De las ruinas del derrumbe del Rana Plaza en 2013 surgió una lucha renovada por los derechos de lxs trabajadorxs, mejores salarios y condiciones de trabajo más seguras. En los últimos diez años, la industria de la confección de Bangladés ha sido testigo de importantes protestas y movimientos obreros, con la proliferación y el fortalecimiento de una serie de sindicatos y colectivos de trabajadores. Una de estas organizaciones, que ha liderado estas luchas por el cambio, ha sido Solidaridad con los Trabajadorxs de la Confección de Bangladés (BGWS, por sus siglas en inglés), creada en 2008. Una vez que se asentó el polvo de la tragedia de Rana Plaza y la mirada internacional se desplazó, las marcas multinacionales, lxs propietarixs de las fábricas locales, así como el Estado, volvieron a las condiciones de explotación en las miles de fábricas de Bangladés. Sin embargo, la BGWS, junto con organizaciones como el Centro Sindical de Trabajadorxs de la Confección y otros colectivos como el Movimiento por los Derechos de lxs Trabajadorxs de la Confección (compuesto por 10 organizaciones miembro), han garantizado la continuidad de las luchas de lxs trabajadorxs por mejores salarios y condiciones de trabajo más seguras.
Para entender cómo han evolucionado estas luchas después de Rana Plaza, y los muchos retos que los sindicatos y lxs trabajadorxs han tenido que sortear, Pratim Ghosal habló con Taslima Akhter, presidenta interina y miembro fundadora de Bangladesh Garment Sramik Samhati (BGWS). Taslima es también becaria Magnum y fotoperiodista galardonada, cuya foto, «Abrazo final«, se reveló al mundo como un espectro sobrecogedor de la pérdida y explotación producto de la industria de confección mundial. Ha participado en la lucha por los derechos de lxs trabajadorxs durante los últimos 15 años; editó un libro de 480 páginas en bengalí sobre el derrumbe del Rana Plaza titulado Chobbishe April: Hazar Praner Chitkar (24 de abril: gritos de mil almas). Taslima también desempeñó funciones editoriales en el sitio web www.athousandcries.org y coordinó el proyecto Memorial Quilt (colcha conmemorativa) como parte de su trabajo con la comunidad. Además de su activismo, Taslima ha escrito numerosos artículos sobre cuestiones relacionadas con las mujeres y lxs trabajadorxs y ha traducido los escritos de Alexandra Kollontai. Actualmente imparte clases en el Pathshala South Asian Media Institute. Para saber más sobre ella, visite su sitio web.
Pratim Ghosal (PG): Nos gustaría empezar esta entrevista preguntándole por lxs trabajadorxs que perdieron la vida, desaparecieron o siguen sufriendo el trauma de la masacre del Rana Plaza. ¿Puede hablarnos de ellxs: quiénes eran, de dónde vienen y cómo sus vidas siguen afectadas por aquel fatídico día?
Taslima Akhter (TA): Hace tiempo, podía reconocer los nombres de muchxs trabajadorxs muertxs si veía sus fotos. También podía recordar las historias reales de muchxs de ellxs. Ahora, diez años después de la matanza de Rana Plaza, no recuerdo todos los detalles. Sin embargo, todavía me atormentan la cruel historia y las aterradoras emociones; cada año, el 24 de abril, vuelven esos recuerdos. En aquel momento, habíamos recopilado una lista de lxs fallecidxs no identificadxs, y conocimos a lxs trabajadorxs que perdieron la vida a través de los relatos de sus familias. Esas personas, antes desconocidas, se nos fueron haciendo familiares y cercanas. Sus vidas y luchas están ahora documentadas en Chobbishe April: Hazar Praner Chitkar (24 de abril: gritos de mil almas), donde cobran vida y alzan sus voces pidiendo justicia. Aún me cuesta creer la aterradora crueldad de la que fui testigo.
Recuerdo a Sagarika, Shahina, Saudat, Brajeshwar y muchos otros. En 2013, a los 17 años, Sagarika abandonó con su familia su aldea del distrito de Natore para escapar de las deudas y empezó a trabajar en Ethertext Garments, en Rana Plaza. Soñaba con pagar las deudas de sus padres, educarse a sí misma y a su hermana menor, y construir una sólida casa de ladrillo en su aldea. Trágicamente, falleció antes de hacer realidad sus sueños. También recuerdo la historia de Shahina. Tras cinco largos días de esfuerzos de rescate, la encontraron atrapada a 24 metros de profundidad entre los escombros. Su calvario fue retransmitido en directo por televisión. El mayor deseo de Shahina era ver a su hijo Robin, de un año y medio. Pero durante la operación de rescate se declaró un incendio repentino y Shahina perdió la vida. Shahina, la niña de la ribera, aspiraba a vivir una vida mejor con su padre pescador, su madre ama de casa y otros seres queridos en el distrito de Potukhali.
Del mismo modo, miles de trabajadorxs muertxs como Sagarika o Shahina, que vivían en aldeas y no poseían tierras, vinieron a trabajar a Rana Plaza, con la esperanza de una vida nueva mejor y con un salario mensual de sólo 3.000 takas (27 dólares). De hecho, la fábrica de Rana Plaza empleaba a trabajadorxs de 59 de los 64 distritos de Bangladés. De ellxs, el 57,58 por ciento tenía entre 18 y 25 años, e incluso trabajaban niñxs de entre 13 y 17 años. Casi el 60% de la mano de obra eran mujeres: todas sus vidas y sueños aplastados bajo los escombros.
Entre todos lxs rescatadorxs, no puedo olvidar a dos de ellxs: Manik, un trabajador de RMG, y Himaloy Himu, un organizador de la Federación de Estudiantes de Bangladés. Manik sigue sufriendo traumas mentales y, por desgracia, Himu, el mejor rescatador de nuestro equipo, se suicidó el 24 de abril de 2019, debido al trauma y la depresión.
PG: ¿Puede hablarnos brevemente de la historia de cómo se organizaron entre lxs trabajadorxs de la confección, la mayoría de lxs cuales son mujeres? ¿Cómo afectó el incidente de Rana Plaza al movimiento obrero en términos de tácticas y cuestiones planteadas?
TA: De los 4 millones de trabajadorxs de la confección de Bangladés, el 60% son mujeres. Muchas de ellas proceden de zonas rurales y han traspasado las fronteras de sus hogares. Esta importante confluencia de política, economía y cuestiones de género ha captado mi interés desde mi época de estudiante. También alimentó mi aspiración de participar en la política obrera. En 2008, un grupo de amigxs y yo fundamos Solidaridad con los Trabajadorxs de la Confección de Bangladés (BGWS), formada por miembros tanto de la clase trabajadora como de la clase media. Nuestro objetivo ha sido garantizar los derechos de lxs trabajadorxs y establecer verdaderos sindicatos. Establecer un movimiento sindical auténtico o real es una tarea difícil, sobre todo en Bangladés, donde la política sindical está muy influida por los estrechos vínculos entre los propietarios y el gobierno. Por desgracia, muchas organizaciones que operan como sindicatos se consideran «sindicatos amarillos/de papel» que no sirven verdaderamente a los intereses de lxs trabajadorxs.
Por otro lado, nos propusimos crear un liderazgo basado en ideales, y hacer hincapié también en el liderazgo de las mujeres. Mi experiencia en la política estudiantil, la fotografía y mi identidad como mujer: todos estos componentes me han ayudado a establecer relaciones estrechas, especialmente con las trabajadoras, y a organizar tanto a los trabajadores como a las trabajadoras. Aunque la identidad femenina no siempre se ve favorecida en el activismo, tenemos que abordar el tema que nos ocupa. Sin embargo, las trabajadoras siguen enfrentándose a la discriminación de género, tanto dentro como fuera del hogar. Esta discriminación social y estatal limita sus oportunidades de desempeñar funciones de liderazgo.
Allí donde había un movimiento, nos esforzábamos por estar presentes. Iniciamos nuestro trabajo en las principales zonas industriales: organizar a las trabajadoras, luchar por sus derechos, actuar como grupos de presión, participar en debates, realizar sesiones de formación, talleres, publicaciones y conectar nuestras vidas se convirtieron en nuestras tareas cruciales. En el ámbito de la organización de las trabajadoras, desempeñamos un papel importante en la defensa de la licencia de maternidad, la reivindicación de un entorno sin miedo en relación con el acoso sexual, la petición de guarderías, el tratamiento de diversos problemas familiares y la creación de un espacio para que se reunieran tanto en los momentos difíciles como en los alegres. No solo hacemos hincapié en el liderazgo femenino, sino que también abordamos las cuestiones de género en las prácticas de la BGWS: nuestros estatutos incluyen también una política contra el acoso sexual.
AT: Después de 2013, las marcas internacionales respondieron a la presión de lxs consumidorxs trabajando en la seguridad de los edificios de las fábricas en Bangladés e iniciando el Acuerdo y la Alianza (la Alianza para la Seguridad de lxs Trabajadorxs de Bangladés, liderada por marcas mayoritariamente estadounidenses). Se han hecho progresos, y el Acuerdo ha completado el 92% de los trabajos de remediación en casi 1.600 fábricas en 2020. Sin embargo, en las 1.333 fábricas aún restantes seguían faltando sistemas de alarma contra incendios. A pesar de que el Plan de Acción Nacional Tripartito (NTPA, por su sigla en inglés) está en vigor, no ha demostrado tener suficiente operatividad a nivel nacional. En la actualidad, el Consejo de Sostenibilidad de RMG (RSC, por su sigla en inglés) avanza lentamente, y en general se desconoce la rendición de cuentas del proceso legal. Sin duda, lograr la operatividad nacional es crucial para hacer frente a las crisis existentes y encontrar soluciones.
Cuando se produjo el derrumbe del Rana Plaza en 2013, se trataba de una emergencia. Tanto el pueblo bangladesí como lxs consumidorxs internacionales mostraron una gran preocupación por lxs trabajadorxs atrapadxs y prestaron un apoyo significativo. El Acuerdo también entró entonces en Bangladesh para proteger su «imagen» en el mercado mundial. Pero estas marcas también son responsables de la grave situación de lxs trabajadorxs. No pueden culpar únicamente a lxs propietarixs locales; ellxs priorizan los intereses del capital global y se llevan la mayor parte de los beneficios. La iniciativa del Acuerdo no puede servirles de excusa. Deben responsabilizarse del bienestar de lxs trabajadorxs, junto con lxs propietarixs locales y el gobierno.
En la última década, aunque se han producido incendios en otros sectores, no se han observado incidentes graves en la industria de la confección como los de Rana Plaza o Tazreen. La industria textil ha ganado reconocimiento, y sus propietarixs aspiran a transformarla en un sector de 100.000 millones de dólares para 2030, centrándose en fábricas ecológicas y respetuosas con el medio ambiente en Bangladés. Pero en los últimos diez años, lxs responsables de más de 1.100 muertes de trabajadorxs -propietarixs de edificios, propietarixs de fábricas, funcionarixs del gobierno, compradorxs extranjerxs- no se han enfrentado a procesos judiciales adecuados. Aunque se ha avanzado en el desarrollo de los edificios, el crecimiento de las empresas y el aumento de los beneficios, no ha habido una mejora proporcional de los salarios o las prestaciones de lxs trabajadorxs. Por lo tanto, para mejorar la vida de lxs trabajadorxs hay que buscar dentro del ámbito de sus medios de subsistencia, no sólo dentro de las estructuras de hormigón.
PG: En particular, también ha surgido la cuestión de la ONGización del movimiento sindical, especialmente en el contexto posterior a 2013. ¿Cómo ve esta cuestión y el papel de la BGWS en este contexto?
TA: Tras el derrumbe del Rana Plaza, han surgido muchas ONG que ofrecen formación en diversas habilidades y programas de rehabilitación para las personas afectadas. Sin embargo, no han mostrado el mismo nivel de compromiso a la hora de exigir responsabilidades al Estado y a lxs propietarixs de las fábricas para que cumplan las promesas de indemnización y lleven a lxs culpables ante la justicia. En lugar de ello, se socava la dignidad y la conciencia de los trabajadores, que dependen de la caridad y buscan ayuda puerta a puerta.
Desde 2013, algunas ONG de renombre han empezado a centrarse más en los problemas de lxs trabajadorxs, realizando investigaciones y formación, centrándose en las cuestiones de género y el apoyo jurídico. A veces, los datos y análisis de investigación de las ONG sobre los trabajadores de RMG nos han ayudado. Sin embargo, parte de su colaboración con el gobierno, lxs propietarixs y las marcas limita su capacidad para sacar a la luz todo el sufrimiento de lxs trabajadorxs. El trabajo de las ONG depende en gran medida de lxs donantes internacionales y de los fondos extranjeros, lo que crea una distancia y un alienamiento con las bases. También pensamos que este tipo de dependencia de la financiación no puede crear rendición de cuentas ni establecer relaciones con la población local. Los programas de las ONG animan principalmente a lxs trabajadorxs a emprender acciones legales en lugar de participar en movimientos. Además, las ONG ofrecen a veces visiones glamurosas de una vida mejor para lxs organizadorxs a través de programas de formación que incluyen lugares lujosos, comida y otros beneficios. Para nosotros, sin embargo, el movimiento obrero no se trata de lujos, ni de atajos o beneficios personales. Se trata de la lucha por la dignidad, el sustento y los derechos de lxs trabajadorxs como ciudadanxs. El movimiento obrero debe estar impulsado por una motivación ideológica y un liderazgo colectivo que trabaje por los intereses de lxs trabajadorxs.
Creemos firmemente que no es mediante la caridad, sino a través de la lucha unida como podemos evitar otro desastre en Rana Plaza, ejercer presión sobre el gobierno, lxs propietarixs y las marcas, y garantizar reparaciones justas, salarios justos y el derecho a sindicalizarse. La lucha, la unidad y la solidaridad a escala local y mundial son esenciales para defender la dignidad de lxs trabajadorxs, transformar el dolor en fuerza y luchar por sus derechos.
PG: En los últimos años, la pandemia de COVID-19 o los recientes cortes de electricidad han vuelto a poner de manifiesto cómo se trata a lxs trabajadorxs como si fueran desechables, como usted ha escrito en su artículo. ¿Cómo han influido estas múltiples crisis de los últimos años en las condiciones laborales y cómo han respondido lxs trabajadorxs y los sindicatos?
TA: Tras el derrumbe de Rana Plaza, los supervivientes y las familias se enfrentaron a una conmoción constante, sin respiro para recordar en paz a sus seres queridos. En medio de la pandemia, el distanciamiento social y los problemas de salud se convirtieron en un lujo, ya que lxs jóvenes trabajadorxs se vieron obligadxs a sacrificar su bienestar por la economía. Incluso tuvieron que salir a la calle con frecuencia para exigir la reapertura de fábricas cerradas, o para reclamar sus salarios. En el contexto actual de inflación, la lucha por un salario digno se ha convertido en un reto aún mayor para lxs trabajadorxs. Pero durante todo este periodo, en lugar de conseguir incentivos o salarios mínimos más altos, les ha perseguido el miedo a perder el empleo y a ser torturados.
Cada vez que lxs propietarixs y lxs compradores se han beneficiado de las crisis (el derrumbe de Plaza Rana, la pandemia del Covid-19, el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania en la economía mundial, la inflación, etc.), lxs trabajadorxs no han podido. Mientras lxs propietarixs prosperan, el nivel de vida de lxs trabajadorxs disminuye y sus hijxs sufren. A lxs trabajadorxs de RMG siempre se les pide que asuman las pérdidas sufridas, pero cuando los propietarios están inundados de beneficios, lxs trabajadorxs no reciben su justa parte. Los beneficios son personales, pero las pérdidas son sociales: esta tendencia económica neoliberal también se observa en el sector de la confección de Bangladés.
En la actualidad, lxs trabajadorxs de la confección exigen un salario mensual de 25.000 takas (233,26 USD al cambio actual) en lugar del salario mensual actual de 8.000 takas (~ 75 USD). También reivindican su derecho a organizarse y a conseguir un salario mínimo nacional.
Nosotrxs, la BGWS y nuestrxs aliadxs, el Movimiento por los Derechos de lxs Trabajadorxs de la Confección (compuesto por 10 organizaciones) y el Centro Sindical de Trabajadorxs de la Confección, llevamos mucho tiempo trabajando juntxs para establecer un nuevo consejo salarial y declarar un salario mínimo más alto. Finalmente, el mes pasado, el gobierno constituyó una mesa salarial. Ahora, nuestro esfuerzo colectivo se centra en unificar el movimiento. A lo largo de la historia, hemos observado intentos deliberados por parte de gobiernos y propietarixs de frustrar los movimientos unidos. Sin embargo, seguimos empeñadxs en avanzar hacia la unidad. Para concienciar y conseguir apoyo, hemos organizado concentraciones y protestas en varias zonas de trabajadorxs. También hemos entablado debates con otros grupos, como economistas, intelectuales, investigadorxs y organizaciones de defensa de los derechos de la mujer, para influir en la opinión pública a favor de un salario mínimo de 25.000 takas (233,26 dólares). Además, hemos presentado memorandos a la Asociación de Fabricantes y Exportadorxs de Confecciones de Bangladés (BGMEA; la asociación comercial de lxs propietarixs) y en la reunión inaugural de la mesa salarial. También estamos considerando la posibilidad de realizar una investigación sobre los gastos diarios de lxs trabajadorxs y el desarrollo general del sector de la confección, incluida la situación de lxs propietarixs, en esta época de inflación.
Reconociendo el crítico clima político, creemos que es esencial responsabilizar no sólo a lxs propietarixs, sino también al gobierno por el bienestar de lxs trabajadorxs. Además, como este sector forma parte de la cadena de suministro mundial, creemos que es crucial implicar a lxs compradorxs y exigirles responsabilidades también a ellxs.
Creemos firmemente en la fuerza de lxs trabajadorxs dentro de su realidad local, y estamos plenamente comprometidxs con su organización. En el país prevalece un ambiente de miedo, falta de democracia obrera y carencia de un derecho de voto adecuado. La representación política, la democracia y la rendición de cuentas son también esenciales para que los trabajadores ejerzan sus derechos.
PG: Antes de terminar, me gustaría centrarme en el poderoso trabajo que realiza a través de la fotografía documental. ¿Qué importancia tiene este aspecto -documentar la vida y las luchas de lxs trabajadorxs- dentro de las luchas más amplias de la organización sindical?
TA: Un movimiento prospera gracias a la sinergia de la lucha y la actividad cultural que da impulso a la lucha. La fotografía es una de mis herramientas de lucha. Capturando momentos, la fotografía evoca emociones y crea una profunda conexión con lxs espectadorxs. Transmite mensajes que dan energía a la lucha por cambiar el statu quo. Es esencial adoptar nuevos métodos, como la fotografía, junto con el activismo tradicional. Preserva la historia del movimiento obrero.
En 2010, en apoyo del movimiento salarial, mi primera exposición individual sobre lxs trabajadorxs de la confección se exhibió en la Galería Drik. Aparte de esto, se han expuesto en varios lugares y publicado fotografías de la vida cotidiana de lxs trabajadorxs, la inseguridad de Rana Plaza y Tazreen, las luchas durante la pandemia, el movimiento salarial y otros trabajos sobre lxs trabajadorxs de RMG. Hasta 2023, estas fotografías también se han expuesto en varios barrios obreros de Savar, Ashulia y Narayanganj. El objetivo principal de exponerlas en zonas obreras era volver a la comunidad y entablar un diálogo con ella, establecer conexiones y contribuir al movimiento local. La mayoría de mis fotografías y las de otrxs fotógrafxs sobre lxs trabajadorxs de la confección han sido expuestas en la comunidad local por la BGWS.
Aparte de esto, el principal objetivo de varias galerías dentro del país o exposiciones fuera de él era generar el apoyo de la gente, la clase media y lxs consumidorxs hacia el movimiento obrero. Otro objetivo es cuestionar la responsabilidad de propietarixs y gobiernos. Aparte de mí, muchxs otrxs fotógrafxs que han trabajado sobre la vida y la seguridad de lxs trabajadorxs de la confección también han intentado hacer crecer la solidaridad con la lucha reuniendo su trabajo en exposiciones.
La iniciativa de la BGWS ha implicado activamente a lxs trabajadorxs y a sus familias en tareas creativas. Como parte de este esfuerzo, las familias de lxs trabajadorxs fallecidxs y lesionadxs de Rana Plaza crearon una colcha conmemorativa llamada «Smriti Kantha», que incorpora imágenes, palabras y puntadas. La BGWS también desempeña un papel crucial en la recopilación de fotografías de lxs trabajadorxs desaparecidxs de Rana Plaza y su utilización en publicaciones. Estas iniciativas destacan las fortalezas del movimiento sindical. Películas, pinturas, música, novelas y diversas formas de arte y literatura también pueden contribuir a la lucha cultural, proporcionando más fuerza al movimiento de lxs trabajadorxs de la confección. La inclusión de estas expresiones culturales en el movimiento obrero es muy necesaria.
PG: Por último, ¿puede decirnos cómo han conmemorado lxs trabajadorxs Rana Plaza en su historia y sus luchas populares?
TA: El asesinato de Rana Plaza es uno de los mayores incidentes de la historia industrial, con implicaciones globales para la historia de lxs trabajadorxs. Todos los años, las organizaciones sindicales de Bangladés conmemoran este día, a menudo con protestas frente al emplazamiento de Rana Plaza. Como parte de la BGWS, protestamos frente a Rana Plaza el 24 de cada mes, o en torno a esa fecha, desde 2013 hasta 2020. Por supuesto, esto no fue posible una vez que comenzó la pandemia de Covid-19. Sin embargo, este año, además de concentraciones de protesta y homenajes, se organizaron exposiciones fotográficas, publicaciones, debates, tertulias y dibujos infantiles para que este día no caiga en el olvido.
La BGWS celebró este día con un programa de un mes de duración para preservar la historia de Rana Plaza, exigir el castigo de lxs culpables y cambios en la ley de indemnizaciones, y abogar por salarios de 25.000 takas para lxs trabajadorxs vivxs, además de plantear otras reivindicaciones. Al mismo tiempo, hemos llamado al mundo entero a celebrar el 24 de abril para exigir la seguridad de lxs trabajadorxs en todo el planeta. Todxs debemos decir al unísono: «Recordad a lxs muertxs, luchad por lxs vivxs: ¡trabajadorxs del mundo uníos!». Este año, en su 10º aniversario, muchos países fuera de Bangladés han conmemorado el Día de Rana Plaza para subrayar la importancia en todo el mundo de la seguridad de lxs trabajadorxs, de unos salarios justos y de los derechos sindicales.
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Autor/aPratim Ghosal
Foto: Wire
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