Poblana brinda por su ingreso al negocio mezcalero poblano, ¡salud!

Contra los estereotipos de la industria, Anahí González Buenfil participa en la fabricación y promoción del mezcal elaborado en su tierra, San Diego La Mesa Tochimiltzingo, el cual tiene una tradición familiar de cinco generaciones.

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En entrevista con El Ciudadano México, la joven relató que ella pertenece a la quinta generación de mezcaleros en el municipio y la primera que permite a mujeres laborar en los llamados palenques donde se produce la mítica bebida.

Señaló que anteriormente se restringía la participación de las mujeres de la familia en esta actividad por «costumbres», aunado a que la producción se realizaba de manera marginal y mayormente sin gran ganancia económica.

Fue en 2015, luego de que distintos municipios de Puebla obtuvieron la denominación de origen, cuando la demanda de mezcal obligó a reconocer la necesidad de las mujeres en los palenques, comentó Anahí.

Pese a que anteriormente las mujeres solo asistían a los talleres a «dejar comida», la joven destaca que desde hace cuatro años participa en el proceso y colabora en la marca nombrada Agave Rosa, elaborado por mujeres mixtecas.

«Anteriormente era una actividad ligada a los hombres, las mujeres solamente llevaban la comida a lo que son los palenques, pues era una bebida que era muy poco reconocida, ya que no tenía la denominación de origen (…), ahora requieren la ayuda de las mujeres para llevar a cabo la producción pues aumentó la demanda»

Anahí González Buenfil

Tradición de más de 250 años

La emprendedora comentó que este nuevo auge de la bebida logró rescatar su elaboración, pues estuvo a punto de perderse con sus padres, luego de 250 años.

Además, hubo un cambio en la economía del municipio mixteco, pues la producción se volvió una actividad primordial para que las familias permanezcan en la región y no migren.

La joven pidió que se consuma el mezcal realizado en Puebla, pues remarcó que esta actividad se extiende desde hace muchos años, por lo que no son mezcaleros «de apenas», pues simplemente no contaban con el nombre, pese a que era el mismo proceso de fabricación.

Ilustración: Iván Rojas

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