Ha llegado el tiempo de las evaluaciones, de sacar cuentas, resaltar cifras, hacer proyecciones o redactar algunos discursos para de alguna forma apropiarse de los procesos apostando por la fragilidad de la memoria y confiando en la rentabilidad social del sistema neoliberal.
La Reconstrucción, en Chile sin duda ha sido un proceso impulsado por la mercantilización del territorio, por los cálculos de ganancia y las amistades propietarias de inmobiliarias, que por casualidad coinciden en restoranes o colegios con las autoridades de turno.
No existió nunca un presupuesto destinado a la reconstrucción del centro sur del país, por ende, sin planificación, y en forma apresurada se quiso resolver-deshacer del problema- lucrando en una dupla político empresarial.
Durante estos cuatro años de Reconstrucción, ha existido una indiferencia absoluta ante los movimientos sociales que han impulsado un rol fiscalizador, respetuoso por la verdad y desconfiado de la retórica política-inmobiliaria en relación al post 27/F. Son organizaciones que no han actuado por hipótesis deliradas, sino por hechos concretos que desde un comienzo apuntaron sin tapujos a una irregular forma de actuar, a los ofrecimientos desmedidos e intervencionismo social en pos de negocios inmobiliarios. Dicha indiferencia se ha ampliado sin complejos a los profesionales que han colaborado en el proceso desde un punto de vista constructivo-crítico, llegando incluso a ser expulsados por futuros gobernadores de reuniones con comités de vivienda de damnificados. Es decir, ha sido un proceso unilateral, manipulado y sordo ante las voces que no han hecho más que pedir una reconstrucción de calidad resaltando la oportunidad social de 27/F por sobre la oportunidad lucrativa.
Pero, cuatro años de dialogo social, de fortalecimiento de redes, de ampliación del círculo de dirigentes o de seminarios, encuentros regionales y nacionales relacionados al tema e impulsados por diversas organizaciones de la sociedad civil, no han sido, ni serán en vano. Se ha creado un nuevo movimiento social, con capacidad de articulación en diversas regiones afectadas por el terremoto, con capacidad razonamiento crítico, de dialogo y de propuestas para el desarrollo de las ciudades.
Los antiguos y emblemáticos movimientos sociales que ejercían disputa por los territorios rurales o simplemente por la tierra o la vivienda han dado paso a un movimiento radicado en el centro de las ciudades, atentos a los desplazamientos unilaterales y forzosos, actuando mediante diversas formas de protesta afirmando que han llegado para quedarse. Cuatro años de marchas, de protestas, de comunicados de prensa, cuatro años de denuncias y apariciones en prensa son un capital considerable para instaurar el derecho a construir ciudad en forma participativa. No será muy complejo, avizorar que estos movimientos consientes y activos, aumenten su capacidad de movilización con los ReDamnificados, aquellos que luego de tres o cinco años más verán y vivirán las consecuencias de una reconstrucción a la rápida y determinada por la rentabilidad empresarial y la especulación inmobiliaria.
Desde el 27/F, se ha consolidado y ratificado que existe un negocio muy cercano y enriquecedor entre quienes pueden gobernar el país, las inmobiliarias y las políticas de desarrollo urbano.
Las organizaciones sociales emanadas desde el 27/F, han hecho carne lo que para el año 2004, la CEPAL visualizaba a la seguridad en la Tenencia de la Tierra como un facilitador del desarrollo sostenible en asentamientos precarios. La seguridad en la Tenencia es requisito previo fundamental para un mejor ordenamiento y gestión de las áreas urbanas, especialmente en la medida que se reconozca el derecho de los pobres a una ciudadanía plena, así como al derecho de participar efectivamente de la elaboración y definición de las políticas que afectan sus condiciones de vida[1]
Será tarea de las nuevas autoridades políticas, del gobierno de Michelle Bachelet y sus funcionarios, que deberán –por naturaleza opositora- poner oídos y considerar las palabras de éstos movimientos que no darán el brazo a torcer en la discusión por el territorio, por velar por una vivienda de calidad y digna, por una ciudad amable e integrada, por desarrollos urbanos participativos.
Rodrigo Sanzana Vásquez
Director Regional Ciudadanía y Territorio
Región del Biobío
El Ciudadano
[1] http://www.cepal.org/pobrezaurbana/docs/foro/tenencia_de_tierra_como_facilitador_de_des_soste.pdf