Esta bacteria es una de las que actualmente tiene cepas resistentes a muchos de los antibióticos de uso humano conocidos. Puede causar neumonía, meningitis, sepsis y otras infecciones graves.
La bacteria ha adquirido genes de virulencia que le permiten infectar a personas sanas, además de a personas con el sistema inmune comprometido.
También ha adquirido genes de resistencia a carbapenemas, antibióticos de último recurso. Esto dificulta el tratamiento de las infecciones causadas por esta bacteria.
Se han confirmado casos de transmisión de la bacteria en Irlanda, y se sospecha de casos en Francia, Letonia y Lituania.
La bacteria se puede contagiar de persona a persona o por la contaminación del ambiente.
Las infecciones hospitalarias son una fuente importante de contagio de esta bacteria.
La pandemia de COVID-19 ha empeorado el problema de la resistencia a los antibióticos.
Es necesario un uso prudente de los antibióticos, la búsqueda de nuevas alternativas de tratamiento y la investigación de nuevos antibióticos para frenar la propagación de esta bacteria.
Si no se toman medidas, la resistencia a los antibióticos podría causar diez millones de muertes al año en 2050.
Fuente: European Centre for Disease Prevention and Control
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