El Anciano
Ahora estoy convertido en un anciano tal cual
ustedes me ven que camino encorvado lento y
cansado arrastrando mis achaques porque los años
no han pasado en vano, las arrugas han llegado a mi
cara, mi pelo se ha vuelto cano.
Mis manos están temblorosas, mi voz suena triste,
apagada, mis oídos se han puesto sordos, mi mente
ya está perturbada.
Los años no han pasado de largo, en mi cuerpo se han
quedado, los llevo a mi espalda, los siento muy
pesados.
Soy el anciano, el abuelo, el tata o como me
quieran llamar, a veces un viejo de mierda que está
pa’ puro estorbar.
En otras me tratan con afecto y suavidad, como si
fuera un niño, con palabras bondadosas, tiernas y
muchísimo cariño.
La vejez no es un premio de la vida si te tratan mal si
te tiran la comida como a un pobre animal.
Los abuelitos venimos en reclamar mejor trato,
respeto y dignidad.
¿Son los años un premio de la vida o un castigo
terrenal?
A ti hijo, nieto te lo digo: no te olvides que con los
años me tendrás que remplazar en este dignísimo
lugar.
*Escrito por el poeta y maratonista de 84 años, Bruno Bernal Díaz, en mayo de 1998.