Multinacionales mineras controlan más del 70% del recurso. Urge que el Estado renacionalice el metal rojo en función del interés popular.
Es el gran ausente en los medios de comunicación durante el mes de la patria. Extraño, porque el cobre es el “sueldo de Chile” o la “viga maestra” del desarrollo económico criollo. El mutismo político que cubre a este mineral desentona con las inquietudes de ciertos economistas respecto de la tributación e inversión de las compañías extrajeras, la sustitución y la renacionalización del metal rojo.
Chile tiene y ha poseído sobresalientes recursos minerales, entre ellos la plata y el salitre, además de enormes patrimonios marinos y forestales, pero ninguno puede medirse con la riqueza que representa el cobre. Es por ello que quien desee conocer la realidad del debe considerar la descomunal dimensión de las reservas que posee Chile.
Para el análisis hay que revisar algunos valores de la materia prima. Según el último informe de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), entre abril y junio 2007, el precio del cobre en la Bolsa de Metales de Londres (BML) alcanzó un promedio de 3,4 dólares por libra. La media en 1974 y 2004 era de 0,94 y 1,3 dólares por libra respectivamente.
En 1987 el cobre aportaba a las arcas fiscales 5.900 millones de dólares, el 2006 37.700 millones de dólares.
Con los datos anteriores pensar que Chile con sus 742 mil kms. cuadrados, es apenas, el 0,5% de la superficie terrestre y que aquí encuentra entre el 40% y el 50% de los recursos de cobre económicamente explotables, es una locura. Pero es cierto. Estas monumentales reservas de metal rojo no se encuentran en el país más extenso del mundo, Rusia, que tiene una superficie 24 veces superior a la chilena, ni en el país más populoso del mundo, China, que abriga una población 83 veces superior a la nuestra, sino que en un pequeñísimo país donde viven apenas 15 millones de habitantes. Recordemos que la población total del planeta es 400 veces más, es decir, 6.000 millones de habitantes.
Es realmente una “excentricidad” de la naturaleza que en un país tan pequeño exista una concentración tan alta de esta riqueza mineral que, después del petróleo, es la de mayor importancia estratégica y económica para la humanidad.
En este sentido el hijo de pirquinero, ex pirquinero y economista, con títulos en La Sorbonne de París y la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, Julián Alcayaga, es tajante: “Chile no es un productor más, sino que la única superpotencia tanto en la producción como en el comercio mundial de cobre”. Este protagonismo nos sitúa en una posición hegemónica tal que podemos tener en solitario tanto poder en el metal rojo como tiene la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) con sus 11 miembros en el petróleo.
Alcayaga agrega: “Si comparamos el mercado mundial del cobre con el del petróleo, Chile aparece con un peso porcentual superior al que tienen los 11 países que conforman la OPEP, quienes en conjunto, controlan menos del 40% del petróleo que se comercia en el mundo. En 1974, por primera vez, los países de la OPEP decidieron aumentar el precio del petróleo en más de 4 veces su valor, pasando de 1,90 dólares el barril a cerca de 9 dólares”. Luego, en diversas oportunidades, la OPEP fue capaz de disminuir la producción, logrando, de esa forma, aumentar el precio del crudo que en el último tiempo ha alcanzado los casi los 80 dólares el barril.
En otras palabras, si 11 países de la OPEP pudieron ponerse de acuerdo para controlar la producción y determinar el precio del combustible, con mayor razón podría hacerlo Chile, que tiene un peso muy superior en el comercio mundial de cobre y que no tiene necesidad de ponerse de acuerdo con otros países productores para controlar su producción y el precio.
“El cobre constituye una riqueza realmente colosal que, por desidia o corrupción de nuestros gobernantes, no es aprovechada en beneficio del pueblo chileno sino de la insaciable voracidad del capitalismo transnacional”, acusa Alcayaga.
RENACIONALIZACIÓN,DÓNDE QUEDÓ ESA CUESTIÓN
Radomiro Tomic, abogado, parlamentario y férreo defensor del cobre, fue uno de los primeros en alzar la voz por la renacionalización del recurso, en el inserto de El Mercurio titulado “El Cobre debe ser chileno”, el 31 de agosto de 1983. La idea de Tomic era impulsar enmiendas políticas para rescatar el mineral de las voraces multinacionales extranjeras.
En este sentido el economista Marcel Claude, sostiene que “por la creciente importancia del cobre en la economía mundial y su enorme significado para la economía chilena, así como la creciente precariedad en las condiciones sociales y laborales de los trabajadores chilenos, tanto al interior como al exterior de Codelco, se hacen necesarias importantes reformas políticas que permitan reorientar la actividad minera del cobre en función del desarrollo del país, como por ejemplo, la renacionalización del cobre”.
Paulatinamente se ha ido abriendo el debate acerca del uso de los excedentes del cobre tanto de la minería privada como de Codelco. Por ello para Claude “no es posible que en el 2006 las empresas multinacionales se hayan llevado 20 mil millones de dólares –equivalentes a 80% del presupuesto fiscal- mientras en Chile, los hospitales no tienen camas ni las salas de clase vidrios o escritorios. Es urgente que Codelco vuelva a controlar esta riqueza minera y asuma la responsabilidad de administrarlas en función del interés público”.
El tema de la renacionalización también aparece en la esfera de los que laboran con el metal. Por ello Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) pidió a la Presidenta Michelle Bachelet, en julio de este año, a través de una carta abierta, -rubricada por el presidente y el vicepresidente de la entidad, Cristián Cuevas y Manuel Ahumada, respectivamente- que lleve adelante un proceso de “renacionalización” del cobre, para revertir el proceso “anticonstitucional” que significó que actualmente Codelco maneje sólo el 30% del metal rojo que se produce en el país.
Dirigiéndose a la mandataria, la carta dice: “Como usted sabe, Codelco con la nacionalización del cobre controlaba el 100% de la producción y de las exportaciones de cobre de la Gran Minería. Ahora Codelco representa sólo el 30%. El 70% del cobre chileno es controlado por las empresas privadas, particularmente por las grandes empresas extranjeras. La desnacionalización del cobre, es anticonstitucional, ya que la Constitución del Estado señala en forma categórica que el Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas”.
El economista de la Universidad de Chile y ex gerente general de Codelco, Orlando Caputo, tiene claro lo ilegítimo que es la privatización del mineral, por ello piensa que “la actual coyuntura es inmejorable para iniciar un proceso de control social y democrático sobre Codelco e iniciar la renacionalización del cobre”.
IMAGEN DE ALLENDE
La nacionalización del cobre, concretada el 11 de julio de 1971 por Salvador Allende, fue “el mayor acierto económico de la República de Chile en toda su historia”, según Alcayaga. Para Caputo “es lo más trascendente desde el punto de vista político, económico y social del siglo XX en Chile”. No obstante, este último subraya que con la Ley 18.097 llamada Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras, aprobada por los cuatro miembros de las Fuerzas Armadas que constituían el cuerpo legislativo, en 1981, con consulta al Tribunal Constitucional, designado por el propio Pinochet y con su firma, entregaron en propiedad privada los yacimientos mineros.
“Con esta simple ley en Dictadura, se echaron por tierra, al menos, cuatro aspiraciones fundamentales que se habían concretado con la nacionalización del cobre: Con este acto dictatorial se desprecian las décadas de lucha del pueblo por la nacionalización del cobre; se pretende borrar la figura de Allende y su mensaje para que la nacionalización de la principal riqueza básica del país quedara consagrada en la Constitución; se pretende anular la soberanía popular que quedó solemnizada al más alto nivel jurídico concebible. Es decir, el nivel en que es el propio soberano: el pueblo, que actuando como Poder Constituyente, dejó plasmada en la Constitución, por unanimidad del Congreso en Pleno la nacionalización del cobre; se entregan en propiedad privada los yacimientos mineros, desconociendo a través de disposiciones anticonstitucionales la propia Constitución”.
La normativa “ilícita”, que fue elaborada por José Piñera Echeñique y Hernán Büchi Buc, opera de la siguiente manera: se transforman las Concesiones Mineras en “Concesiones Plenas”. Definiéndose éstas con las mismas características de la propiedad privada. Así, los yacimientos mineros de cobre, oro y otros recursos naturales –como el agua-, pasan a ser de quien obtiene esas Concesiones. Quienes obtienen esta propiedad privada de los yacimientos no pagan nada por el valor de los recursos en la mina.
“La diferencia con la propiedad privada, consiste en que la propiedad de los yacimientos termina cuando se agota el yacimiento. Esta propiedad privada que otorga la ‘Concesión Plena’, permite y ha permitido la venta y compra de dichos yacimientos mineros. Uno de los principales ejemplos, fue la venta de ‘La Disputada Las Condes’ por la Exxon, -una de las principales empresas estadounidenses-, en que parte importante del precio de venta estuvo constituido por el valor de los yacimientos”, explica Caputo.
Alcayaga añade otro datos del caso La Disputada: “En 24 años jamás pagó impuesto a la renta en Chile, porque siempre declaró pérdidas. Sin embargo, hoy sabemos, por los informes entregados por el Comité de Inversiones Extranjeras, que La Disputada envió más de 800 millones de dólares a las filiales financieras de Exxon en Bermudas y Bahamas, en pago de intereses por préstamos. Estas empresas generan cuantiosas utilidades, pero en el extranjero, pero en Chile sólo pérdidas”.
NI UN COBRE PARA CHILE
Las empresas extranjeras que invierten en Chile son, en su mayoría, gigantescos conglomerados minero-metalúrgicos que poseen minas, fundiciones, refinerías, compañías manufactureras e industrializadoras del cobre y de otros minerales,
con plantas en diferentes países desarrollados o “emergentes” de Asia, que compran el metal chileno a través de filiales comerciales ubicadas en países o islas con paraísos fiscales, donde no pagan impuestos a las utilidades. Su objetivo primordial no es obtener ingresos en nuestro país, sino que controlar y asegurar el abastecimiento de sus fundiciones, refinerías.
Son las casas matrices, u otras filiales comerciales o metalúrgicas, las que se benefician del bajo costo del cobre comprado en Chile, que les permite fabricar manufacturas con un gigantesco valor agregado y obtener cuantiosas ganancias en el extranjero.
¿Dónde están los beneficios de la capitalización? Los defensores de las empresas extranjeras han dicho que gracias a la inversión que éstas han hecho en exploración, las reservas de cobre de Chile han pasado de 85 millones, en 1987, a los actuales 300 millones de toneladas. “Ese argumento también es falso. Ya en 1971, cuando se discutió la nacionalización del cobre, se daba una cifra de 115 millones de toneladas para las reservas chilenas, y más tarde, durante el régimen militar, en 1982 y 1983, se admitía que Chile poseía 150 millones de toneladas de reservas, esto es, casi el doble de los rangos que entrega la Sociedad Nacional de Minería y el Consejo Minero como estimación actual”, denuncia el ex pirquinero y economista.
Alcayaga complementa: “Todos los grandes yacimientos mineros privados que hoy se encuentran en explotación ya estaban descubiertos y estaban reconocidos por el Instituto de Investigaciones Geológicas en 1973, como lo declaró en el Senado su ex-director, el ingeniero Eduardo Falcón. En consecuencia, los mayores aportes en exploración y descubrimiento
de reservas mineras siempre los ha hecho el Estado chileno”.
Lo del tributo de las inversiones extrajeras es, por decir lo menos, un abuso. Como, por ejemplo, el habernos enterado hace muy poco tiempo que las empresas extranjeras no pagan impuestos por explotar los yacimientos. Esto quedó claro ante la estupefacción de todos en el informe de la Comisión sobre Tributación Minera del Senado de 2003 (presidida por el ex senador Jorge Lavandero), donde se demostró que ninguna de las compañías internacionales tributaron, excepto Minera Escondida y Mantos Blancos, que sólo pagaron un par de veces. Y lo confirma el Servicio de Impuestos Internos, que afirmó que entre 1995 y 2002 no recibió un solo centavo de las mineras extranjeras. ¡Plop!
El ex senador, Jorge Lavandero, revela una arista interesante sobre el impuesto: “Con el regimen militar se impusieron las escuelas desnacionalizadoras de los ‘Chicago Boys’, comenzando la afluencia de grandes capitales extranjeros para apoderarse del cobre (…) Si Codelco, empresa estatal, tiene utilidades, con mayor razón las empresas privadas extranjeras deberían tenerlas”.
El poeta, Premio Nacional de Literatura y experto en derecho minero, el abogado Armando Uribe, remata: “Quienes mandan en Chile –específicamente desde 1990, a partir del cual se realizaron las más grandes inversiones de transnacionales extranjeras en cobre, aprovechando leyes de la dictadura y también agregando otras antinacionales– no creen que Chile es un país viable y que es para siempre. Consideran que debe depender del extranjero y en particular de la híper-potencia: EE.UU”.
SUSTITUCIÓN Y SAQUEO
Es de conocimiento público que una comisión especial designada por el Senado de EEUU, demostró que las empresas cupríferas de ese país conspiraron y financiaron el Golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de Chile, en 1973. Este hecho, sirve para graficar lo que son capaces de hacer las transnacionales mineras para influir en las decisiones de los gobiernos.
Otro ejemplo, es el uso de la propaganda para desinformar a los ciudadanos. “A inicios de los años ochenta difundieron el rumor de que antes de 20 años los científicos podrían crear el cobre sintético, por lo que nuestra principal riqueza quedaría obsoleta, tal como ocurrió con el salitre a comienzos del siglo veinte”, reafirma Alcayaga. Y agrega que el salitre natural chileno pudo ser reemplazado por el salitre sintético, porque es una molécula que contiene, a lo menos, dos diferentes átomos, pero el cobre es imposible que pueda ser reemplazado por un cobre “sintético o artificial”, porque es un metal que hace parte de la Tabla de Mendeleiev, relativa a los elementos químicos fundamentales de todo lo que existe en la naturaleza y, en consecuencia, es imposible que se pueda producir cobre artificialmente. Se trata, por consiguiente, de otra de las tantas falacias que el aparato propagandístico de las transnacionales mineras difunde pero que, en este caso, podría ser desmentido por cualquier estudiante de enseñanza media.
“Con este mismo fin lanzan el rumor de que han aparecido ‘sustitutos’ como el aluminio, la fibra óptica y el plástico”, sentencia Alcayaga
Pero, más allá de las mentiras que rodean al “sueldo de Chile”, lo importante es que el metal es un recurso natural no renovable. Por ello es importante que se racionalice la extracción del recurso, ya que se alguna vez se extinguirá.
“Lo más terrible para nosotros los chilenos es que con el actual ritmo de explotación dentro de unos 20 años nuestras reservas comenzarán a agotarse, y para el 2030 ya casi no tendremos cobre, y que en el 2050 se habrán agotado todas las reservas”, asegura Jorge Lavandero.
Caputo coincide plenamente con el ex senador, respecto de la explotación del recurso natural: “La historia económica mundial muestra que no hay ningún país que se haya desarrollado sólo en base a la producción y exportación de productos primarios. Los economistas neoliberales ortodoxos rechazan todo lo anterior, tanto la historia económica mundial como planteamientos teóricos que también son de sentido común. Desconocen o no le dan importancia a la propia historia económica de Chile”.
Sin duda que uno de los temas con que la gente identifica a Tomás Hirch es medioambiente. Al ex candidato presidencial le parece poco menos que inmoral el saqueo de las transnacionales.
“Me parece un escándalo que un país regale su recurso más preciado y riqueza fundamental, con la cual podríamos resolver los grandes problemas de toda la población chilena. Es incomprensible para mí que Chile regale su cobre a las multinacionales que se llevan miles de millones de dólares en utilidades, sin tributar virtualmente nada”, sostiene Tomás Hirch. También agrega: “Me parte el alma recorrer Chile y ver que en forma inexplicable -porque no me lo ha podido explicar ningún ministro de Minería ni de Hacienda- se sigue regalando eso que le pertenece a todos los chilenos”. “El país debiera ponerse de pie y comenzar a movilizarse activamente, por la renacionalización de nuestro cobre”, remata Hirsch.
El ex gerente de Codelco agrega que en estos últimos meses uno de los temas centrales en Chile, es cómo utilizar los elevados excedentes del cobre que recibe el Estado chileno, mayoritariamente de la minera estatal. “Sin embargo, en un silencio cómplice no mencionan que los recursos de Codelco sólo han sido posibles por la nacionalización del cobre que realizó Salvador Allende”, desmenuza Caputo.
El mensaje del presidente Allende al enviar el proyecto de nacionalización del cobre dice: “(…) por eso, el programa de gobierno que ofreció la UP planteaba como medida indispensable y de urgencia, para garantizar nuestra independencia económica y nuestra plena soberanía, la recuperación de nuestras riquezas básicas a través de la nacionalización del cobre, hierro y salitre”.
El desarrollo de los pueblos cuesta caro y un país como Chile, no puede permitirse asegurar la rentabilidad del capital trasnacional antes que asegurar la buena vida de sus ciudadanos. Chile debe recuperar la autonomía sobre este crítico recurso nacional.
Armando Uribe da en el clavo: “El apellido de Chile no debería ser Mierda en que se tiene a los chilenos en esta materia, sino Cobre”. Recuérdelo los 18: ¡Viva Chile, Cobre!
Mauricio San Cristobal
+ Info.
El Libro Negro del Metal Rojo. J. Alcayaga.
La Quimera del Cobre. Jorge Lavanderos.
Desafíos del Cobre al Año 2000. Orlando Caputo
El Cobre es chileno y debe ser refinado en Chile. Carlos Tomic.
El Manual del Defensor del Cobre. J. Alcayaga.