespeculación y prodesigualdad.

El desempeño de la economía mejoró notablemente en democracia. Ahí se distinguen dos etapas. Los primeros años de democracia y desde 1999. En 1990-98 la economía creció 7,1% anual, récord no repetido. La tasa de inversión aumentó persistentemente desde 1991 hasta 1998, sustentando ese elevado crecimiento y el aumento del empleo.

Segundo, el gobierno democrático también introdujo reformas sustanciales en el manejo de la macroeconomía, para lograr que se evitaran desequilibrios que conducen a  grandes recesiones como aconteció durante la dictadura, en 1975 y 1982.

Desde 1990 se procuró que se mantuviera: a) una demanda agregada o total consistente con la evolución de la capacidad productiva que fue elevándose sobre 7% por año; b) que no se produjeran déficits en las cuentas externas; c) al mismo tiempo se fue reduciendo la enorme deuda fiscal heredada de la dictadura.

Para esto, que se denomina macroeconomía para el desarrollo, se regularon los flujos financieros y especulativos provenientes del exterior (se denominó «el encaje sobre flujos financieros») y se manejó el tipo de cambio procurando mantener cierto equilibrio entre exportaciones e importaciones (se llama «flexibilidad administrada del tipo de cambio»).

Gracias a esto, durante la próxima crisis de América Latina, que tuvo lugar en 1995, de los tres países más organizados y en progreso entonces -Argentina, México y Chile- los dos primeros sufrieron una grave recesión (México se contrajo 7% con acentuada desigualdad), mientras Chile creció sobre 7%, con alto empleo y mejoras de salarios.

El crecimiento fuerte llegó a la población. Se redujo la pobreza, el salario mínimo aumentó 63% en 1990-1998 (recuérdese que ese salario era menor en 1989 que en 1981 y que en 1974). La desigualdad aún campeaba, pero reducida y con una baja sustancial en la pobreza (de 45% en 1987 a 22% en 1998).

Desde 1999, la velocidad del progreso se redujo. Entre 1999 y 2001 hubo un cambio radical en la política macroeconómica. El Banco Central declaró libre el flujo de capitales financieros y liberó totalmente el tipo de cambio.

Desde entonces, la actividad económica recibió libremente los altibajos de los mercados financieros internacionales, sufriendo shocks desestabilizadores del exterior en 1999-2002, 2008-2009 y 2013-2017; en el curso de 2 decenios, solo en 2007 y 2012-2013, el PIB efectivo estuvo cerca del PIB potencial. El anterior 7,1% fue reemplazado por una cifra inferior a  4%. Cifra, sin duda, aún respetable, pues le permitió seguir acortando distancia con los países desarrollados.

Pero el progreso en lo laboral y en la distribución del ingreso se debilitó; por ejemplo, ahora el ingreso mínimo aumentaba 3,1% en vez de 5,5% anual.

Conclusión: El milagro económico de la dictadura es tan falaz como la isla de la fantasía.

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