Reforzar la soberanía y dignidad

Las elecciones del 1 de marzo son un campo más de batalla por la soberanía y la dignidad de Irán y sobre todo la región de Asia occidental.

Reforzar la soberanía y dignidad

Autor: Pablo Jofre

Si existe un país que ha logrado mantener en alto el concepto de no sucumbir a los afanes de detener la participación de la ciudadanía, en sus procesos electorales, sean estos del ámbito parlamentario como presidencial, a pesar de amenazas, políticas de desinformación, guerras híbridas, manipulación entre otras acciones, ese país es la República Islámica de Irán.

Y pongo como punto de referencia a Irán y a su pueblo pues el 1 de marzo, la sociedad de este país, ubicado en la estratégica región entre Asia occidental y central, acudirá a las urnas, con un universo electoral de 59 millones de ciudadanos, para proceder a elegir a los miembros de la XII Asamblea Consultiva Islámica de Irán conocida como Mayles (parlamento). Los iraníes deberán escoger a 290 parlamentarios y 88 miembros de la Asamblea de Expertos, que es el organismo encargado de elegir a la principal autoridad religiosa del país (1).

El líder de la República Islámica de Irán, Seyed Ali Jamenei, a la hora de reflexionar sobre este certamen electoral lo ha definido como un pilar fundamental desde el punto de vista político. Y, ante ello, sus llamados directos al pueblo iraní para que concreten una masiva participación son constantes. Esto, porque no sólo permitirá dar el aval político, para implementar las reformas definidas por los principales líderes del país (2), sino que también significará un fuerte varapalo a los enemigos de la revolución, empeñados en hacer fracasar estas elecciones de tal manera de llevar a la práctica un proceso de desestabilización que busca derrocar el gobierno y así fortalecer la presencia hegemónica de las potencias occidentales, junto al sionismo en la región. Injerencia hipócrita y falsaria, pues la crítica de occidente a aquellos países que no sucumben a sus cantos de sirena y modelo político es catalogar de “poco democráticas” o “elecciones faltas de libertad y de respeto a los derechos humanos” a aquellos eventos electorales que no se ciñen a sus dictados (3).

Y es en este punto señalado donde ese escaso pudor se manifiesta en forma visible y descarada pues esos países, que desgarran vestiduras al hablar de la defensa de los derechos humanos, son los principales violadores de estos. Responsables de crímenes atroces, invasiones, agresiones, golpes de estado, intervenciones bajo la supuesta defensa de los derechos humanos. Nos dice la analista Sara Rosenberg que “las potencias occidentales, los llamados ‘países democráticos de occidente’, tienen una larga y abominable historia de intervenciones abiertas o disfrazadas contra la soberanía de los pueblos de oriente, Latinoamérica y África. Un proceso de expansión colonial e imperial donde el saqueo y la destrucción son puntos relevantes y que se prolongan hasta hoy de diversas maneras”.

Coincido plenamente con esta visión, además con sociedades alienadas por un podero aparato comunicacional que según Rosenberg se ocupa de “transformar la injerencia y destrucción de pueblos enteros en una necesidad y en una tarea casi mesiánica de esas democracias occidentales. Sociedades donde se ha naturalizado el crimen a tal punto que los ciudadanos de esos países, de esas supuestas democracias representativas creen vivir en un sistema democrático con una opulencia fragmentada en sus territorios y miseria para el resto del mundo. O dotadas de un destino manifiesto que ve a al otro como inferior, subhumano, blanco de exterminio como lo constatamos por 75 años ya en la política sionista contra Palestina, precisamente avalada por ese Occidente que nos llama a seguir sus sendas plagadas de crímenes. ¿Esa es la democracia que anhelamos? ¿Esa es la democracia que nos venden con oropeles y fuegos artificiales?

En este marco descrito resulta apropiado traer a colación lo que fueron las palabras de Seyed Ali Jamenei en las elecciones presidenciales, que condujeron al triunfo al actual mandatario Ebrahim Raisi el año 2021. Palabras certeras y que avizoraron el actual panorama político, social y económico de Irán y de la región. En aquella oportunidad, Jamenei señaló la necesidad de que los candidatos no hicieran promesas que no pudieran cumplir y que los desafíos que se vislumbraban eran múltiples. Idea que no ha cambiado un ápice y que se puede extrapolar perfectamente a la actual elección y coyuntura política. Me refiero para tener en cuenta una serie de puntos fundamentales a la hora de trazar una hoja de ruta política para el país. Lucha efectiva contra la corrupción que afecta la esencia de un país, sus instituciones, la moral, la vida cotidiana y hace desconfiar de todo y de todos. Desestructura, genera desconfianza y apatía en el rumbo de la nación. Trabajar por reducir el déficit presupuestario, que va de la mano con la necesidad de bajar los índices de inflación, que afecta, fundamentalmente, a la población más carenciada, aumenta el malestar social a través de un mayor costo de la vida. Desarrollar, igualmente, una política de empleo juvenil que es la masa poblacional más numerosa de nuestros países y por tanto quienes sostendrán los proyectos actuales y futuros de nuestras naciones.

Igualmente se llamó a impulsar y direccionar los esfuerzos en diversificar la matriz productiva, que lleva implícita una amplia reingeniería en extensas áreas de la economía, de la industria. Lograr que las medidas coercitivas unilaterales contra Irán sean abolidas y ello implica apoyar los esfuerzos políticos y diplomáticos. Llevar adelante las conversaciones por el programa nuclear de la nación persa, sin que Irán condicione el mejoramiento de la situación económica del pueblo “a la voluntad de los extranjeros”. Apoyar, como ha sido hasta hoy, los esfuerzos de emancipación, defensa de la soberanía y logro de la autodeterminación de los “pueblos oprimidos”. Profundizar las relaciones con los países vecinos, como una prioridad de la política exterior, en el marco de ser parte de acuerdos multilaterales como es el caso de la Nueva Ruta de la Seda; acuerdos con países del Cáucaso meridional, de Asia occidental y central e incluso abarcar latitudes más lejanas como África y América Latina. Todas ellas tareas que quienes asuman labores legislativas tras las elecciones del 1 de marzo de 2024 y quienes tengan la fundamental labor de elegir al líder supremo del país, deben tener como norte sí o sí.

Desde el mismo día del triunfo revolucionario Irán y su pueblo han sido el blanco predilecto de Estados Unidos, sus socios europeos y sus títeres regionales como el régimen sionista israelí y la monarquía saudí. Ideas y acciones encaminadas en la línea de hacer fracasar el trabajo de transformación de Irán que, hasta febrero del año 1979, era un satélite de Estados Unidos y un hilo más de la madeja de intereses y confrontaciones de un mundo bipolar del cual Irán, con el triunfo revolucionario, mostró que era posible mantenerse en un camino propio, buscando su desarrollo autónomo y con el incremento de sus propias potencialidades en múltiples aspectos. Irán, durante 45 años, ha sido el blanco de una política de máxima presión en todos los ámbitos imaginables: políticos, diplomáticos, financieros, militares, procesos destinados a desequilibrar al país en el cuadro de análisis de lo que se conoce como “golpes suaves”. Una nomenclatura generada en laboratorios y tanques de ideas occidentales, por analistas estadounidenses como es el caso de Gene Sharp y llevadas a cabo por los gobiernos norteamericanos desde el mismo año del triunfo de la revolución islámica el año 1979 (4).

Operaciones que intentan, sin cesar, permanente y crónicamente, socavar las bases de la revolución y sobre todo subvertir a la población, que en el caso de eventos electorales significa intentar que la abstención les permita transmitir dificultades internas. Esa es la meta de los enemigos de Irán, impedir el libre ejercicio del voto, aunque ello signifique atentados y muertes. Y con ese objetivo, los ataques contra mezquitas, centros de peregrinación, asesinatos de guardias fronterizos, científicos nucleares, atentados a centros de distribución de electricidad, producción de gas y petróleo. Las sanciones, embargos y presiones para impedir la realización de un comercio internacional justo y dinámico, impedir el uso de canales de transferencia de dinero a través del sistema Swift, entre otras operaciones, desean destruir la revolución. Los intentos de los enemigos de Irán van encaminados, sobre todo hoy, en el concierto de una fuerte ofensiva de agresiones en Asia occidental, a hacer fracasar a los países del Eje de la Resistencia, bombardeando al país con informaciones manipuladas, desinformación, impedir el concurso de la sociedad en la decisión política de sus liderazgos.

Entre esas estrategias se encuentran las noticias falsas mencionadas, por ejemplo las denominadas fake news, como también los sabotajes, presiones, sanciones, acusaciones en el ámbito internacional, sumando incluso a políticos opositores que comienzan con su narrativa a servir de punta de lanza de esos intentos de subversión. El portavoz del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, Ramazan Sharif, consignó ante medios de prensa internacional que las noticias falsas, la manipulación y la desinformación se aceleran cuando hay procesos electorales en Irán, considerando que son un campo propicio de utilizar en la idea de producir contenidos con el objetivo de abrir una brecha entre el pueblo y su gobierno. Sharif sostuvo hace pocos días en la ciudad de Tabriz que “los medios de comunicación siguen una agenda y, en particular, los medios extranjeros buscan empañar la imagen de Irán. Desde la Revolución Islámica, la posición de los medios extranjeros frente a la República Islámica ha sido clara, y llevan a cabo sus actividades contra Irán con nuevos contenidos falsos.

Por ello, la mejor manera de demostrar a los enemigos que la República Islámica de Irán está en una firme posición defensiva, con claro sentido de país soberano y digno, es tener una amplia participación en las elecciones parlamentarios del próximo 1 de marzo. El enemigo está en plena campaña para influir negativamente en los votantes, sobre todo en la juventud iraní, pretender evitar que acudan a votar y ejercer un derecho ganado a costa del sacrificio de miles de hombres y mujeres que han cimentado los avances y logros de una nación que hoy es referencial para muchísimas naciones del mundo.

Para las autoridades religiosas y políticas de Irán resulta evidente -y así lo han hecho saber permanentemente- que ni las divergencias políticas, sociales, las dificultades económicas o las continuas políticas de presión contra la nación deben afectar la unidad de la sociedad iraní, la firme posición que permita contrarrestar las amenazas y ataques de quienes desean volver a tener a Irán dentro del radio de países influenciables, dominados por intereses ajenos a la soberanía de este país milenario. Estados Unidos y sus socios europeos suelen instar al pueblo iraní a no acudir a las urnas y, en esta ocasión, no es la excepción, tratando de apartar a la gente del camino electoral trazado.

En tiempos turbulentos como los vividos, especialmente en la región de Asia Occidental, la República Islámica de Irán enfrenta enormes retos, tanto en el ámbito local, como también en el plano de su política exterior. Por ello, en un entorno de ataques que no cesan, resulta vital mejorar la economía, reforzar lo que se conoce como los elementos del poder nacional, y que permite planificar adecuadamente, avanzar en las metas trazadas, conseguir los beneficios esperados y así fortalecer los amplios campos de desarrollo que requiere un país de 88 millones de habitantes con enormes riquezas de petróleo, gas y situado geoestratégicamente en una de las zonas más importantes y disputadas del planeta. Unas elecciones pacíficas, resguardadas, con participación amplia refuerza esta imagen de Irán respecto a que su poder crea, genera, irradia y concreta paz y seguridad en la región. No en balde Irán es el líder y referente del Eje de la Resistencia, pero además es actor fundamental en cualquier proceso de negociaciones y búsqueda de pacificación de la región.

No se puede obviar ni dejar de lado a la revolución islámica en el camino de la total soberanía de la región y menos aún dejar de tener en cuenta su poderío militar, su papel referencial y la defensa de aquellos que sufren las presiones de la alianza Washington-Europa-Sionismo, contando para ello con la traición de gobiernos dictatoriales y monarquías del mundo del islam que desprestigian a la Umma. Las elecciones del 1 de marzo son un campo más de batalla por la soberanía y la dignidad de Irán y sobre todo la región de Asia occidental.

Por Pablo Jofré Leal

Artículo para Hispantv

Permitida su reproducción citando la fuente.

1.-En este mismo portal en un artículo sobre estas elecciones se daba a conocer que esta Asamblea de Expertos representa uno de los pilares fundamentales de lo que es la estructura política de la nación persa. … el fundador de la República Islámica, el Imam Jomeini (P), enfatizó en su momento que, si el pueblo elige al Consejo para designar a un mujtahid justo, es decir, un intérprete de la ley islámica, para liderar el gobierno, entonces los expertos nominarían a una persona para asumir dicho liderazgo. En esta situación, la autoridad es validada por el pueblo y el wali (el líder supremo) es elegido democráticamente, proporcionando así al gobierno que surja un fundamento basal sólido y legítimo. https://www.hispantv.com/noticias/politica/580433/iran-poblacion-rol-determinante

2.-https://radio.uchile.cl/2021/08/10/iran-desafios-para-la-nueva-presidencia/

3.-¿Cómo es posible que los gobiernos elegidos “democráticamente” en USA y en la UE (y Emiratos e Israel) estén cometiendo un crimen de lesa humanidad, tal como son el bloqueo y las sanciones a países soberanos, en nombre de la “democracia” y su apéndice ya purulento la “libertad”? https://www.alainet.org/es/articulo/211252

4.-Gene Sharp es un filósofo y politólogo estadounidense, fundador de la ONG Albert Einstein, cuyo supuesto fin es promover “la defensa de la libertad y la democracia y la reducción de la violencia política mediante el uso de acciones no violentas». Su obra, sin embargo, da cuenta de cinco pasos para provocar golpes suaves: ablandamiento; deslegitimación; calentamiento de calle; combinación de formas de lucha y fractura institucional” https://rebelion.org/el-manual-sharp-y-los-golpes-suaves-en-america-latina/


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