Los últimos sucesos en Venezuela han llenado de incertidumbre a la izquierda latinoamericana y también, por supuesto, a los militantes de las organizaciones chilenas. Algunos se han pronunciado sobre una represión desproporcionada por parte del gobierno en contra protestas pacíficas del movimiento estudiantil y partidos opositores, asimilándolo de inmediato como una lucha entre demócratas y fuerzas de izquierda autoritarias. Varias voces han salido a comparar las movilizaciones con las luchas desarrolladas por los estudiantes chilenos el 2011 y las juventudes de la UDI han exigido pronunciamientos de las diputadas electas Vallejo y Cariola ante los hechos.
En ese sentido, no llama la atención que las juventudes de la DC se pronunciaran exigiendo que el gobierno venezolano esclarezca las circunstancias en que dos manifestantes murieron –guardan lamentable silencio ante la muerte de un militante de organizaciones proclives al gobierno-, aunque sí lo hace la vaguedad con la que se pronuncian los diputados electos Giorgio Jackson y Gabriel Boric, aunque la organización de este último emitió de manera posterior una declaración más clara.
Es que ante hechos de esta gravedad los pronunciamientos no pueden ser a la ligera o poco claros. Hay que poner los sucesos en perspectiva y analizar de manera adecuada las razones que llevaron a este desenlace para no cometer errores mediáticos importantes. Con esto no justifico la muerte de tres personas en las manifestaciones del 12 de febrero, pero si hay que ver con cuidado lo que sucede y asignar de manera ponderada las responsabilidades.
Venezuela antes del proceso bolivariano
De partida hay que poner en contexto la protesta del 12 de febrero y recordar cómo se gesta la actual Venezuela. Es necesario recordar que el sistema político existente hasta la elección de Hugo Chávez se basaba en dos partidos políticos representantes de los sectores más acomodados o tradicionales de la sociedad que se intercambiaban en el mando del Estado: el Copei (partido hermano de la DC chilena y de posición conservadora) y Acción Democrática (AD), ligado a la Internacional Socialista y con vínculos con los partidos de la antigua Concertación, ambos fuera de la primera línea de la política local aunque del primero se desgajaron elementos que posteriormente formaron “Voluntad Popular”, agrupación del ahora mediático dirigente Leopoldo López.
Con la rebelión en contra del gobierno de Carlos Andrés Pérez (AD) –el conocido “Caracazo”- de 1989 se inicia un nuevo período político en el país, marcado por el surgimiento de la figura de Hugo Chávez a partir de un fallido Golpe de Estado en contra del gobierno de Pérez, uno de los más impopulares de la historia y marcado por las numerosas muertes luego del “Caracazo” –oficialmente se contabilizaron 276 muertos aunque se encontró luego una fosa común con 68 cuerpos más-y una fuerte represión. Durante los 90 los sectores populares reconstruyen el tejido social y sus organizaciones por fuera de los partidos tradicionales, construyéndose la base social de apoyo que permitiría que Chávez ganara las elecciones presidenciales de 1998 con el apoyo del Movimiento Quinta República y otras organizaciones de izquierda.
La sorpresa es mayúscula, los sectores tradicionales no aceptan la derrota, el gobierno impulsa un cambio en la Constitución y gana las nuevas elecciones del año 2000, ante lo cual la oposición decide quebrar el orden constitucional y democrático y avanzar hacia un Golpe de Estado respaldado por los Estados Unidos con el objetivo de detener el proceso que se iniciaba en Venezuela, sin escatimar en medios para lograr sus objetivos. Entre las herramientas utilizadas estuvo la generación de protestas violentas masivas y la falsificación de videos e imágenes para desestabilizar al gobierno y acusarlo de reprimir a la oposición. Todo esto no se podría haber conseguido sin el respaldo de los medios de comunicación masivos, llegando de esta forma a la gran protesta del 11 de abril del 2002. Ese día se generan enfrentamientos entre simpatizantes y opositores del gobierno en medio de un paro conjunto de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (cercana a AD) y las agrupaciones patronales para respaldar a los despedidos gerentes de la petrolera estatal PDVSA y en la noche se oficializa el Golpe de Estado con el soporte de parte de la oficialidad militar. Los apoyos internacionales no se demoran incluyéndose el gobierno chileno de Ricardo Lagos.
Lamentablemente para la derecha venezolana, a las 48 horas miles de personas protestan en todo el país y se toman las calles exigiendo el regreso de Chávez al poder, mientras diversos destacamentos de las Fuerzas Armadas proclaman su fidelidad a la Constitución que libremente adoptó el pueblo, revirtiéndose el golpe y recuperándose el orden constitucional.
Es importante repasar los hechos, ocurridos sólo 12 años atrás, para comprender la dinámica que se vive actualmente en el país. Una alianza entre sectores de la gran burguesía venezolana y partidos autodenominados progresistas realizaron una campaña mediática de mentiras, desataron una agenda de movilizaciones de masas y coordinaron una sublevación de parte de los mandos militares para botar al gobierno, lo que sólo fue revertido por una movilización popular y militar sin igual en la historia del país. La respuesta posterior del chavismo “dictatorial” fue sólo perseguir judicialmente a los responsables, sin cerrar los partidos políticos de la oposición a pesar de las muertes provocadas por su irresponsabilidad y las duras consecuencias que significó el golpe.
Meses después la oposición, derrotada en su salida militar, provoca un larguísimo paro en la producción de PDVSA, lo que nuevamente fracasa. El año 2005 boicotea las elecciones parlamentarias en un nuevo esfuerzo por restarle legitimidad al gobierno, en una clara demostración de la falta de credenciales democráticas que tiene la oposición en Venezuela. El año 2013 los hechos se repetirían al perder las elecciones presidenciales luego de la muerte de Hugo Chávez, resultado que no reconoció el candidato opositor Capriles Radonsky, provocándose nuevamente hechos de violencia callejera y asesinatos instigados por la oposición. De nuevo, los partidos políticos responsables no fueron cerrados, ni se desató una dictadura, ni se suspendió la Constitución.
La burguesía venezolana
Pero ¿quiénes son los principales opositores al proceso bolivariano? La burguesía venezolana se caracterizó durante décadas por ser extremadamente clasista, sin grandes luces en cuanto al desarrollo económico del país al estar cómoda con las rentas petroleras que les permitían vivir con tranquilidad en un país con profundas diferencias sociales e injusticias cotidianas. El gobierno de Carlos Andrés Pérez y la represión desatada contra el pueblo durante el “Caracazo” es sólo un botón de muestra. Por lo demás, el duro accionar represivo del gobierno de Pérez está lejos del ejercido por el gobierno bolivariano en contra de los permanentes intentos desestabilizadores y los intentos de Golpes de Estado que ha sufrido desde su asunción al poder.
Los empresarios venezolanos se caracterizan por vivir del comercio, por tener bajísimos niveles de inversión y por buscar altos niveles de ganancia gracias a altos precios sin necesidad de invertir en búsqueda de mayores niveles de producción o mejores tecnologías (1). Como menciona René Rivero en un reciente artículo publicado en el sitio “Aporrea” (2), estos elementos se suman a que en el comercio el empresariado no duda en elevar los precios ante las medidas económicas del gobierno, incluso si su sector no se ve afectado por esas medidas ya que la economía venezolana cuenta con un factor especulativo determinante.
Esta estructura dependiente de la exportación petrolera implicó que la economía venezolana no contaba con un parque industrial o una industria agropecuaria moderna, debiendo importar bienes de servicio y consumo a altos precios, siendo sometida a una fuerte inflación que se ve fomentada además por el acaparamiento de elementos de consumo por parte de comerciantes, con la consiguiente escasez.
Los hechos del 12 de febrero
Nuevamente la oposición al gobierno ha buscado generar un escenario de tensiones con el objetivo de abrir un flanco de conflictos que no sean manejables por el Estado. Durante las últimas semanas se han desarrollado numerosas protestas protagonizadas por un sector de los estudiantes universitarios, que no son ni un movimiento estudiantil similar al chileno –no cuentan con espacios representativos nacionales, ni demandas educacionales que los agrupen como sector- ni son mayoritarios al interior de los universitarios, dejando numerosos detenidos debido a la violencia desatada. Hay que recordar que estos estudiantes, provenientes en general de los sectores más acomodados de la sociedad venezolana, han sido constantemente foco de opositores al proceso bolivariano, con especial relevancia la Universidad Central de Venezuela (UCV) cuyo presidente de federación aparece dando una entrevista en un medio de comunicación chileno (3).
Además, hace poco más de una semana en Táchira una marcha de esos mismos estudiantes terminó con un ataque a la casa del gobernador local, miembro del oficialismo, lo que trae a la memoria el recuerdo fresco de los ataques y la quema de edificios institucionales y consultorios tras la última derrota electoral opositora.
Los principales instigadores de las protestas son el partido Voluntad Popular de Leopoldo López –uno de los protagonistas de las movilizaciones previas al golpe de 2002 tal como lo reconoce El Mercurio (4)- y la diputada María Corina Machado, que han optado públicamente por adoptar una estrategia de movilización callejera para producir la caída del gobierno, lo que en conjunto con su desmarque del dirigente opositor Capriles Radonsky, ha desatado una crisis al interior de la Mesa de la Unidad Democrática.
Es así como llegamos a las protestas impulsadas por la oposición de este año, que culminan con la marcha del 12 de febrero y los consiguientes enfrentamientos. Aprovechando el “Día de la Juventud” la masiva convocatoria finalizó a las afueras de las oficinas de la Fiscalía General de Caracas, lugar donde se entregaría una carta solicitando la liberación de 14 detenidos en las protestas de los días previos. Según informa el periódico “El País” (5) –que nadie calificaría de chavista- fueron los mismos estudiantes quienes comenzaron a lanzar piedras y botellas a la policía, así como bombas molotov contra las oficinas de la Fiscalía, por lo que la policía intervino para disolver la manifestación.
Con estos antecedentes resulta difícil asumir el relato de víctimas que se vende al extranjero por parte de la oposición, sistemáticamente derrotada en las elecciones a las que se han presentado durante estos años y que ha protagonizado diferentes esfuerzos golpistas. Las manifestaciones, las maniobras del empresariado para agudizar la crisis económica y el desabastecimiento, el ataque sufrido por la casa del Gobernador de Táchira y las muertes del 12 de febrero son sólo un capítulo más del largo guión de la oposición venezolana en su búsqueda de derrotar al gobierno por fuera de las urnas. Para la izquierda la posición es clara: Tal como se hizo el 2013 es necesario rechazar los esfuerzos golpistas de la oposición venezolana. Los responsables últimos de las muertes del 12 de febrero son ellos, que no han escatimado esfuerzos y herramientas para cumplir con sus objetivos a lo largo de todos estos años.
Es claro que el gobierno, el PSUV y las fuerzas políticas que respaldan el proceso de transformaciones tienen responsabilidades en la actual situación, y es el rol de la izquierda cooperar y enriquecer en la medida de lo posible el proceso para que resulte exitoso. La crítica es un elemento indispensable de todo cambio. Pero eso no nos puede hacer perder el foco ante maniobras que buscan profundizar la desestabilización del país, máxime cuando distintos sectores del bolivarianismo dan muestras hace rato de buscar fórmulas para salir de la crisis.
Por Felipe Ramírez
NOTAS
1) Un ejemplo de esto es el caso de Polonia que actualmente busca ingresar al euro aunque su competitividad según una columna publicada en el “Diario Financiero” del 14 de febrero se basa solamente en bajos costos –incluido el salario- y no en su inversión tecnológica, eficiencia o potencia de su marca, lo que según el periódico especializado implica una debilidad estructural de su economía. “Las pruebas de Polonia para la zona del euro”, Marek Belka, ex primer ministro de Polonia, presidente del Banco Nacional de Polonia.
2) “Panorama, retos y control cambiario en la Economía Venezolana”, http://www.aporrea.org/contraloria/a180650.html
3) El Mercurio “Hablar de golpe es una falta de respeto”, El Mercurio, A4, 14 de febrero de 2014.
4) “Maduro ordena detener a líder opositor y saca tanquetas a las calles para evitar más protestas”, El Mercurio, página A4, 14 de febrero de 2014.
5) “Una protesta contra el gobierno deja tres muertos a tiros en Venezuela” http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/13/actualidad/1392246745_349858.html