La biopolítica, 30 años después: Vigencia de Michel Foucault

La obra de Michel Foucault (1926 -1984 ) continúa siendo uno de los referentes intelectuales más importantes para la comprensión de las relaciones entre la sociedad y el trastorno mental

La biopolítica, 30 años después:  Vigencia de Michel Foucault

Autor: Mauricio Becerra

MichelFoucault

La obra de Michel Foucault (1926 -1984 ) continúa siendo uno de los referentes intelectuales más importantes para la comprensión de las relaciones entre la sociedad y el trastorno mental. Para Foucault, las categorías de locura, delincuencia o desviación sexual son construidas en función de discursos políticos para normalizar. Desde esta perspectiva, es necesario tener en cuenta que no es lo mismo ser diferente, que estar enfermo.

La pregunta fundamental que se formula Foucault, y hay que resaltar que la hace cuando aún es un joven estudiante que está finalizando su formación en el Hospital de Sainte Anne de París, difícilmente puede ser más clara e ir más dirigida a la raíz del tema que nos ocupa: “había seguido también estudios de psicopatología, una pretendida disciplina, que no enseñaba gran cosa. Entonces se me planteó la pregunta: cómo un saber tan escaso puede arrastrar tanto poder?”. (1975).

Foucault se plantea por qué la sociedad delega un poder tan grande en los profesionales de la salud mental, y se pregunta si no será porque cumplen una determinada función de control social al servicio de los intereses del sistema, no tanto por la valía de sus conocimientos científicos, que como señalará en sus trabajos han sido muy escasos en algunas etapas históricas, sin que ello haya menguado lo más mínimo su poder.

Para Foucault (1973, 2003) el diagnóstico psiquiátrico no es algo objetivo, neutro, sino que se halla vinculado a lo que denominó “la biopolítica” (1979) que sería el intento por parte del poder de controlar la salud, la higiene, la alimentación, la sexualidad, la natalidad dado que constituyen temas políticos, fundamentalmente desde el siglo XVIII. Foucault introduce también (1966) el concepto de “episteme” que sería la estructura de pensamiento propia de cada época histórica. Así pues, la psiquiatría no es una ciencia exacta, sino que se halla condicionada por el episteme del momento histórico. De suyo, tal como demuestra la psiquiatría transcultural, (y ya planteó con gran agudeza en los 50 Karen Horney), ni siquiera tenemos aún una definición de lo que es salud mental ó trastorno mental, porque depende del contexto social y cultural, obviamente ligados a las relaciones de poder.

En uno de sus primeros libros “Historia de la locura en la época clásica” (1964 ) Foucault señala que en la Edad Media la locura fue considerada un misterio sagrado que formaba parte del vasto campo de la experiencia humana. Asimismo, en el Renacimiento fue vista como una forma especial de razón de tipo irónico que mostraba el absurdo del mundo. La locura era a la vez trágica y cómica. Esta imagen cristaliza en la nave de los locos, un grupo de personas que se hallaba fuera de la sociedad, pero que también eran considerados peregrinos en busca de la razón y por extensión de la razón del mundo, representando la conexión entre orden y caos. Como señala Downing (2008), Foucault sostiene que en la Edad media y el Renacimiento, la locura era vista como un fenómeno humano integral. La locura se oponía a la razón, pero como un modo humano alternativo de existencia, no como su simple rechazo. En esta línea ve “El elogio de la locura” de Erasmus o las tragedias de Shakespeare. Hasta la Ilustración la locura era vista como un lugar imaginario, un lugar de paso entre el mundo y lo que hay detrás, entre la vida y la muerte, entre lo tangible y lo sagrado

Al llegar la Edad clásica (siglos XVII y XVIII) tiene lugar el gran cambio, ya que la locura se convierte en la sinrazón, en algo ligado a lo inhumano, en lo opuesto a lo racional en el planteamiento cartesiano.  Con la llegada de la terapéutica moderna el loco vuelve a la sociedad pero se le somete a una terapia moral. Así Foucault critica la figura de Pinel, objeto de gran admiración en la historia de la psiquiatría, ya que liberó de sus cadenas a los alienados de Bicêtre en 1793 o la figura de Samuel Tuke en Inglaterra que fundó un asilo cuáquero para alienados. Como señala Downing ( 2008) para Foucault ni el uno ni el otro eran propiamente filántropos, ni introdujeron un giro humanitario al tratamiento de la locura, tal como nos los ha mostrado la historia de la psiquiatría. Así, considera que el tratamiento de Tuke tenía en realidad un fuerte componente de moral burguesa ya que lo que buscaba era que la conducta del alienado no disturbara la moral de la sociedad. Para Foucault, Tuke sustituye el terror de la locura por la angustia de la la moral burguesa. Como es sabido, Tuke organizaba “tea parties” donde enseñaba a los locos a mostrarse de modo educado y de acuerdo a las normas sociales establecidas. Para Foucault en realidad Tuke no les deja expresarse. Por su parte, en relación a Pinel, Foucault considera que el asilo en el que se sigue manteniendo a los locos es también un régimen de autoridad. El loco está libre ahora de sus cadenas, pero está preso de la moral burguesa

Tras todos estos cambios acontece otro de gran relevancia: al final de la Ilustración, el loco se convierte en “enfermo mental”. Pero la autoridad del médico no es científica, es la autoridad que le confiere la sociedad. De este modo, la utilización del término enfermedad legitima el trabajo del médico. Como señala Dawning (2008) para Foucault, ya desde la Ilustración, el nuevo espacio social de la locura se ha convertido en objeto de saber. El personaje del médico, el psiquiatra, el psicólogo, se constituye en el sujeto de ese saber.

¿Pero, qué vigencia tiene la obra de Michel Foucault en el mundo profundamente globalizado de hoy, en la sociedad de la información, en una sociedad sometida a la psiquiatrización del DSM? Nuevos autores, como el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Ham, plantean que estamos pasando de la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento (el paradigma del emprendedor, “yes, we can” ) y la sociedad de la autoexplotación, una sociedad en la que están surgiendo nuevas formas de biopolítica. Estamos transitando de la sociedad de los muros de los psiquiátricos y de las prisiones, a la sociedad de los gimnasios y los centros comerciales, en la que la depresión ocupa un espacio cada vez más relevante.

Joseba Achotegui*

Público

* Psiquiatra. Psicoterapeuta. Secretario General de la Sección de Psiquiatría Transcultural de la Asociación Mundial de Psiquiatría y profesor Titular de la Universidad de Barcelona.

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