Elecciones en Taiwán: ¿Elegirá la isla un nuevo enfrentamiento con China?

El resultado de los comicios afectará la evolución del conflicto entre los Estados Unidos y China y, por lo tanto, afectará también la paz mundial.

Elecciones en Taiwán: ¿Elegirá la isla un nuevo enfrentamiento con China?

Autor: El Ciudadano

Por Wim De Ceukelaire

El 13 de enero, los habitantes de Taiwán cudirán a las urnas para elegir nuevo presidente y parlamento. Estas elecciones atraen más atención internacional de lo que cabría esperar para un país de sólo 24 millones de habitantes. El resultado afectará la evolución del conflicto entre los Estados Unidos y China y, por lo tanto, afectará también la paz mundial.

Dos semanas antes de las elecciones, conversé en Taipei – la capital de Taiwán – con Wu Rong-yuan, presidente del Partido Laborista. Su partido se presenta a las elecciones en tres distritos. Debido al sistema de mayoría simple, la batalla es dura. Además, el Partido Laborista está marginado por su postura favorable a la reunificación con China. Para entender mejor esta posición, dejo que un veterano de la lucha obrera me explique de nuevo la historia.

Taiwán vivió bajo la dictadura del Kuomintang, el partido de Chiang Kai-shek, hasta 1987. Las raíces del Kuomintang están en China continental, donde este partido mantuvo el poder hasta la victoria de la revolución socialista en 1949. Incluso tras el fin de la dictadura, el partido siguió gobernando en Taiwán, oficialmente aún denominada República de China, e inició un proceso de democratización. Mientras tanto, la principal oposición se aglutinó en torno al Partido Democrático Progresista (PDP).

Durante mucho tiempo, la política de la isla fue una lucha a dos bandas entre el Kuomintang y el DPP. Casi todas las demás fuerzas políticas, mucho más pequeñas, se alineaban con la coalición azul o con la verde, correspondientes a los colores respectivos de ambos partidos. Mientras el Kuomintang considera la isla parte de China, el DPP está inequívocamente a favor de un Taiwán independiente.

En 2000, el DPP llegó al poder por primera vez. Tras un paréntesis de ocho años, volvió a hacerlo en 2016. No solo tenían a la presidenta, Tsai Ing-wen, sino que también gobernaban con mayoría en el Parlamento. Fue bajo el mandato de Tsai cuando las tensiones con China aumentaron aún más, alimentadas por los Estados Unidos.

Wu me explicó que las posturas económicas de ambos partidos no son muy diferentes. Ambos se alinean con los Estados Unidos. “Además, también encuentran puntos en común en el anticomunismo contra los gobernantes de Pekín”, dijo Wu, “pero mientras el Kuomintang afirma que los residentes de Taiwán y de China continental forman una sola nación china, separada por el mar y por ideologías diferentes, el DPP inventó el nacionalismo taiwanés: desde que llegaron al poder hace 23 años, consiguieron crear una identidad taiwanesa nueva, partiendo de la nada”.

Esto no significa que todos los taiwaneses apoyen el rumbo del DPP. Al contrario, la popularidad del gobernante DPP ha disminuido significativamente. En condiciones normales, la oposición ganaría ampliamente estas próximas elecciones. La población está dividida sobre la postura correcta hacia China. La ampliación del servicio militar de cuatro a doce meses hace que la inminente escalada militar sea de repente muy concreta. Por otra parte, la crisis energética simboliza los malos resultados económicos del país. La población está lejos de estar satisfecha con la política del Gobierno.

Entonces, ¿son estas elecciones una victoria segura para el Kuomintang? No del todo, porque esta vez hay un tercer partido que puede convencer a una parte significativa de los votantes. El recién creado Partido Popular de Taiwán se presenta como alternativa a las alianzas azul y verde, presentando un candidato creíble a la presidencia, el ex alcalde de Taipei. Durante un tiempo pareció que este partido formaría una candidatura presidencial conjunta con el Kuomintang, pero en noviembre optaron finalmente por presentarse por separado.

Con una oposición dividida, el DPP aún podría ganar las elecciones. Los candidatos presidenciales del DPP y del Kuomintang están empatados en las encuestas. Nadie puede predecir quién ganará. Sin embargo, el ascenso de un tercer partido tiene una consecuencia importante: independientemente de quién gane las elecciones presidenciales, es probable que no tenga mayoría en el Parlamento. Esto significa que habrá que llegar a acuerdos.

Según Wu Rong-yuan, estas elecciones son cruciales para las relaciones entre Taiwán y China. El Kuomintang defiende el statu quo, lo que significa que ambos reconocen que hay una sola China, pero tienen diferentes interpretaciones sobre lo que esto significa. El DPP quiere afirmar el estatus de Taiwán como país independiente y puede contar para ello con el apoyo de los Estados Unidos. “La política de confrontación de los Estados Unidos hace imposible el statu quo”, dice Wu, “mientras que la independencia que busca el DPP nos aísla del continente y va en contra de los intereses de los trabajadores”.

Wu explica finalmente la visión del Partido Laborista: “La reunificación entre Taiwán y China es el único camino hacia la paz y la prosperidad: ‘Un país, dos sistemas’ es una fórmula realista”. A la pregunta de si se basaría en el acuerdo con Hong Kong, la respuesta es negativa: “China ha dicho claramente que Taiwán tendría más autonomía, y hay buenas razones para ello: Hong Kong era una colonia de Gran Bretaña cuando fue transferida a China, mientras que Taiwán existe desde hace décadas como entidad económica y política autónoma”.

Aunque por ahora parece haber poca apertura por parte de los dos partidos tradicionales, el Partido Laborista espera que haya espacio para el diálogo entre Taipei y Pekín después de las elecciones: “no hay un modelo para la reunificación, y sólo a través del diálogo y el intercambio podremos encontrar soluciones”.

Artículo publicado originalmente en Globetrotter.

Wim De Ceukelaire es activista por la salud y la justicia social y miembro del consejo directivo mundial del Movimiento para la Salud de los Pueblos. Es coautor de la segunda edición de The Struggle for Health: Medicine and the Politics of Underdevelopment (La lucha por la salud: Medicina y política del subdesarrollo) con David Sanders y Barbara Hutton.


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