El gran incendio ocurrido los primeros días de febrero en la Región de Valparaíso impactó a Chile y al mundo por la cantidad de personas fallecidas, casas destruidas y hectáreas quemadas.
La catástrofe recordó, una vez más, que el país ha estado marcado por desastres naturales, como terremotos, inundaciones y aluviones, y en los últimos años por este tipo de siniestros que se producen en verano.
«Año tras año, los incendios son recurrentes en esta época y tienen un gran impacto. Como los ocurridos en 2023 y los del año 2017, que fue uno de los más impactantes de la historia por la superficie quemada. Tenemos el terremoto de 2010 o el de Valdivia, también los aluviones de Copiapó del año 2015, que también tuvieron repercusiones materiales y humanas», recordó Oliver Meseguer, profesor asociado al Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas de la Universidad de Tarapacá.
El académico es el investigador principal del Núcleo Milenio AndesPeat, siendo especialista en análisis de la variabilidad climática, realizando estudios sobre incendios y la exposición humana en las zonas de interfaz urbano-forestal.
En esa línea, aseguró que Chile es uno de los países con mayor cantidad y variedad de desastres naturales de Latinoamérica: «Quizás, la única amenaza que no está presente directamente son los ciclones, que no afectan a este país por la ubicación que tiene, demasiado alejado de las zonas intertropicales. Sin embargo, sí que hemos visto que han aparecido a lo largo de toda la costa de Chile mangas marinas que sí que pueden tener determinados impactos no menores», afirmó el investigador.
Seguidamente, sostuvo que «en el contexto del cambio climático y del calentamiento global, vamos a estar, cada vez más, asistiendo a estos fenómenos que se van a dar en un ambiente más seco, con temperaturas más elevadas que provocan que el combustible sea más abundante, que se prepara a lo largo del invierno».
Pero este no es el único factor que incide en la mayor ocurrencia de los incendios forestales: según Meseguer hay que considerar que los seres humanos «cada vez se exponen más a este tipo de fenómenos porque precisamente se asientan en una buena parte en las interfaces urbano forestales».
El profesor de la UTA recordó que «el año pasado (2023), si bien hubo una gran cantidad de superficie quemada, con grandes focos y muchas pérdidas materiales, los incendios no tuvieron tanta presencia en zonas urbanas, que es lo que sí que está ocurriendo este año. Por lo tanto, hay que partir con la idea de dónde ocurren los incendios y cuánta gente está expuesta a esos incendios».
«La exposición de las sociedades a los incendios de la presente temporada es muy elevada, y por eso estamos viendo la gran cantidad de víctimas afectadas por este fenómeno», puntualizó el especialista.
Estudio
En 2020, el estudio Incendios forestales recientes en Chile Central: Detectando vínculos entre áreas quemadas y exposición de la población en la interfaz urbano-forestal, realizado por investigadores de distintas universidades, y en el que participó Meseguer, dió cuenta que en las regiones del Biobío, Araucanía y Valparaíso, la población urbana expuesta a áreas quemadas superó el 40%.
Es decir, «son personas que viven en zonas de interfaz urbano-forestal, que es una zona muy particular, que son esas zonas de contacto entre las ciudades o las áreas urbanas y las forestales, que se definen con un ancho particular a uno y otro lado de la zona de contacto».
En el estudio se analizó la ocurrencia de incendios forestales en la estación seca en la región mediterránea de Chile central, entre 2000 y 2017, utilizando imágenes satelitales para detectar áreas quemadas, sus métricas paisajísticas y el uso y cobertura del suelo (vegetal), antes del incendio forestal, para determinar la población que vive en áreas que pueden verse afectadas por incendios forestales.
En el trabajo se utilizó la normativa existente en los países del Mediterráneo occidental (Portugal, España, Francia e Italia) para identificar y definir las áreas de interfaz urbano-forestal (IUF), cuantificando las personas que las habitan y estimando la población afectada por las áreas quemadas entre 2001 y 2017.
Así, se estableció que la mayoría de los usos y coberturas del suelo afectados por los incendios forestales son coberturas terrestres antropogénicas, clasificadas como sabanas, tierras de cultivo, bosques siempreverdes latifoliados y sabanas leñosas, que representan >70% de las áreas quemadas.
Las áreas urbanas, en tanto, muestran solo el 0,6% de la superficie quemada entre 2001 y 2017.
«Estimamos que 55.680 personas están potencialmente afectadas por incendios forestales, y el 50% de ellas se encuentran en una sola región administrativa. Estos resultados muestran la necesidad imperativa de políticas públicas como fuerza reguladora para el establecimiento de áreas WUI, con el propósito de identificar el riesgo de incendios forestales en áreas urbanas, como el establecimiento de métodos de prevención como cortafuegos y quemas prescritas», enfatiza el profesor Oliver Meseguer.
Las áreas WUI definidas en el estudio corresponden a la intersección de áreas urbanas (con un buffer de 200 m) y áreas de combustibles vegetales (con un buffer de 400 m) en base a la normativa aplicada en Europa, en cuanto a las características topográficas, climáticas (principalmente mediterráneas) y similitudes en la densidad de población.
«Sin embargo, en Chile existe una diferencia con el caso europeo ya que las casas se construyen con material combustible», concluye el investigador.
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