Por Jano Ponte
El origen del movimiento se remonta a la década de 1960 con las movilizaciones por los derechos civiles. En un principio, el movimiento Woke hacía referencia a una amalgama de organizaciones y activistas que tenían en común la lucha por la justicia social, la igualdad racial, de género, sexual y económica.
El término «woke» -despierto- resurgió con fuerza en respuesta a los tiroteos contra jóvenes negros por parte de la policía y a raíz del movimiento Black Lives Matters. Se popularizó como signo de ruptura con la cultura conservadora dominante en la década de 2010 en Estados Unidos, principalmente entre activistas negros que luchaban contra la discriminación racial. Ya entonces, bajo el acaparamiento corporativo de medios de comunicación y redes sociales, el significado del término comienza a virar y tomar connotaciones negativas.
Para 2021, tras su metabolización empresarial, el término adopta su connotación peyorativa final y es usado comúnmente para definir la nueva filosofía globalista, en que los excesos dramáticos escandalizan tanto a conservadores como progresistas. A la vez que sufre un rechazo generalizado le sigue un apoyo institucional también generalizado, en una suerte de paradoja.
¿Qué sucedió en tan solo 10 años? ¿Cómo llegó a ser la «Cultura woke», de justicia social, la filosofía dominante escogida por el globalismo corporativo dominante? La respuesta siempre es la más fácil: beneficios empresariales. En la actualidad el movimiento es cooptado por una extensa red de organizaciones de todo tipo, corporaciones, ONGs, gobiernos y hasta ejércitos, movidos por gurús, brokers e índices bursátiles, que en nada recuerda a los principios sobre los que se erigieron.
Corporaciones fusionadas con estados a través de la cooperación público-privada, no dudan en usar las viejas tretas de siempre, magnificadas por el estado: censura, cancelación, persecución, montajes, difamación, desinformación, bulos… para conseguir sus fines.
Acaparación Digital y Beneficios
Las corporaciones mediáticas saturan y colapsan con su información automatizada los medios de comunicación a unos niveles nunca vistos en la historia. Es propaganda, tanto de su régimen político como de sus valores y, por supuesto, productos. Acaparar la atención es asegurarse ventas. Son las corporaciones las que compiten tanto por la atención del público humano como por la de otros bots. La ingeniería informática permite la difusión masiva y acaparamiento de la atención y espectro comunicativo (censura, Public Relations, community managers, bots, troll-farms, clickbait, SEO, Learning machines…). Esto hace que cada vez se necesiten titulares más estrambóticos y llamativos. Poco a poco el sensacionalismo inunda la red. El público de las máquinas también son otras máquinas, por ejemplo, las usadas en el Trading de Alta frecuencia Bursátil. Existen campañas diseñadas para influir específicamente en las máquinas.
Quien maneja mayor volumen de Big Data gana la carrera del beneficio, por eso Facebook, con unos 1.200 millones de usuarios, es el mayor difusor de fakenews, y, en general, de contaminación informativa, de todos los tiempos. Pero su poder es innegable, ya que son capaces de otorgar la llave del poder de gobiernos, como sucedió con el Brexit.
La psicología humana hace que compartamos lo más llamativo, lo escandaloso, lo estrambótico, que es lo que más difusión aporta, bien sea lo que más gusta o lo que más desagrada. Vidas perfectas o crímenes horribles. Triunfos y derrotas. Todo menos la tediosa cotidianeidad. La red está muy polarizada, y quien se mete queda atrapado.
Cuando juntas los intereses de una persona, por la salud, dinero, amor, medioambiente, política, deportes… lo que sea, lo más chocante es ir contra sus valores y creencias. La red se inunda con mensajes que escandalizan, catastrofistas, porque son los más difundidos. Los hay muy bien segmentados, dirigidos, e incluso personalizados. Pero también hay otros virales, capaces de captar la atención total, tanto a conservadores, como a progresistas o reaccionarios por igual: guerra, pandemia, catástrofes naturales… Son capaces de mover gobiernos, hundir empresas o convertir campañas de apoyo solidario en negocios de éxito. Pura Manipulación neuropsicológica a unos niveles nunca vistos.
Socioeconomía y Propaganda
Si entendemos que el movimiento woke es actualmente un movimiento dirigido por empresas por hacerse a la nueva clientela, nos preguntamos ¿Qué necesidad hay de potenciar a estos grupos marginados? ¿Por qué no potenciar a los grupos ya beneficiados? ¿Por qué no seguir los de siempre? Es el mercado, amigos.
Las sociólogas Akane Kanai y Rosalind Gill describen el capitalismo woke como la tendencia «que se intensifica drásticamente» para incluir grupos históricamente marginados (principalmente en términos de raza, género y religión) como marionetas de la propaganda, con un mensaje de empoderamiento para añadir valor a los productos. Este es un enfoque correcto, pero aún es lejano a la cruel realidad.
Proyecciones Socioeconómicas Globalistas
A partir de proyecciones socioeconómicas, cruzando datos económicos y demográficos, las empresas ven el futuro de esta forma: multiétnico, multicultural, multisex, ecoalterado, empobrecido y envejecido.
Proyección FMI, Proyecciones NIH, Proyección ONU, el resto de las proyecciones de instituciones nacionales e internacionales siguen los mismos patrones.
Es por eso que las corporaciones orientan sus esfuerzos a adaptarse el nuevo mercado y a los nuevos clientes: ya no personas autóctonas, sino grupos multiétnicos; no familias, sino unidades nucleares; ya no patriarcales, sino heteropatriarcales; ya no consumistas sino racionadas; no jóvenes, sino envejecidas. Ya no son los 150 millones de blancos de EEUU, ni los 400 millones de la UE, el nuevo público/cliente son los 8.000 millones de personas de las distintas etnias que representan el mercado mundial. Esta es la escala y el esfuerzo.
Pero este análisis aún es superficial, porque no explica cómo nos han llevado a esta situación. La causa profunda subyacente de los cambios recogidos por estos estudios de tendencia a través de las décadas, nos lleva a un mismo punto: las grandes corporaciones no están dispuestas a pagar el salario de reproducción.
Van a despojar a los proletarios de lo único propio que les quedaba, la prole. Vamos a poder consumir sus productos, por supuesto; y en la cantidad que deseen. Pero solo tras penurias podremos reproducirnos.
El Capitalismo woke y el Salario de Reproducción
Os preguntareis, pero ¿qué es el salario de reproducción? ¿Por qué es tan importante? En régimen de producción de bienes y servicios contemporáneo, que es el capitalista, el salario es la contraparte que la empresa da al trabajador por su trabajo. El salario de una persona trabajadora debe por tanto incluir por lo menos la cantidad necesaria para que la manutención permita reponer la fuerza de trabajo. Este es el Salario de Producción. O lo que es lo mismo, es lo que le cuesta a una empresa el reponer la fuerza de trabajo gastado. Pero una parte de este salario de producción es el Salario de Reproducción, que es básicamente la cantidad necesaria para que una unidad convivencial pueda nutrir a sus hijos.
Cuando las empresas ajustan los salarios tanto que el salario de producción no incluye la parte de reproducción, la población, simplemente, no se reproduce.
Desde 1962 disminuye la fertilidad global, y en este siglo entraremos en la regresión demográfica. La emancipación tardía, tendencia mundial, es el ejemplo más claro.
Pero los hijos, por más que se empeñen, no son mercancías. Tienen unas necesidades que deben ser atendidas, y que requieren atención. Una atención por la que compiten con los medios masivos. La Inversión Parental también requiere tiempo, que es lo que nos roban los medios y el trabajo. Es por ello que es inevitable que muchos reciban menos atención; menos tiempo y de peor calidad independientemente de los medios materiales a su disposición. A su vez, se convierten en blanco fácil de las capacidades atractivas y retentivas desplegadas por las corporaciones, cuyos productos se convierten en adictivos para las más pequeñas. El resultado es que se trasforman en sifones de recursos para padres zombificados. Sobreprotegidos y desatendidas a la vez.
La nueva Sociedad Global desbanca a la vieja Sociedad Tradicional
En sus proyecciones, las corporaciones no ven familias tradicionales, sino un marasmo de tendencias individuales alejadas de la familia tradicional. Porque no están dispuestas a pagar los salarios de reproducción. Es decir, para las corporaciones es preferible traer migrantes de sus lugares de origen. Estos se vacían, y son más fácilmente repartibles. Es otra forma de acumulación por despojo.
Hay muchas formas de acelerar el proceso: guerrillas, guerras, bandas, hambrunas, epidemias, sequías… cualquier cosa que haga que una persona ceda, se despoje, de sus medios de vida.
Aunque no deberían estar enfrentadas, en los países desarrollados, el desplazamiento de recursos públicos a políticas de envejecimiento no hacen más que afirmar el argumento de que se disminuye la inversión en políticas natales, aunque sea proporcionalmente.
O dicho de otra manera, la única manera de mantener la «sociedad tradicional» es que se frenen los avances tecnológicos y que aumente la inversión parental hasta llegar, al menos, al nivel de reposición. Como vemos, ambas son contratendencias. Ningún gobierno o corporación renunciarán a la carrera tecnológica, por motivos militares, de seguridad y estratégicos.
Migración y Antirracismo Woke
La implicación social de esta práctica explotadora es obvia: caída de la natalidad, caída de la fertilidad, aumento de la edad de procreación. Y, en último término, promoción de la migración masiva para reponer la pérdida de la fuerza de trabajo generada con los años.
Estas migraciones son cada año más masivas, propulsadas por la interacción de tres fenómenos: robotización y transición a una producción a escala industrial/global concentrada, escasez relativa de recursos y la alteración climática.
El llamado skinwashing llevado a cabo por corporaciones como Disney es un claro ejemplo de “adaptación” al nuevo ambiente.
Las poblaciones originarias son lentamente desplazadas, creando un gran malestar, en forma de sensación de alinealidad, por el choque cultural a pesar de la necesidad de contar con estos nuevos miembros.
Familia Unipersonal
Pero hay otras implicaciones más sutiles: las familias unicelulares, también llamadas nucleares. Dentro de las cuáles incluimos las unipersonales; personas sin ningún tipo de familiaridad ni afinidad filiar reconocible. En su entorno convivencial el género carece de sentido. Unámosle el teletrabajo, por ejemplo. El salario no da para más, la vida no da para más que comprar los chismes corporativos. Nadie va a pagar la prole de otros.
Si la familia no es importante, porque no se van a pagar los salarios de reproducción, los roles sexuales tampoco son importantes. A lo que sumamos la disminución de la carga física en los trabajos, el avance tecnológico y la incorporación de la mujer al mundo laboral. Lo que vemos son unos roles de género tradicionales desdibujados.
Diversidad sexual Woke/Globalista
La diversidad de prácticas sexuales y roles de género es reflejo de su menor importancia en el contexto de cultura tecnológica actual. Pero lo que realmente indican es la tendencia de los mercados. Repetimos, es efecto, y no causa. Y los mercados indican que cuanto más se desdibujan los roles de género (familias unipersonales), como es obvio, mayor es la diversidad de los mismos. Esta tendencia es tan poderosa que ejércitos, como el de EEUU o UK, hacen ingentes esfuerzos por llamar a filas a las poblaciones trans; con dudosos resultados.
Medio Ambiente Woke
Lo que sucede con el medioambiente lo define perfectamente Biden, al considerarlo la mayor amenaza a la seguridad del país, por encima incluso del conflicto de Ucrania o Putin. La peor catástrofe de nuestros tiempos.
Quedaron atrás los años del «Bussines as Usual«. El producto de años de agresiones y expolio de los recursos llevan a su consecuencia natural: escasez relativa, polución generalizada y cambios climáticos extensivos. La escala del descalabro es planetaria. Los problemas ambientales locales se han convertido en globales.
Desde el punto de vista empresarial, la crisis climática provocado por el abuso de los combustibles fósiles y alteración de medios naturales afectará tanto a los beneficios empresariales, que las futuras pérdidas (suministros y mercados) son vistas ahora como un problema para su modelo de negocios.
Ahora que disminuye la disponibilidad relativa de recursos para alimentar a los hambrientos mercados, y se encarecen energía y alimentos, es el momento de abordar el problema; no antes. Y qué mejor manera que restricciones. Restricciones para las masas, para otros países y manu militari, se entiende. La cumbre de Kioto, con el mercadeo de cuotas de producción de CO2 fue solo un aperitivo a lo que se nos viene.
¿Cómo se rige el capitalismo woke/globalista? ESG
Pues como se dirige toda la economía capitalista, poniendo pasta.
A lo largo de los años ’60 y ’70 los estudios ambientales exponen claramente un agotamiento del modelo actual. En 1989 el IPPC lo ratifica. Los análisis de tendencias muestran una preocupante caída de la tasa de beneficio global, que por otra parte había sido predicha, junto con varias guerras, hacía 150 años en Das Kapital.
En 2015 se produce el Acuerdo de París, en que se propone el Índice ESG de calificación empresarial, (Enviromental, Social, Gobernance) como guía para orientar las inversiones mundiales. Una vez estudiadas las tendencias anteriormente mencionadas, y asumido el hecho de que los salarios de reproducción serían recortados, ya solo quedaba adaptarse al nuevo mercado que se está creando en estos momentos. Para guiar a las grandes inversiones, básicamente, si una empresa quiere seguir manteniendo la inversión y fondos, debe tener una buena calificación ESG.
Es la forma en que los ultrarricos, como Larry Fink, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Bill Gates… dan forma al futuro. Por supuesto, las distintas empresas son animales sedientos de beneficios. Harán lo que sea por inversiones, esto es, lo que les digan. Las empresas mundiales se están adaptando a los nuevos mercados. Están cambiando de clientes, y lo están haciendo rápida y eficazmente.
Las poblaciones están siendo sometidas a un bombardeo mediático, normativo, tecnológico y ambiental tan rápido que nos está costando asimilar.
Por ejemplo, las sociedades no son capaces de defenderse del control total que hacen de sus territorios y recursos las grandes fortunas por medio de la cooptación política (sus «usefull idiots»).
Las dinámicas socioeconómicas desplegadas por estas corporaciones globales no son capaces de solventar los problemas creados por sí mismas. Las sociedades, a través de la política, tampoco parecen preparadas para abordarlos sin la intervención de las mismas corporaciones. El desenlace esperable es el escenario derivado de la acumulación de problemas y crisis no resueltas interaccionando entre ellos hasta llegar al punto de malestar y explosión social; como lleva sucediendo periódicamente desde la Gran Recesión de 2008.
Por Jano Ponte
Columna publicada originalmente el 29 de marzo de 2024 en Kaosenlared.
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