Carlos es el primero en reconocer que cuando resultó ser positivo a VIH, lo único en lo que pensó inmediatamente fue en el suicidio, pues para él, ese diagnóstico era prácticamente una sentencia de muerte que venía a poner fin a todos los sueños y planes de vida que tenía a los 21 años de edad.
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A esas edad, él ya había sido víctima de violación por parte de una persona que conoció en un bar en 2010, y en su cabeza no existe la más mínima duda de que por ese encuentro lleva 14 años con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
Cuando decidió hacerse una prueba de detección, él ya tenía la sospecha de que resultaría reactivo al virus, pues semanas atrás había notado diversos cambios en su salud, con resfriados y diarreas frecuentes. Algo que incluso su familia notó.
Además, una de las maestras que tuvo cuando era estudiante de la facultad de Ciencias Químicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), le había hecho un comentario acerca de un análisis de sangre que se hizo junto al resto de sus compañeros de clase como parte de una actividad escolar.
«Un día nos pidieron pruebas de sangre para hacer prácticas, la doctora encontró algo que no le gustó en mi sangre, pero sólo me dijo que debía ir al médico a un chequeo. Tenía 21 años. Yo ya sabía que iba a dar positivo, por muchas circunstancias. Había una sensación de que algo podía pasar, y mi resultado fue positivo al virus»
Carlos
A pesar de que ya tenía la sospecha de que era portador del virus, Carlos Escobar no recibió bien la noticia. El suicidio parecía ser la única salida viable para él en ese momento, pues afirmó que de repente dejó de verle sentido a las cosas.
«Salí de la clínica, pero con la intención de acabar con mi vida. Iba planeando cómo hacerlo, buscando las herramientas, lo tenía ya maquinado en mi cabeza», detalló el joven de actualmente 35 años de edad, quien cuenta que en ese momento un compañero de clases fue el único que se dio cuenta que se encontraba completamente abrumado y le preguntó qué le ocurría.
Aseguró que el tacto que este compañero mostró fue lo que le salvó la vida, pues mostró una genuina preocupación e interés por apoyarlo. Él se convirtió en la primera persona a la que Carlos le habló abiertamente de su diagnóstico y compartió que fue la única que lo apoyó sin juzgar ni cuestionar nada acerca de su vida.
Con el paso de los meses, decidió buscar orientación médica para saber cómo cuidarse y de qué forma llevar a cabo su tratamiento de terapia antirretroviral, y medio año después de que empezó a tomar medicamentos fue que decidió contarle todo a su madre .
Al relatar esta historia para El Ciudadano México, Carlos no puede evitar ocultar la decepción que le trajo esta decisión, ya que ella tenía la idea de que su diagnóstico no solamente lo ponía en peligro a él, sino a toda su familia, no obstante, con ayuda de su doctor le hizo ver que el tratamiento que llevaba le ayudaba a tener mejor salud e incluso reducía la posibilidad de contagiar a otros por las únicas vías de transmisión que existen, lo que ayudó a que al final se convirtiera en un apoyo importante.
La ignorancia que mostró su familia ante su situación sería para él sólo una pequeña muestra del desconocimiento que existe en toda la sociedad respecto a esta enfermedad, pues siete años después terminaría en un trabajo en el que recibiría discriminación debido a esto.
Víctima de discriminación en su trabajo
Detalló que fue un error del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que llevó a Estrella Roja, empresa para la que trabajaba, a enterarse de que era seropositivo.
Al inicio, la intención de Carlos era llevar su proceso en absoluta confidencialidad, lo que implicaba que sólo el IMSS, su familia, un compañero de clases y él, sabrían cuál era su condición de salud, pero no contaba con que todo su lugar de trabajo se terminaría enterando.
«El IMSS colocó en una de mis incapaciades mi diagnóstico, y yo este documento se lo entrego a la empresa, la empresa ve mi diagnóstico y a raíz de esto empezó una discriminación por condición de salud»
A partir de esto, se le exigió que se aplicara más pruebas, así como su expediente médico, y aunado a esto, la actitud de sus compañeros cambió, pues además de ponerle apodos y sobrenombres, sufrió una segregación en su propio espacio de trabajo, algo que él tuvo que aguantar porque una persona en su condición no se puede dar el lujo de quedarse sin seguridad social, pues esto significa perder su tratamiento.
Esa fue razón suficiente para decidir seguir trabajando en esa empresa, pero al final fue despedido en 2019, situación que dio paso al inicio de una batalla legal que hasta este momento continúa.
Carlos inició un proceso legal por discriminación contra Estrella Roja y en su demanda incluyó a la Fiscalía General del Estado (FGE), ya que cuando acudió a denunciar la violación que sufrió a los 21 años, agentes de este organismo los discriminaron por sus preferencias sexuales y lo revictimizaron, motivos por lo que la denuncia contra su violador no prosperó.
Leyes atentan contra proyectos de vida de una persona con diagnóstico
Al ser una persona con VIH, Carlos se ha dado cuenta que en las mismas leyes existen limitantes para personas como él, las cuales, en algunos casos, no dan lugar a vivir una vida plena y feliz.
Mencionó que el artículo 213 del Código Penal de Puebla criminaliza a las personas con VIH, ya que establece penas de 30 días a dos años de cárcel contra toda aquella persona que sabiendo que padece un mal venéreo o enfermedad crónica, contagia a otra persona.
Del mismo modo, señala que el artículo 299 del Código Civil de Puebla prohíbe a personas seropositivas casarse. Asimismo, expuso que esta misma normativa plantea que un padre o mentor puede perder la custodia de un menor si sufre una enfermedad crónica o incurable.
Él mismo ha hecho activismo para buscar la derogación de las leyes del Código Penal que atentan contra personas con VIH, pero considera que lo que realmente hace falta es que los legisladores se interesen en informarse más sobre esta enfermedad y que se acerquen a la ciencia y medicina.
«Si tienes VIH no puedes adoptar. El diagnóstico sí se vuelve una limitante para un proyecto de vida, para ser padre, para poder casarte. La CNDH ha emitido recomendaciones a Puebla por estos artículos que criminalizan y fomentan el estigma, pero no hace caso»
En tono irónico, mencionó que tal vez lo único que haga falta es que el VIH y el Sida provocan una crisis económica, como ocurrió en 2020 con el covid-19, para hacer conciencia y que la sociedad en general vea que existen muchas limitantes contra personas que se enfermaron «irremediablemente» como es el caso de los contagios perinatales.
A pesar de esto, Carlos sabe bien que el VIH no es una sentencia de muerte para nadie, sino una oportunidad para valorar la vida y valorar el respaldo de redes de apoyo, como la familia, amigos y otras personas que se encuentran en la misma situación.
Más de 5 mil personas han muerto en Puebla por VIH en casi 40 años
El registro de la Secretaría de Salud de Puebla, que data de 1984, expone que en el estado hubo 5 mil 613 muertes relacionadas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) hasta el 19 de octubre de 2022.
Puebla registró su primera defunción por VIH de manera oficial hasta 1985 y el peor año ha sido 1999, cuando ocurrieron 324 fallecimientos de personas con diagnóstico positivo. Asimismo, en 2022 se confirmaron 31 muertes relacionadas a esta enfermedad, el número más bajo desde 1987.
De los más de 5 mil 600 decesos que han ocurrido en casi 40 años dentro del territorio poblano, 2 mil 969 se reportaron en la ciudad de Puebla y 676 en Huejotzingo, mientras que el resto se distribuyen entre Huauchinango, Chignahuapan, Zacapoaxtla, San Salvador El seco, Izúcar de Matamoros, Acatlán de Osorio, Tepexi de Rodríguez y Tehuacán.
En estos 39 años han sido confirmados 15 mil 816 diagnósticos positivos, lo que quiere decir que 9 mil 630 personas se mantienen con vida o no murieron por causas vinculadas a su enfermedad.
Mayoría de contagios ocurrieron por transmisión sexual
Esta misma Secretaría también expone que, de esos 15 mil 816 casos, 14 mil 376 se contagiaron vía transmisión sexual, es decir, más del 90 por ciento de los seropositivos. Además, en 849 no se pudo determinar la causa.
En 312 casos, la vía de transmisión fue sanguínea y en 256 fue perinatal, lo que significa que el virus se traspasó de madre a hijo durante el embarazo. Aunado a estos, hubo 23 que llegaron a esta situación tras ser usuario de drogas inyectables.
La enfermedad es más común en hombres
El Registro Nacional de Casos de VIH y sida de la Secretaría de Salud federal indicó que la entidad ha tenido una baja significativa en los casos de VIH en lo que va del año, toda vez que en 2022 fueron mil 089 los que se detectaron en total, mientras que para 2023, el acumulado de los primeros nueve meses y medio es de 178.
El Registro Nacional de Casos de VIH y sida de esta misma dependencia indicó que la entidad ha tenido una baja significativa en los casos de VIH en lo que va del año, toda vez que en 2022 fueron mil 089 los que se detectaron en total, mientras que para 2023, el acumulado de los primeros nueve meses y medio es de 178.
Este mismo Registro expone que Puebla fue en 2022 el cuarto estado con más casos de VIH detectados, siendo superado por Ciudad de México (mil 277), Veracruz (mil 492) y Estado de México (2 mil 155).
Asimismo, muestra que este año Puebla se encuentra entre las 10 entidades con menos contagios registrados.
Entre los casos encontrados en 2022 y los que se sumaron hasta la primera quincena de octubre pasado, el estado acumula mil 267 personas contagiadas de este virus. De ese total, mil 150 son hombres y 117 mujeres.
El comportamiento que ha tenido la enfermedad en Puebla ha sido similar para todo el país durante este año, ya que la gran mayoría de las entidades federativas muestran una baja en los casos de VIH, a excepción de Jalisco, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas.
Del 1 de enero al 16 de octubre de este año, México ha sumado 13 mil 489 casos positivos de VIH, mientras que el acumulado del 2022 fue de 17 mil 858, la cual ha sido la cifra más alta desde 2017.
Ilustración: Iván Rojas
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