El término workaholic, palabra en inglés que resulta de la combinación de work (trabajo) y alcoholic (alcohólico), fue acuñado por primera vez por el psicólogo estadounidense Wayne Oates en su libro «Confessions of a Workaholic«, publicado en 1971. Oates utilizó esta palabra para describir a personas que estaban tan obsesionadas con su trabajo que se asemejaba a una adicción. Desde entonces, el término se ha popularizado y se utiliza comúnmente para referirse a aquellos que tienen una dedicación compulsiva a laborar, a menudo a expensas de otras áreas de sus vidas, como la salud, las relaciones personales y el tiempo libre; tienden a dedicar una cantidad desproporcionada de tiempo y esfuerzo a ello, llegando a convencerse a sí mismos que no hay consecuencias negativas, e incluso lo consideran una cualidad digna de presumir.
Pero un estudio reciente ha revelado que el estado de ánimo de los adictos al trabajo es, en promedio, peor que el de otras personas, incluso cuando se dedican a la actividad que más les apasiona. Esto confirma que dicha adicción comparte muchas similitudes con otras, como el juego o el alcohol.
¿Qué se sabe sobre la urgente necesidad de trabajar?
La adicción al trabajo es un fenómeno bien conocido desde hace mucho tiempo. Varios estudios indican que los adictos de este tipo suelen experimentar una sensación de malestar, a menudo acompañada de emociones negativas como hostilidad, ansiedad y culpa cuando no pueden trabajar tanto como desean. Por otro lado, existen suposiciones contradictorias sobre los sentimientos que surgen en estas personas mientras laboran. Algunos estudios sugieren que si bien los adictos experimentan sentimientos de bienestar y satisfacción durante la jornada laboral, otras investigaciones indican que estas emociones positivas pasan rápidamente a un estado disfórico predominante caracterizado por irritación y depresión. Se trata de una obsesión que afecta negativamente a la salud, al bienestar psicológico y a las relaciones con familiares y amigos.
¿En qué consistió el último estudio
Para arrojar luz sobre este aspecto, investigadores italianos evaluaron psicológicamente a 139 trabajadores a tiempo completo, en su mayoría empleados en actividades administrativas, para conocer el nivel de dependencia laboral de los participantes. Posteriormente, los académicos analizaron el estado de ánimo de los trabajadores y su percepción de la carga de trabajo utilizando una técnica conocida como «método de muestreo de experiencias«. Esto se hizo mediante una aplicación instalada en los teléfonos celulares de los participantes, que les permitió enviar cuestionarios breves, aproximadamente cada 90 minutos, de 9 a 18 horas, durante tres días hábiles (lunes, miércoles y viernes).
¿Qué observaron?
Los datos recopilados muestran que los trabajadores más adictos al trabajo tienen, por término medio, peor humor que los demás. Por tanto, no parece cierto que las personas adictas al trabajo obtengan más placer de su actividad laboral; más bien al contrario, los resultados parecen confirmar que, como en otras formas de adicción conductual y de sustancias, la euforia inicial da camino a un estado emocional negativo que impregna a la persona incluso en el trabajo.
Los resultados también demuestran que, a diferencia de otros trabajadores, los adictos, en promedio, mantienen consistentemente un estado de ánimo más negativo a lo largo del día, sin variaciones significativas atribuidas al paso del tiempo o fluctuaciones en la carga de trabajo. Esto tiene como consecuencia una disminución o falta de expresión emocional en una persona; puede sentirse agotada y desconectada emocionalmente, lo que afecta su capacidad para experimentar y expresar una gama completa de emociones. Esta condición, el agotamiento emocional, a menudo se asocia con trastornos psicológicos, como la esquizofrenia, la depresión severa o ciertos trastornos del espectro autista.
¿Cómo afecta a las mujeres?
La relación entre la adicción al trabajo y el mal humor fue más pronunciada en mujeres que en hombres, lo que indica una mayor vulnerabilidad de las mujeres a esta adicción. Los académicos sugieren que este fenómeno podría depender de un mayor conflicto de roles que experimentan las mujeres adictas al trabajo, atrapadas entre la tendencia psicológica a invertir demasiado en su trabajo y las presiones externas que surgen de las expectativas de género profundamente arraigadas en la cultura laboral.
Esto provoca que las llamadas “enfermedades por exceso de trabajo”, como el llamado burnout, puedan agravarse hasta el punto de provocar la muerte, un fenómeno que se tiene bien documentado. Por otro lado, la convivencia laboral con los colegas se ve afectada significativamente, pues el adicto se convierte en un elemento tóxico dentro de la organización.
El estudio enfatiza que las organizaciones deben enviar señales claras a los trabajadores sobre esta cuestión y evitar fomentar un clima en el que trabajar fuera del horario laboral y los fines de semana se considere la norma. Por el contrario, es necesario fomentar un entorno que desincentive la inversión excesiva y disfuncional en el trabajo, promoviendo políticas de desconexión, actividades formativas específicas e intervenciones de asesoramiento.
El estudio “Descubriendo el impacto principal e interactivo de la adicción al trabajo en el tono hedónico momentáneo en el trabajo: un enfoque de muestreo de experiencias”, publicado en el Journal of Occupational Health Psychology, fue realizado por los doctores Cristian Balducci de la Universidad de Bolonia, Luca Menghini de la Universidad de Trento y Paola Spagnoli de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli.
Con información de: psycnet.apa.org
Por: Gerardo Sifuentes
Foto: Archivo El Ciudadano
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