No podíamos creer las noticias, que en forma directa recibíamos a través de nuestros amigos del Valle Alto del Choapa: a primera hora de la mañana del día jueves 6 de agosto, la autoridad ordenó, que las Fuerzas Especiales de Carabineros persiguieran, golpearan y patearan al pueblo desarmado que en Panguesillo y Llimpo estaba y está protestando en contra de la Minera que asesina la vida de nuestro valle todos los días.
Todas las declaraciones en contra de este hecho, realizada por los que aún defienden lo que es lógico y humano defender, apuntaban hacia la responsable del Gobierno Provincial, es doloroso tener que decirlo, porque la conocemos como hija de nuestra tierra, como hija de una de las comunidades más aporreadas por la Minera, hija de Cuncumén, sin embargo, así es el capitalismo: avasalla, rompe, destruye y sacrifica a todo aquel que se le pone por delante, también sacrifica a los que les hace creer que son parte de él.
El Intendente calla, todos callan ¿Por qué? ¿Cómo es posible que sometan a todo el pueblo indefenso al arbitrio de una minera? Y en el Choapa como en muchos otros valles, cuando los hijos de la tierra quieren defender su razón de vivir seguros, con agua y tierra sin contaminantes que atenten en contra de su vida y la de sus hijos, la respuesta autorital es siempre la misma: “la represión” , entonces hay una pregunta y a la vez respuesta, que hoy a través de la radio Illapel de Raúl Musa escuché muchas veces ¿Acaso aún estamos en dictadura? Y los mismos que nos preguntamos nos respondemos: que la dictadura militar, sólo cambió uniformes por corbatas y por guantes, que no son otra cosa que un disfraz de señores respetables pero mafiosos.
La autoridad, esa que vemos arrodillada en campaña, tras de los votitos del pueblo, en estos casos calla, porque no en vano muchos de ellos se entregaron a estas empresas transnacionales para llegar al poder, entonces los conciliábulos con estos “mutantes” no les permiten hablar, menos actuar y deben hacer lo que ellos quieren, o sea, salimos de la dictadura militar para entrar en la dictadura de la corrupción.
¿Qué hace el pueblo, entonces, cuando no es escuchado? Se aferra a su tierra, como un hijo se aferra a la madre para buscar protección, se aferra y la defiende, la tierra, la vida, allá en el Valle Alto del Choapa tiene otra significación, no es la vida desde el sillón burgués, desde el escritorio poderoso; la vida en el Valle Alto es subsistencia, es defensa, es raíz y grito de comunidades cansadas de mentiras y promesas.
Minera Los Pelambres, tiene años en nuestro valle y a costa de promesas y promesas a través de la publicidad engañosa sobre sus dádivas, que no superan lo que destruye ha ido instalándose en nuestra provincia, a través de pactos benéficos con la autoridad; inclusive, muchos comuneros cuentan, que a través de equipos perfectamente dotados de profesionales del área social, entran en las comunidades para hacer y deshacer manipulando la vida familiar y muchas veces, poniendo padres en contra de hijos, hermanos en contra de hermanos … con el fin de lograr sus objetivos de sobreexplotación capitalista.
Hoy es Pelambres, pero también hay otra minera transnacional, que se está instalando como araña venenosa con patas letales en medio de otro sector de este hermoso valle, donde hace apenas unos pocos años, nos sentíamos orgullosos de sabernos descontaminados, una de ella es la Latinoamericana, filial VALE; esta minera entró por Cárcamo donde hubo más de un testaferro que le facilitó el camino, para que irrumpiera mortalmente por el sector de Manquehua y se pudiera extender hacia Quilmenco, donde con la sola autorización de la Solicitud Provisoria, hicieron “en menos que canta un gallo” un túnel y unas cuantas barbaridades, seguros en su actuar quien sabe porqué motivo, respaldado en pleno por una autoridad sin argumentos frente a las preguntas de las comunidades.
Los yanaconas regionales, traidores del pueblo y enfermos de poder, aceptan las dádivas capitalistas, sin importarle el futuro de la vida en el Choapa, pero estoy segura, que las fuerzas de la naturaleza caerán sobre ellos, igual como cae sobre nosotros hoy la necrosis de la sobreexplotación capitalista, porque nadie se salva de la fuerza que arrastra la vida ¡nadie! el devenir de la naturaleza es el poder de nuestra defensa ¡malditos sean los infames testaferros de la muerte!
Por Ana Leyton