El día que cegaron a Fabiola Campillai
Un 26 de noviembre de 2019 en la comuna de San Bernardo cuando, Fabiola Campillai, acompañada de su hermana, caminaba hacia el paradero para tomar la locomoción que la llevaría a su trabajo a cumplir el turno de noche. En ese momento, un piquete de Carabineros fuertemente armado, y sin mediar provocación alguna, comenzó a disparar. Una lacrimógena disparada con una escopeta de 37 mm impactó directamente en el rostro de Fabiola, dejándola en el suelo sangrando e inconsciente.
Según el relato de la hermana de Fabiola, Carabineros no les prestó auxilio, incluso respondieron con una segunda bomba cuando ella fue a pedirles ayuda, por lo que fue un vecino quien la trasladó a un centro asistencial.
El impacto que la hizo perder la vista, el olfato y el gusto. Las graves lesiones que sufrió la mujer fueron atendidas con varias cirugías reconstructivas y luego ella enfrentó secuelas, que “destruyeron su proyecto de vida y afectaron enormemente su entorno”, se señala en parte del relato de la primera sentencia contra el responsable directo: Ex capitán Patricio Maturana Ojeda.
Fabiola Campillai llegó al Senado, levantada por diversas expresiones sociales y populares de la Región Metropolitana y ha debido enfrentar numerosos ataques de sectores ultras.
Este 26 de noviembre, Fabiola Campillai recuerda los hechos con una publicación en X, que compartimos y transcribimos a continuación:
La tarde del 26 de noviembre de 2019 la luz del atardecer se apagó en mis ojos, desde ese momento el impacto físico y emocional de ser herida de esa manera es abrumador. Habitualmente hechos como estos nos llevan a cuestionar no solo la justicia sino también la sociedad que estamos construyendo; recordando que cada individuo merece ser tratado con dignidad y respeto.
A pesar de la oscuridad que experimento ahora, intento reflexión en lugar de permitir que la rabia se apodere de mí. La adversidad puede llevarnos a profundizar en nuestra humanidad y a luchar por un cambio.
Mi deseo de justicia y reparación para todos los sobrevivientes del estallido social puede ser un camino largo y difícil, pero agradezco y reconozco el apoyo permanente de mi equipo de trabajo, así como de una comunidad solidaria que aboga contra la impunidad, la reparación integral y las garantías de no repetición.
Mi historia puede ser una luz que ilumine la necesidad de un cambio en las políticas o prácticas que conducen a tales tragedias. Aunque es difícil encontrar sentido en situaciones tan devastadoras, cada día intento convertir esta tragediaen una fortaleza y seguir adelante.
Soy una mujer feliz. Amo a mi familia y disfruto cada que compartimos juntos.
Son ellos quienes me permiten seguir adelante día a día, para lograr la dignidad que tanto se merece nuestro pueblo.
Fabiola Campillai