Lecturas bajo sospecha: la brutal ignorancia de la DINA que torturó a un estudiante por sus libros

El órgano represor de la dictadura confundió a Marx con el Marqués de Sade y utilizó a los libros de carácter social y político relacionados con los estudios universitarios de la víctima como excusa para detenerlo y torturarlo.

Lecturas bajo sospecha: la brutal ignorancia de la DINA que torturó a un estudiante por sus libros

Autor: Leonardo Buitrago

El Trigésimo Juzgado Civil de Santiago condenó al fisco a pagar una indemnización de $6.000.000 por concepto de daño moral, a un estudiante de sociología quien fue detenido durante la dictadura de Augusto Pinochet y sometido a torturas por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA).

La víctima había sido denunciado por su padre como “mirista” y el hecho de tener en su poder libros de contenido social o político fue suficiente motivo para ser considerado sospechoso, detenido y sometido a violaciones de derechos humanos.

En el fallo (causa rol 20.253-2023), se encuentra el testimonio de E.A.M.H. quien interpuso una demanda de indemnización de daños y perjuicios, en juicio ordinario de hacienda, en contra del Fisco de Chile.

En su relato, el estudiante de sociología para la época de los hechos y quien ha sido reconocido como víctima de prisión política y tortura, por la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, conocida como Comisión Valech II, indicó que el 26 de diciembre de 1976, cuando tenía 19 años de edad, fue detenido por Carabineros en su domicilio en Las Condes.

Previamente había tenido una discusión con su padre, quien le había pedido que se fuera de la casa.

«Como le dije que no me iría salió en auto y sin decirme nada fue a la comisaría. Un conflicto anterior, de carácter generacional, había terminado con la presencia de Carabineros y donde un oficial me dio para que me quedara tranquilo ya que, como me dijo, era ¨un privilegio tener un dormitorio con vista al Manquehue y estar estudiando en la universidad¨”, explicó.

Sin embargo, señaló que el día domingo26 de diciembre de 1976 llegó hasta su hogar un grupo de carabineros con una actitud totalmente distinta.

» Un capitán y dos carabineros de tropa con metralletas entraron a mi dormitorio. Lo primero que hizo el oficial fue gritarme: “¡Párate, conchetumadre!”. De inmediato comprendí que esta vez la denuncia tenía un carácter político (luego supe que mi padre les había dicho que tenía un mirista en la casa)», recordó.

La brutal ignorancia de la DINA que derivó en torturas

En el dormitorio los uniformados encontraron una serie de libros relacionados con sus estudios universitarios, los cuales le sirvieron de excusa para detenerlo.

«“A ver los libritos, huevón”, me dijo, y empezó a tirar mis libros desde el estante hacia el suelo en el medio de la pieza. Como yo estudiaba ya el tercer año de sociología tenía un montón de libros y muchos de ellos eran de carácter social y político. “Literatura marxista”, decía mientras los tiraba», señaló.

El carabinero no sabía distinguir el contenido de los libros, pero para los represores de la dictadura cualquier texto un obra literaria relacionada con la cultura era considerada una prueba de «subversión» contra el régimen de Pinochet.

«En un momento le dije, “perdón, ese libro que acababa de tirar no puede ser marxista, pues es del Marqués de Sade, quien existió harto tiempo antes que Marx”. Como lo había dejado como ignorante frente a sus subalternos, tomó el libro Escritos filosóficos y políticos del Marqués de Sade y lo tiró de vuelta al estante con mucha violencia. Entonces empezó a observar con mayor cuidado y fue así como no se atrevió a tirar un libro titulado Para leer al Pato Donald, el cual sí se podría decir que es marxista, pues es un análisis crítico de la penetración ideológica del imperialismo a través de las series de Walt Disney. Fueron los dos únicos libros que se salvaron, pues los demás se los llevaron todos (llegarían conmigo más tarde hasta el cuartel de la DINA)», relató E.A.M.H.

El estudiante fue llevado en furgón de Carabineros hasta la 24a Comisaría, en Las Tranqueras en donde le indicaron que pasarían a buscarlo agentes de la DINA


Al llegar a la comisaría me llevaron directamente a la sala de oficiales y mi ingreso no quedó registrado en ninguna parte, lo que ya me empezaba a indicar lo que vendría. Uno de los oficiales de más grado (de unos 40-45 años) dijo que él tenía un amigo que trabajaba en la DINA. Salió a llamar por teléfono y cuando volvió dijo que me vendría a buscar la DINA. Los oficiales me hacían preguntas bastante agresivas, pero no me golpearon. Yo no les contesté sus preguntas y les dije que no tenía sentido que les contestara si es que además iba a ser interrogado en otro lado. De repente un oficial que miraba por la ventana dijo “ahí llegaron” (…) Luego entró a la sala un agente de la DINA de unos 35-40 años, de rasgos muy comunes por lo que es difícil describirlo. El comportamiento entre él y los oficiales fue muy natural, tan natural que no recuerdo cómo se saludaron (o incluso si es que se saludaron)».

Acto seguido fue vendado con una cinta y llevado a otro vehículo.

«Vendado y esposado a la espalda me llevaron de la comisaría al auto. Al caminar sentí que la piel en el cuello se me congelaba, es decir empecé a sentir miedo. Ahora iba solo con la DINA con rumbo
desconocido y sin que nadie supiera. Me pusieron en parte en el piso y en parte recostado sobre el asiento trasero y luego me taparon con una frazada. Con la cabeza sentía el arma que uno de los agentes
tenía en su cintura», recordó.

Los agentes de la DINA lo llevaron al cuartel Simón Bolívar, que estaba ubicado en La Reina, donde fue golpeado y torturado.

«En este local, esposado y vendado, me sentaron en una silla y empecé a ser golpeado, principalmente con laques en la espalda. La habitación en que me tenían se sentía amplia. Mientras me preguntaban diversas cosas uno de los agentes escribía en forma permanente con un lápiz de mina, pues yo escuchaba el lápiz en el papel. Además de los agentes que me hacían las preguntas y que me golpeaban había un agente, que puede haber sido el mismo que escribía, que hacía preguntas sólo de vez en cuando, pero esas eran preguntas con un mayor grado de elaboración o de conocimiento. Los demás se quedaban callados cuando éste preguntaba, lo que me hace pensar que tenía más rango que los demás o alguna especialidad, como por ejemplo que hubiera sido psicólogo».

Indicó que leían escritos de sus agenda y le preguntaban por ellos y que en medio del interrogatorio uno de los agentes tomó uno de suslibros, las Cinco tesis filosóficas de Mao Tse Tung, y leyó una línea en voz alta.

«Luego dijo: “Esta frase la tenís subrayada, ¿estai de acuerdo con esto?” y le contesté que yo no estaba de acuerdo con ello y por eso lo había marcado con una cruz al margen. Lo que el agente no sabía era que justamente esa frase era un divisor de aguas entre diferentes interpretaciones dentro del mismo marxismo. “¡Ah! Entonces vos soi simpatizante no más”, dijo. “Sí -le contesté- así se podría decir”, sabiendo que mi estrategia ese día era no acusarme yo mismo de nada. Así encontré que “simpatizante” era una muy buena categoría».

La víctima relató que trataron de quebrarlo emocionalmente y le sacaban en cara que había sido denunciado por su propio padre.

La situación empeoró cuando llegó un agente al que llamaban «el viejo

«Ahora sí que vay a hablar, conchetumadre, porque ahora llegó el viejo, y con el viejo todos
hablan”. Con esas palabras me hicieron sentir miedo. Este “viejo” pidió que le pasaran un laque y comenzó a golpearme brutalmente sin siquiera preguntarme algo, hasta que caí al suelo», explicó.

Posteriormente surgió la idea de torturarlo con la parrilla, lo cual no ocurrió finalmente.

«Es muy probable que ellos (o el jefe de ellos) presintiera ya que iban a tener que soltarme y por eso no me parrillaron. Fue en ese momento que les dije: “Bueno, si la única posibilidad para que ustedes me dejen de golpear es que yo les diga algo, no me queda entonces otra cosa que empezar a inventar historias”. Esta frase, junto al hecho de que ya me habían maltratado durante algunas horas sin obtener nada, resultó en que me dejaron de golpear», recordó E.A.M.H.

Luego de que siguieran presionándolo, el estudiante fue liberado, siendo abandonado en la rotonda de Colón con Tomás Moro, cerca de las tres de la tarde del mismo día (26 de diciembre de 1976),

«Al bajarme del vehículo me dijeron que contara hasta cien antes de sacarme la cinta adhesiva de los ojos. Yo estaba contento de haber salido de ese lugar y, sin sentir que mi cuerpo estaba todo golpeado, caminé hasta la casa de una familia amiga”, relató.

Fisco deberá indemnizar a estudiante torturado por la DINA

Tras evaluar los antecedentes del caso, la magistrada Daniela Royer Faúndez, del Trigésimo Juzgado Civil de Santiago, rechazó las excepciones de reparación integral y prescripción deducidas por el fisco, tras establecer que E.A.M.H. fue víctima de un crimen de lesa humanidad, imprescriptible tanto en sede penal como civil.

“Que el daño moral debe ser probado por quien lo reclama, desde que este constituye un presupuesto para el origen de la responsabilidad civil”, planteo en el fallo.

La resolución destacó el informe de clínico de daño psicosocial, el cual determinó que el durante varios años el demandante presentó un trastorno por estrés post traumático, «verificando actualmente la presencia de daño psicológico manifestado a través de la presencia de sintomatología post traumática cronificada, que no configura el diagnóstico de trastorno, no obstante ha interferido en su vida de manera intermitente y ha tomado diversas formas de expresión e implicancias, significando un deterioro subjetivo del potencial de desarrollo, bienestar y calidad de vida».

Además “ el hecho de ser expulsado del país, si bien ha significado logros y factores positivos a nivel personal y familiar, también le ha generado una sensación de desarraigo, con sentimientos inconscientes de impotencia y rabia ante la dificultad que ha revestido la adaptación a otra cultura donde en un inicio no había redes de apoyo en lo laboral, familiar y económico”.

Asimismo, el fallo consignó que se rindió prueba testimonial, cuyas declaraciones convergen en que E.A.M.H. «fue objeto de persecución política por parte del Estado mientras era estudiante universitario, situación que derivó en su exilio».

“Que, conforme al informe psicológico y las declaraciones de los testigos, es posible dar por acreditado que E.A.M.H. presenta lesiones sicológicas producto de la detención y persecución política que sufrió a temprana edad”, releva.

“Que correspondiendo avaluar prudencialmente el daño moral padecido por el actor, considerando la entidad de las secuelas sicológicas, conforme a lo concluido por la sicóloga en su informe, la duración de su privación de libertad –unas horas– y la reparación pecuniaria ya recibida por parte del Estado, este será estimado en la suma de $6.000.000 (seis millones de pesos)”, concluyó

 Ver fallo de Primera Instancia 



Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano