El domingo 7 de enero se realizó en el centro histórico de la ciudad de Puebla una marcha de aproximadamente 3,000 personas que llevó el nombre de “Marcha por la Unidad, Movilización y la Dignidad Obradorista” en la que participaron diversos colectivos, pero que fue esencialmente convocada por la Convención Estatal Obradorista. Participé en la marcha, aunque no estuve en ningún contingente en particular, sino me dediqué a recorrerla con el propósito de observar quiénes participaban y cuál era el espíritu que los guiaba. La composición de la marcha fue heterogénea y pude distinguir dos contingentes importantes, compuestos por los partidarios de Claudia Rivera Vivanco y de Alejandro Carvajal. También hubo, entre otros contingentes, los provenientes de aproximadamente treinta municipios de la entidad, los luchadores por la desprivatización del agua y por el cese de la persecución judicial a Abelardo Cuéllar y el de la organización Movimiento Poblano por la 4T.
Los vítores a Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum y a Alejandro Armenta fueron reiterados. También fue reiterada de la necesidad de la unidad de los partidarios de la 4T. Tan evidente la reiteración que consignas y discursos en el mitin final invariablemente reconocieron a Alejandro Armenta en su calidad de Coordinador Estatal de los Comités de Defensa de la 4T. En la primera línea de la marcha pude distinguir a David Méndez Márquez, Alejandro Carvajal, Claudia Rivera Vivanco, Marisol Cruz, exalcaldesa de Tecamachalco, Gustavo Vargas, exalcalde de Huauchinango, Elisa Molina, regidora del municipio de Puebla en su mayoría oradores en el mitin final.
Los discursos en el mitin final tuvieron como contenido la unidad obradorista, la necesidad de una agenda progresista para la entidad y secundariamente el repudio a los advenedizos de última hora que de manera masiva están ingresando a las filas de Morena y de la 4T en Puebla y en todas las entidades del país. Este plano secundario en los discursos del mitin final, que no fue el caso del expresado por Alonso Aco, contrastó con el espíritu que yo detecté en los marchistas. En el seno de la manifestación abundó la consigna “¡Fuera chapulines!”, grito que expresa el malestar que en distintos sectores recorre a Morena y a la 4T.
El “Manifiesto por la justicia, democracia interna, unidad y movilización y dignidad Obradorista en Puebla” del 29 de diciembre pasado, reivindica lo que en su discurso mencionó Ana Lluvia García Vilchis: Morena es heredera de las luchas observadas en México a lo largo de ochenta años, de la clandestinidad en la guerra sucia, del movimiento del 68, de la lucha contra el neoliberalismo y por los derechos de las mujeres, indígenas y campesinos, en suma Morena y la 4T es heredera de la lucha por los bienes comunes, por un México con paz, justicia y bienestar. Es decir, es heredera de ideales que nunca fueron defendidos por los priistas y panistas y aún perredistas que ahora se suman clamando que finalmente se han convencido de dichos ideales. Entiendo por ello la frase final de lo expresado por Ana Lluvia: “que a los morenistas no nos coman el mandado”.
El reivindicar la dignidad en la marcha y en los discursos, revela la indignación que origina la cada vez más impúdica presencia de los antiguos adversarios del obradorismo en las listas de espera para las candidaturas. Y esa indignación tuvo el domingo pasado un destinatario principal: José Chedraui Budib, antiguo priista y morenovallista quien ahora pretende ser el candidato de Juntos Hacemos Historia para la presidencia municipal de la capital de Puebla. Así como Omar García Harfuch se volvió símbolo del indignante chapulinismo en la CDMX y así como Clara Brugada fue la reivindicación del morenismo, en Puebla Chedraui cumple el papel de García Harfuch y la percepción que hay es que son Alejandro Carvajal y Elisa Molina las figuras alternativas. Ha resultado por ello hasta cierto punto sorprendente (tal vez no) ver sumarse a la candidatura de Chedraui en los últimos días, a supuestos aspirantes a la presidencia municipal de la ciudad de Puebla como Gabriel Biestro, Iván Herrera, Nora Escamilla, Antonio López y Leobardo Rodríguez.
Me llamó la atención la presencia de Claudia Rivera Vivanco en la primera fila de la manifestación del domingo. Su actitud había sido ambigua hacia el movimiento inaugurado por la Convención Estatal Obradorista el 4 de noviembre del año pasado. Puede hacerse la lectura de que, ante la marejada de chapulines, hasta ella se siente insegura en sus posibilidades de conseguir una buena candidatura. Sea reivindicando el derecho de los obradoristas a no ser desplazados por los chapulines, o justificando su adhesión a alguno de ellos, no cabe duda de que hoy no solamente hay chapulines buscando acomodo sino también integrantes de Morena con aspiraciones buscando sobrevivir.
El contexto de todo esto es el plan C. En su cuenta de X, Iván Herrera parafrasea a Andrés Manuel López Obrador para legitimar su presencia en la foto con Chedraui: “Todas las alianzas son buenas si todas tienen un objetivo superior que es la transformación del país”. La pregunta es si ese pragmatismo desmesurado expresado en alianzas indiscriminadas realmente podrá transformar al país o si logrará todo lo contrario. La pregunta es si el abuso en las alianzas con impresentables no terminará restando votos a Juntos Hacemos Historia y ese oportunismo no terminará haciendo naufragar al Plan C. Veremos.
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