La derrota del poderoso imperio español en territorio mapuche
En el siglo XVI, el pueblo mapuche emergió como un bastión de resistencia frente al poderoso imperio español en lo que hoy se denomina Chile. La gesta histórica de la resistencia mapuche alcanzó su punto álgido con el liderazgo de estrategas, como Lautaro, también conocido como Leftraru y la victoria en la batalla de Tucapel en 1553 y la muerte de Pedro de Valdivia.
Lautaro, cautivo por los conquistadores, logró escapar y aportar en los proceso de resistencia y liberación frente a las fuerzas españolas, incorporando al caballo español y diversas tácticas para hacer frente de manera más efectiva en la lucha contra la invasión.
El legado de resistencia mapuche continuó con Pelentaro, o Pelentraru, considerado un gran estratega, quien liberó la batalla de Curalaba en 1598. En este enfrentamiento, las tácticas estrategas de Pelentaro llevaron a la aniquilación de una expedición española, incluyendo la muerte del gobernador real en Chile, Martín Óñez de Loyola, marcando un hito definitivo en la expulsión de los invasores que fue un hito relevante en el levantamiento generalizado en diversos territorios mapuche.
La victoria en Tucapel y Curalaba, recordada hoy por diversas fuentes mapuche, consolidan la inquebrantable determinación para preservar las tierras y libertad. Estos episodios históricos, fechados en la lucha por la autonomía, resuenan como testimonio de la resistencia indígena frente a la opresión y genocidio colonial en la América del Sur del siglo XVI.
A continuación, mayores antecedentes, que recaban diversas fuentes de estos episodios relevantes en la historia de resistencia mapuche.
Relatos históricos sobre la victoria de «Curalaba»
A mediados de diciembre del año 1598, el gobernador Óñez de Loyola se encontraba en la ciudad de La Imperial (zona hoy conocida como carahue), levantando su reconstrucción y de recorrer las fundaciones más australes de su llamado “reino”: Valdivia, Osorno y Villarrica, en visita de inspección y tratando de enganchar algunos soldados que engrosaran sus filas para la campaña que se proponía llevar a cabo a la brevedad contra los mapuches no sometidos.
Entonces el capitán Hernando Vallejo, jefe de la ciudad de Angol, le envió un mensajero indígena, solicitando urgentes socorro, pues creía que sería atacado de un momento a otro. Los clanes de Purén estaban evidentemente sublevados. Dos españoles, que habían osado alejarse del fortín de Longotoro, que resguardaban, habían sido muertos, y habían fuertes señales de concentraciones de guerreros Mapuches.
Sin tardanza, el 21 de diciembre, partió el gobernador al mando de una fuerza de auxilio, así el gobernador Martín Óñez de Loyola emprendió, acompañado de 50 soldados y 300 indígenas sometidos según relatos españoles, viajando entre las ciudades de La Imperial y Angol, en la zona habitualmente disputada durante la Guerra de Arauco. La travesía obligaba a su columna a adentrarse en los intrincados pantanos de Lumaco y Tucapel, habitual refugio de los mapuches en pie de guerra. Pero Óñez, confiado en la superioridad de sus fuerzas, avanzó aparentemente sin cuestionarse la peligrosidad del movimiento.
En la noche del 21 la fuerza acampó en un lugar denominado Paillachaca, a una legua de La Imperial. Al día siguiente la columna avanzó sin novedad 9 leguas (37,2 km.). Tras esta segunda jornada acamparon en un paraje llamado Curalaba, junto al Río Lumaco, cercado por cerros abruptos.
Pelantaro (pelentraru) había concentrado sus fuerzas en las cercanías que dividió en tres cuadrillas. Se reservó el mando de una de ellas y entregó las otras dos a los “caciques” Anganamón y Guaquimilla.
El ataque, tras un sigiloso avance nocturno, se desató en los primeros momentos del alba del día 23 o 24 de diciembre en medio de la bruma mañanera. El ímpetu de los mapuche sorprendió a los españoles en el mayor descuido y desorganización. Muchos soldados castellanos trataron de huir despeñándose en un barranco cercano. Sólo un arcabucero alcanzó a disparar un tiro solitario, antes de ser muerto de un macanazo. El gobernador no alcanzó a vestir su armadura, pero logró tomar su escudo y espada y empeñar la lucha por breves momentos.
Los españoles murieron casi en su totalidad. El gobernador pereció, al igual que el corregidor de Angol, capitán Juan Guirao; el capitán Galleguillos y algunos frailes franciscanos que acompañaban a la comitiva; Juan de Tovar y Miguel Rosillo.
La batalla de Curalaba se convirtió en el inicio efectivo de la rebelión Mapuche de 1598 que terminó finalmente con todas las ciudades / fuertes al sur del río Biobío, excepto Concepción. De ahora en adelante los españoles dejaran de realizar la expansión por el territorio mapuche de la misma manera que se realizó a lo largo del siglo XVI; y dividiría los territorios españoles en Chile, al tener su territorio sur el río Biobío limitando con el Wallmapu, territorio ancestral Mapuche.
El revés militar hizo que Felipe III de España decidiera, en 1599, enviar un oficial veterano de las campañas europeas a dirigir la Guerra de Arauco: Alonso de Ribera.
Pelentraru es considerado quien organizó política y militarmente a todas las identidades territoriales del Ngulumapu y también con influencia en Puelmapu. Bajo su conducción la resistencia pasó a una ofensiva desplazando todas las instalaciones militares españoles asentados al sur del río Bío-Bío.
Un texto antiguo de fuente militar que recopilaba antecedentes históricos sobre Pelentraru y en un capítulo sobre la despoblación de Santa Cruz en el verano de 1599, señalaba: “El toki general era de mediana estatura, alto de pecho, ancho de hombros, la inteligencia de su mirada y la arrogancia de sus gestos acusaban en él, al hombre de mando, cualidades que debía ocultar si quería hacerse pasar por uno de los muchos naturales sometidos, que trabajaban y pululaban servilmente por la ciudad”.
Relatos históricos sobre la victoria de Tucapel
Lautaro o Leftraru, quien siendo niño había sido capturado por Pedro de Valdivia, se había fugado del campamento español y se había erigido como líder militar de resistencias mapuche, incorporando el caballo sustraído de las caballerizas del ejército de la corona.
Lautaro o Leftraru (halcón velóz), estaba en conocimiento de que Valdivia marchaba hacia el sur. Es la oportunidad que buscaba, engaña a Gómez de Almagro en el fuerte Purén y asegura que sus tropas no se junten con la de Valdivia en el fuerte de Tucapel hacia donde este invasor español se dirigía en una marcha a paso forzado de exploración.
Lautaro se había enterado de que Valdivia marchaba hacia el sur, hacia Tucapel y necesariamente tuvo que pasar por el fuerte y decidió allí emboscarle.
En efecto, Valdivia a mediados de diciembre de 1553 sale de Concepción y se dirige a Quilacoya, donde toma algunos soldados en su marcha a Arauco; los espías mapuche siguen la columna desde las alturas de los cerros y no presentan batalla, dejándole seguir su camino.
Valdivia, muestra extrañeza por no recibir alguna noticia del fuerte de Tucapel y además por no ser hostigado en el camino. El día 24 del mismo mes, decide tomar rumbo al fuerte, esperando encontrar a Gómez de Almagro en éste.
Extrañado Valdivia de no tener más noticias de Bobadilla pernocta a media jornada del fuerte de Tucapel. El 25 de diciembre de 1553, se pone temprano en marcha y al llegar a las inmediaciones le extraña el absoluto silencio reinante; al llegar a la loma donde está el fuerte, lo encuentra totalmente destruido. El fuerte había sido asaltado durante aquel mes por la resistencia mapuche se había retirado al fuerte de Purén donde habían quedado aislados.
No aparecía ni Gómez de Almagro ni Bobadilla por ningún lado. Valdivia, decide hacer campamento en las ruinas humeantes del fuerte y cuando ya avanzaban los preparativos, de súbito el bosque se llenó de gritos y sin más aviso, una masa se precipitó hacia el enclave español. Valdivia, experto militar, apenas pudo armó sus líneas defensivas, dividiendo sus fuerzas en 3 cuadrillas y aguantó el primer choque, mientras la caballería cargaba sobre la retaguardia del enemigo, los mapuches ya previstos de esta maniobra dispusieron lanceros y contuvieron la carga.
Los españoles lograron descomponer las primeras cargas. Los mapuches, volviéndose a los bosques, se retiraron de la loma por una ladera escarpada que impedía la persecución a caballo.
Los españoles saborearon la victoria. Luego recibieron otra sorpresa, cuando apareció un nuevo escuadrón mapuche presentando batalla y de nuevo hubo que armar líneas y nuevamente dar carga con la caballería.
Los mapuche además de lanceros, llevaban hombres cargando mazas, boleadoras y lazos, con los que lograban desmontar a los españoles y asestarles un definitivo mazazo en la cabeza una vez en el suelo. Se repitió la misma escena, al toque de un lejano sonido del kul kul, el escuadrón se retiró, no sin dejar algunas bajas, y un tercer escuadrón presentó batalla, esta vez Lautaro, le relevó.
Valdivia , como militar experimentado, vio lo desesperado de su situación, dado el cansancio y las bajas, reunió a los disponibles y se lanzó a la lucha que adquirió ribetes muy encarnizados; ya la mitad de los españoles yacían en el campo y las tropas auxiliares indígenas mermaban.
Valdivia al ver perdida la batalla, dispuso la retirada, pero el propio Lautaro cayó por el flanco produciendo el desbande. Era justo lo que Valdivia no deseaba y los mapuche se dejaron caer sobre cada uno de los españoles retrasados. Sólo Valdivia y el clérigo Bartolomé del Pozo, que montaban muy buenos caballos, lograron escapar la carnicería. Eventualmente llegaron a unas ciénagas, donde los caballos se empantanaron, y fueron capturados por los mapuche.
La muerte de Pedro de Valdivia (Video También es parte de nuestra historia)
La independencia y soberanía Mapuche en su territorio duraría hasta 1881 con la invasión del ejército chileno por el lado de gulumapu (territorio Mapuche del oeste, Hoy Chile) y de 1883 por el ejèrcito argentino en Puelmapu (territorio Mapuche del este, Hoy Argentina).