La última arma de Israel contra Palestina es la deuda de Egipto

La economía de Egipto enfrenta una grave crisis y su alta dependencia de importaciones limita su independencia. Israel podría influir

La última arma de Israel contra Palestina es la deuda de Egipto

Autor: El Ciudadano México

Un documento filtrado, escrito por Gila Gamaliel, ministra de Inteligencia israelí, salió a la luz a finales de octubre en medio de la devastadora guerra en Gaza.

Proponía reubicar a los residentes de Gaza en el Sinaí (Egipto) como una solución «que resultaría en positivos resultados estratégicos a largo plazo». Pero ¿cómo podría Egipto aceptar una solución así, cuando la mayoría de su población es aparentemente propalestina?

La respuesta se encuentra en el mundo de la macroeconomía: la deuda.

Después de que fuera revelado por el periódico israelí Calcalist y WikiLeaks, la propuesta está acaparando la atención de la prensa crítica israelí y egipcia. Tel Aviv parece estar en conversaciones con el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi para que acoja a los habitantes de Gaza y los asiente en el Sinaí, a cambio de la cancelación de toda su deuda con el Banco Mundial.

Esto podría significar que el gobierno israelí asuma las deudas de Egipto con acreedores multilaterales (como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc.) o que, con el apoyo de Estados Unidos, convenza a países occidentales aliados para que condonen las deudas egipcias con instituciones nacionales.

Mientras tanto, se está negociando una ayuda financiera en medidas concretas, como la propuesta por el secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken de financiar una ciudad de tiendas de campaña (que posteriormente se convertiría en edificios residenciales), propuesta durante su gira por la región en octubre al gobierno egipcio.

La apertura egipcia a la población palestina bajo el pretexto de la ayuda humanitaria, oculta el verdadero objetivo de la «solución a la crisis» del gobierno israelí: la limpieza étnica y la colonización de territorios a cambio de favores financieros, en este caso, la condonación de la deuda de un país vecino.

Egipto, un país sofocado por la deuda

Desde una perspectiva macroeconómica, la propuesta podría ser una bendición para el Gobierno de Abdel Fattah al-Sisi. Egipto, una nación de 105 millones de habitantes, enfrenta actualmente a una crisis de deuda histórica de la que Occidente apenas se ha dado cuenta. Bloomberg Economics sitúa a Egipto en el segundo puesto mundial, por detrás de Ucrania, en cuanto a vulnerabilidad por no poder pagar sus deudas. Dos de las principales fuentes de ingresos de Egipto, el turismo y las tasas por transitar el Canal de Suez, han aumentado, pero no lo suficiente como para pagar su deuda externa que, en junio de 2023, ascendía a 164.700 millones de dólares. Parte de esta deuda es con acreedores locales, como los Emiratos Árabes Unidos, aliados de Egipto en el Golfo. El resto es con acreedores menos indulgentes: Egipto debe pagar 2.950 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI) y 1.580 millones de dólares a los tenedores de bonos extranjeros antes de finales de 2023.

Egipto, uno de los mayores importadores de trigo del mundo y dependiente también de las importaciones del combustible y otros alimentos básicos, sigue enfrentándose a las repercusiones de la guerra de Ucrania, la creciente inflación, el aumento sin precedentes de los precios y el acceso limitado a una financiación asequible. Como resultado de eso, el país depende completamente de préstamos internacionales del FMI y los ricos estados del Golfo. Esta dependencia limita las opciones de la política exterior de Egipto, dificultando y haciendo improbable que actúe con independencia de los Estados Unidos que, junto con los países europeos, domina la toma de decisiones en instituciones multilaterales tales como el FMI y el Banco Mundial.

Se había especulado que gobierno de Abdel Fattah al-Sisi cedería ante la propuesta del gobierno israelí de extrema derecha para expulsar forzosamente al pueblo palestino, a cambio de la cancelación de sus deudas, dañando aún más su popularidad y las oportunidades de al-Sisi en las urnas. Sin embargo, hoy se ha anunciado ganador de las elecciones, a pesar de que esta «solución» pueda chocar con la postura en su mayoría propalestina de la población egipcia, que salió a la calle el 18 de octubre en solidaridad con el pueblo palestino al grito de «No al desplazamiento, no al reasentamiento, la tierra es de Palestina».

La oposición y el pueblo egipcio saben muy bien que Egipto es aliado de Estados Unidos, y que el apoyo de Estados Unidos al gobierno autoritario egipcio y a sus medidas represivas se debe en gran medida a la existencia de Israel. Estados Unidos cuenta con que el gobierno egipcio actúe como dique de contención contra su población, en su gran mayoría antisionista. Si las circunstancias económicas del país no mejoran e Israel sigue bombardeando a la población palestina de Gaza, con la brutalidad que ha demostrado en las últimas semanas matando a miles de niños y civiles, es posible que Egipto no tenga más remedio que aceptar de facto, el desplazamiento de refugiados a su territorio a cambio de ayuda financiera y una reducción parcial de su deuda.

Deudocracia, una táctica colonial (no muy) nueva

Los principios en los que se basa la propuesta del gobierno israelí, ofrecer la condonación de la deuda a cambio de favores políticos, no son nuevos. Lamentablemente, esto es ejemplo de una práctica utilizada con frecuencia por los países ricos del Norte Global, en un mundo caracterizado por estructuras del poder financiero neocoloniales. Esto significa que los países empobrecidos que contraen préstamos del Norte Global e instituciones financieras multilaterales (como el FMI, el Banco Mundial, etc.) siguen siendo en gran medida idénticos a las excolonias. Esto implica que la deuda no es meramente un problema financiero, sino que también puede utilizarse como herramienta de opresión y extorsión, dado que el acreedor es capaz de ejercer poder sobre el deudor, influyendo en sus decisiones políticas.

Si tomamos a Egipto como ejemplo, no sería la primera vez que Estados Unidos utiliza la condonación de la deuda como palanca para hacer que Egipto se atenga a las exigencias políticas estadounidenses. En 1991, Estados Unidos y sus aliados, los gobiernos ricos del Club de París– condonaron la mitad de los 20.200 millones de dólares que Egipto les debía a cambio de la participación de Egipto en la segunda guerra del Golfo como parte de la coalición contra Irak.

Muchos movimientos sociales (empezando por el movimiento Jubileo en la década del 2000) empezaron a denunciar la «deudocracia» y a afirmar que la deuda es un mecanismo de sometimiento y de difusión de políticas neoliberales gravemente perjudiciales para el medio ambiente y los derechos humanos. Como personas que vivimos en países ricos occidentales, no debemos permanecer callados ante las propuestas financieras que apoyan la limpieza étnica y la colonización de territorios palestinos por parte del gobierno israelí de extrema derecha.

Afortunadamente, no todos los miembros de la comunidad internacional guardan silencio ante la masacre en Palestina.

Países como Bolivia, Colombia, Brasil, Argentina y México, Sudáfrica y Argelia han adoptado posturas críticas contundentes a los ataques israelíes. El presidente boliviano, Luis Arce, ha roto relaciones diplomáticas con el gobierno de Netanyahu, y Colombia, Chile y Sudáfrica han retirado a sus embajadores de Israel. A esto le siguió la condena de México y Argentina al ataque al campo de refugiados de Yabalia, en Gaza. Asimismo, el presidente colombiano, Gustavo Petro, anunció el 9 de noviembre que Colombia apoyaría el caso de Argelia en la Corte Penal Internacional (CPI) contra Israel. Además, también hay voces críticas dentro de la Unión Europea. Hace tres semanas, el presidente de España, Pedro Sánchez, y el primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo, se pronunciaron durante su visita al paso fronterizo de Rafah, entre Egipto y Gaza, en contra de la matanza de civiles inocentes por parte de Israel, entre ellos miles de niños, lo que dio lugar a una crisis diplomática.

El Reino Unido, Alemania y Francia también se han sumado, tardíamente, a los llamamientos en favor de un alto el fuego en Israel. El 12 de diciembre, las Naciones Unidas aprobaron una resolución no vinculante en la que se pedía un alto el fuego humanitario en Gaza, con 153 países que votaron a favor, 23 que se abstuvieron y 10 en contra. Ucrania, un país en guerra que lucha contra la invasión rusa, se abstuvo en la votación. Israel y Estados Unidos fueron algunos de los países que votaron en contra del alto el fuego.

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Autores: Alfons Pérez y Nicola Scherer

Traducción: Edgar Alejandro Molina Gil, Andrea Pisera y ProZ Pro Bono

Foto: openDemocracy

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