Por Katu Arkonada
Al día siguiente de la segunda vuelta y el triunfo de Milei en Argentina, la escritora Sandra Russo publicaba una columna, ampliamente difundida, titulada “Los pueblos se equivocan”.
Vengo a negar la mayor, los pueblos no se equivocan, lo sucedido es una clara victoria de lo disruptivo frente a la realidad material de un 150% de inflación anual. El candidato de la motosierra frente al candidato-Ministro de Economía que no consiguió mejorar las condiciones de vida materiales de los sectores populares.
Después de la victoria de Milei en las PASO (Primarias Abiertas Simultaneas Obligatorias) y la de Massa en la primera vuelta, la mayoría de analistas y encuestadoras coincidían o en un triunfo de Massa, o en uno muy ajustado de Milei. Sin embargo, contra todos los pronósticos, Milei ganó por más de 10 puntos de ventaja sobre Massa. Los analistas fallaron en leer la sociedad argentina y a mí se me atraviesa una pregunta: ¿Lee la derecha mejor que la izquierda el malestar social?
La otra pregunta, o más bien casi certeza, es que una buena parte de la responsabilidad en la derrota de Massa la tiene Alberto Fernández. Milei no existiría sin Alberto, un presidente tibio y mediocre, que deja un saldo de más de 18 millones de personas en la pobreza, de los cuales 4.3 viven en la indigencia, y que quiso gobernar solo, dejando de lado al liderazgo histórico de Cristina Fernández de Kirchner a la que la intentaron matar física y judicialmente.
Vuelvo a negar. Los pueblos no se equivocan. El pueblo argentino ejerció un voto anti peronista y anti kirchnerista, una identidad política en crisis a la que el significante cambio le pasó por encima y que no supo interpelar a los sectores populares, que en buena parte votaron por Milei.
Eso sí, después de Alberto Fernández, el máximo responsable de la victoria de Milei se llama Mauricio Macri, que supo aprovechar el momento y le puso una estructura a la superestructura paleolibertaria de Milei, desmontando a su vez su discurso anti casta en la medida en que una buena parte de sus ministros van a ser (im)puestos por Macri, empezando por Patricia Bullrich, ex Ministra de Seguridad de Macri y futura Ministra de Seguridad de Milei.
Se vienen por tanto problemas en el paraíso libertario en la medida en que el voto a Milei fue un voto “que se vayan todos” de una juventud que ya está muy lejos del 2001, pero que vive un desencanto con la clase política tradicional. Pero sería un error pensar que los 14 millones de votos que sacó Milei son votos de ultraderecha. Lo que sí hizo bien Milei en la campaña, polarizar frente a un oficialismo que intentó no molestar a nadie, le toca al peronismo y al kirchnerismo hacerlo ahora. Polarizar frente a un gobierno que va a destruir los derechos conquistados por la clase trabajadora con un discurso en defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada, frente a cualquier derecho otorgado por el Estado.
Y aquí surge otra pregunta y una reflexión, ¿tendrá Milei el apoyo de la juventud y las clases medias frente a la resistencia de los sindicatos y movimientos sociales? Argentina fue el primer gobierno progresista del siglo XXI al que la derecha ganó en las urnas (Macri, 2015), y se convierte en el primer gobierno progresista al que la ultraderecha gana en las urnas (Milei, 2023). Anteriormente, la derecha le arrebató el poder a la izquierda mediante golpes de Estado (Honduras 2009, Bolivia 2019) o parlamentarios (Paraguay 2012 o Brasil 2016), pero Argentina es pionera en el avance electoral de la derecha y la ultraderecha. Al igual que Chile fue el laboratorio del neoliberalismo en el siglo XX con el golpe a Allende y los Chicago Boys, su país vecino es laboratorio en el siglo XXI para el avance de la ultraderecha fascista, disfrazada con un discurso disruptivo que atrae a los jóvenes y las clases medias, discurso que se apoya sobre los errores de un gobierno que no llegó ni a progresista.
Es tarea por tanto del proyecto nacional-popular argentino hacer autocrítica de los errores cometidos, y del resto de fuerzas latinoamericanas aprender de esos errores para combatir al neofascismo en nuestros territorios y en las urnas, construyendo proyectos políticos que vuelvan a seducir a nuestras sociedades, que ya no son las mismas del primer ciclo progresista.
Katu Arkonada es diplomado en Derechos Económicos, Sociales y Culturales y Políticas Públicas.
Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad.
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